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«La mina no es esto, el minero no quería quedar enterrado, lo primero es correr y salvar la vida». De forma contundente y sin que nadie pueda olvidar que la sala de los Juzgados de León, por mucho que se haya utilizado para explicar ... como era el taller de la mina, no es el interior de una galería.
Manuel Ángel Cañón, era vigilante destinado al macizo séptimo en la planta siete en el segundo relevo, estuvo trabajando el viernes antes del accidente y recuerda que «hubo un golpe de techo muy fuerte, un estruendo muy grande, mucho gas y salimos».
Este hecho ha sido comentado en otras ocasiones durante el juicio, ese día se superó el 5% de metano y el grupo tuvo que salir «porque en una mina cuando oíamos un ruido lo primero que hacíamos allí era salir corriendo y luego ya en zona limpia te ponías el auto-rescatador si hacía falta».
Manuel Ángel Cañón recuerda que ese día «estábamos sutirando» y para ello él se colocaba detrás de los sutiradores con el metanómetro en la mano, escucharon el ruido, vio que el porcentaje subía y decidió salir. Una situación parecida a la que se vieron sometidos los seis mineros fallecidos el día del accidente y por la que Juan Carlos Pérez, el vigilante, mandó salir a todo el equipo aunque no pudieron ponerse a salvo: «Hizo lo que tenía que hacer», afirmó Cañón en esa sesión.
Más declaración
Tras la salida, «estuvimos un rato fuera, cuando comprobé que los valores eran normales volvimos a entrar y seguimos trabajando», mantiene el testigo que recordó a los presentes que comunicó estos hechos cuando salió de la mina al finalizar su turno.
Al ser preguntado por el fiscal, Cañón relató que: «Al salir ese día por la tarde comuniqué esto al capataz (David Toribio) que venía a trabajar por la noche, estaba el plantilla (Óscar Luis Dopazo) del segundo relevo y el vigilante de primera del tercer relevo (José Ramón González). Y yo se lo dije aunque no lo recuerden».
Tras contar los hechos del viernes, se le pregunta al testigo el motivo por el cual no lo dejó escrito en los libros. «No lo reflejé porque salí bastante nervioso ese día con todo lo que había pasado», relata Manuel Ángel Cañón. «En las hojas ponías que había mucho gas porque eso había que destacarlo y luego ponías todo normal porque el resto de trabajos eran normales», señala el testigo también en relación a estos libros.
En este sentido, también se le ha preguntado por el motivo de que varias zonas tengan la misma letra de los vigilantes y asegura que «nunca dejabas que un compañero rellenase tus hojas», pero explica que tenían varias zonas asignadas.
«Yo tenía que estar en la rampa todo el día», mantiene el vigilante haciendo referencia a una de las Disposición Interna de Seguridad en la que pone que en una explotación en virgen el vigilante no debe abandonar el taller «y por eso yo no podía salir de allí ni para comer el bocadillo».
Pero relata que a la vez de la planta siete «me destinaban a otras dos galerías, si no había hundido yo tenía que estar siempre en el taller. Y eso se lo dije en varias ocasiones 'no os dais cuenta que me estáis destinando a dos sitios que no puedo estar' y se encogían de hombros», asegura Cañón.
El vigilante recuerda que eso «no solamente pasaba en mi relevo» y al final todos dejaban otras zonas 'de lado' para no abandonar la séptima planta «ya que la bóveda no había hundido y no habíamos contactado con minado superior».
Otro de los abogados pregunta por aquellos vigilantes que firman en varias zonas. «Juan Carlos, tristemente fallecido, tenía varios destinos días antes del accidente», explica el testigo con el libro de los relevos en la mano. Comprueban varios días y pasa lo mismo, el mismo vigilante lleva dos o tres zonas diferentes, entre ellas la planta siete, donde se produjo el accidente.
Manuel Ángel fue llamado para acudir al pozo Emilio el lunes 28 de octubre cuando se produjo el accidente porque pertenecía a la brigada de salvamento. «Nosotros fuimos de paseo ya, la rampla estaba bien, la entibación también. No había ni una gota de polvo de carbón», relata en relación a su trabajo el día del accidente.
Al ser preguntado por esta condición y cual es su idea de la causa del accidente asegura que «en mi opinión la causa fue el hundimiento de la bóveda. En otras ocasiones en un fenómeno gasodinámico sale el carbón hecho harina», responde el testigo.
En este sentido, Cañón ha recordado otros accidentes y ha comparado este con otros recordando que «los huecos en la mina se llenan de gas» y mantiene que fue un desprendimiento de bóveda «detrás de la rampa, no encima del taller».
En relación a su visita después del accidente, ha mantenido que «no se veía nada por la parte de atrás, cuando entró la brigada los postes estaban recebados, había carbón en los postes», asegura el testigo.
Le han preguntado por si había bóveda o no a lo que el vigilante de explotación del pozo Emilio asegura que «con lo que vi no puedo decir lo que había» y remarca que «si se hubiese sutirado se sabría qué fue lo que pasó». Ya que si el carbón salía menudo era señal de un fenómeno gasodinámico y si salía grande sería de un desprendimiento.
En este sentido, en un momento de la declaración Manuel Ángel Cañón explicó que «los datos de los metanómetros portátiles se podían descargar en ordenadores, si no se hizo no sé el motivo, pero se podían descargar».
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