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Las firmas en los partes, los niveles de metano, el desprendimiento de bóveda, la ventilación y los partes de labores anuales de la Hullera han sido los temas principales sobre los que ha versado el interrogatorio del ingeniero técnico jefe del grupo Tabliza, David Toribio.
El acusado declara ante el Ministerio Fiscal en primer lugar y se inicia el interrogatorio sobre los niveles de metano, que una vez más en este juicio se asegura que «no eran altos», ya que según insiste Toribio «estábamos en una mina grisuosa, una mina de tercera categoría en la que hay mucho grisú».
Según las declaraciones de esta jornada, al igual que en las anteriores, el acusado mantuvo durante las horas de interrogatorio que los niveles de metano «eran normales» y así quedó reflejado en los partes. Este fue uno de los momentos más duros del interrogatorio cuando una de las letradas de la sala le interrogó por las firmas de esos libros.
David Toribio es Ingeniero técnico y superior de minas, él dependía del jefe de zona o director facultativo, en aquel momento no había jefe de zona y dependía directamente de José Eliseo y de él dependía la seguridad de todo el grupo de Tabliza. Los libros de informes aparecen «en algunos casos dos firmas y en otros una, además parece que lo hace todo la misma persona, como si fuera la misma letra», asegura la abogada que le pregunta al acusado por esto.
«Igual se le olvidó firmar o no hay actividad», responde David Toribio, asegurando que «si no hay una firma reviso otros libros de control y miro a ver que ha pasado», porque hay otros libros «paralelos» a este. Toribio reconoce que cuando hay un error en esas hojas «no lo dejo así, hablo con los vigilantes y les recuerdo que firmen al entrar y al salir. Pero en ese libro yo no modifico nada». La letrada insiste en el motivo por el que la letra de los vigilantes parece la misma y David Toribio asegura que «eso no puede suceder porque yo estoy presente mientras firman». En este momento la abogada le pregunta: «¿si usted está presente cómo se les puede olvidar firmar?».
Toribio queda en silencio y asegura: «no les voy a dar con un palo».
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El acusado reconoce que «había un pequeño desprendimiento de bóveda», que le envió un compañero anterior «porque yo no estaba allí», asegura Toribio después de hablar con el vigilante del segundo relevo en días previos al accidente.
«Detectaron bóveda con tiros largos en el tercer relevo», aseguró el acusado, quien insistió en que «hicieron tiros más cortas, no se detectó bóveda y se disparó». En otros momentos de la sesión y en varias ocasiones en el interrogatorio de más de tres horas, el acusado ha remarcado que se cumplieros las Disposiciones de Seguridad, que «siempre fuimos más restrictivos de lo que marcaba la ley» y que no hubo ningún aviso que llevase a pensar lo que iba a pasar.
«En ninguno de los cuatro comités de seguridad no hay reflejada ningún tipo de incidencia, uno de los fallecidos también estuvo presente y no dejó reflejada ninguna incidencia», relata Toribio a lo que el abogado pregunta: «¿Para usted un desprendimientos de bóveda y un 5% de metano el 25 de octubre no es un incidente?». Toribio sigue considerando que «todo era normal» y que no hay registros de picos elevados de metano.
Los abogados de la acusación, en sus diferentes turnos de preguntas, interrogan a Toribio por los partes de los vigilantes en los relevos, avisos de que había mucho gas en la rampa o similares. A todos ellos, el acusado les responde asegurando que «cuando yo salgo de la mina miro la comunicación de relevos de vigilantes, dicen que hay mucho gas y ponen todo normal. Y en una hoja por detrás ponen valor metano:1,2%».
El acusado recuerda que « de 32 relevos en 24 aparece todo normal» y considera que era «él (en relación al vigilante) tiene que dejar constancia de eso y no lo hizo». Uno de los abogados insiste y repasa día a día las anotaciones que dicen «hay mucho gas en la rampa» y el acusado recuerda que «comprobé los documentos y era todo normal» e «insiste que la mina era grisuosa, son valores normales».
«Quien tenía que haber dado el aviso es el vigilante de segunda». Y, de nuevo, la culpa recae sobre los fallecidos. David Toribio, ingeniero técnico jefe del grupo Tabliza, asegura que son los «vigilantes de segunda» los que deben dar ese primer aviso si las condiciones no son adecuadas. Y para aclarar la situación, preguntan al acusado por el concepto 'vigilante', «se habla de los vigilantes de segunda o de explotación», pero ninguno de ellos está acusado en la causa. Los vigilantes de primera son «vigilan toda la mina» o cómo se ha dicho en otras ocasiones 'los que vigilan a los que vigilan', es decir los que están por encima de los vigilantes de segundo (que en este caso, también era picador).
Y ese es el caso de uno de los fallecidos, que según las declaraciones de Toribio no dejó constancia de ningún problema. En otra de las declaraciones, se aseguró que los trabajadores no tenían miedo porque quedaban a comer el bocadillo en el interior de la mina. En esta sesión, uno de los abogados pregunta en esta sesión por el miedo de algunos trabajadores y los cambios de turnos que se hicieron: «De haber tenido conocimiento de una inseguridad ese señor podría haber avisado a su hermano para no ponerle en riesgo. El otro trabajador cogió una baja por una dolencia la noche antes, no por miedo», aseguró el acusado.
Uno de los abogados pregunta por el momento del accidente y cómo le comunican lo qué ha pasado, y le pregunta por el plan de emergencia.«Había un plan de emergencia aprobado por Minas y contemplado dentro de las DIS. La mina estaba señalada con carteles y cual era la vía de escape ante una invasión de grisú y todo el mundo lo sabía», asegura el acusado. En este sentido, recuerda que el plan era «salir, ir a ventilación primaria y colocarse en el pozo a 38 grados» y en el caso de que hubiera heridos «hay que sacar a los heridos a la vez que sale el personal», según señala en ese momento.
Unas declaraciones que él mismo contradice momentos más tarde. El abogado recuerda que hay pruebas en el sumario que muestran que llamaron a compañeros de otras plantas para que auxiliasen en la séptima, pero David Toribio insiste en que «no estaba allí».
El acusado asegura que quien entró en la zona a buscar a sus compañeros «fue por humanidad» y que «nadie les mandó» ya que los «auto-rescatadores son para abandonar la mina, no para sacar a nadie. Está contemplado así y la gente sabe que es para salir de una zona de peligro».
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