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Salen a la luz las 'represalias' a quienes más se quejaban y una fuerte crítica a la seguridad en la mina. Los nuevos testigos, trabajadores de la mina, han remarcado algunos de los problemas de aquellos días manteniendo que «en ese macizo había mucho gas».
Miguel Ángel González Rodríguez es otro de los testigos que declara en esta jornada y era picador sutirador en el macizo séptimo en la planta sexta en el momento del accidente del 28 de octubre. Algunas de sus declaraciones han sido las mismas que sus compañeros, pero en este caso ha sido más duro con las visitas del comité de seguridad que se llevaban a cabo los jueves. Unas visitas que quedaban reflejadas en unas actas que luego se colocaban en el tablón de anuncios.
Los abogados de la acusación preguntaron por si había problemas de gas en la zona a lo que el testigo remarcó que «era un macizo conflictivo, siempre había dado problemas y eso afecta a todas las plantas», remarca el sutirador que recuerda que hubo paradas anteriores al accidente y «habían sido por gas».
Más declaraciones
Una situación que se sabía y por la que «algunos compañeros pidieron el traslado». La defensa mantiene que había muchas opciones para que los trabajadores que no estaban seguros denunciasen la situación, pero Miguel Ángel aseguró que había represalias si se quejaba uno mucho. «Yo tengo nóminas de 1.000 euros y son porque me han mandado cosas que no son de mi incumbencia y me he negado», remarcó el minero en esta sesión.
Entre los cambios de relevo que se han mencionado en otras declaraciones por los mineros, en esta jornada también se ha explicado que se les mandaba «picar cuneta», un trabajo en el que el sueldo era bastante inferior al normal.
También le han preguntado por el delegado minero y el motivo por el que no habló con él, asegurando este que «para decírselo al delegado minero hay que verle por allí». Uno de los abogados de la defensa preguntó también por las represalias a lo que el testigo siguió insistiendo en que «ahí el que no le bailaba el agua a los jefes tenía represalias. Y yo tengo una familia y una hipoteca y sé hasta donde puedo llegar».
La defensa de los 16 acusados remarcó en sus declaraciones las diferentes medidas de seguridad de la mina, entre ellas una visita que se realizaba todos los jueves con varios integrantes de los que hoy están en el banquillo de los acusados. El testigo ha hecho referencia a esas visitas recordando que «el jueves hubo recorrido y no se puso nada en el acta, si yo veo la bóveda ellos también». Miguel Ángel mantuvo en varios momentos que «si no se puso nada igual son favores que se deben».
El testigo insistió en que el miedo de los trabajadores a ir a la séptima era algo que se sabía y se comentaba y añadió que «el capataz lo sabía perfectamente, ahí se sabe todo y ellos más».
Miguel Ángel trabajaba en la planta sexta este. «Llevaba toda la mañana tirando corriente, en una parada larga salí a arrancar turbinas y estaba abajo el chico haciendo señales, Abel», relata el testigo a preguntas del fiscal para explicar qué y cómo ocurrió todo ese 28 de octubre de 2013.
«Vi a Abel en la caña del pozo, es una bajada de una escalera, no se los metros... serán unos 15 metros, no estoy seguro», relata Miguel Ángel. Unas señas con los brazos alertaron al minero que bajó corriendo a ver que pasaba en esa zona, cuando llegó a la zona se puso el auto-rescatador y entró en la galería de la planta siete.
«Vi a Cabello haciendo señas, no se si me dijo que saliera o que entrase, pero seguí para adentro, vi a mis compañeros allí tirados, excepto a Orlando que estaba a la entrada del taller. Le di la vuelta a Tella que estaba con los ojos abiertos y creo que tenía pulso».
El testigo, en unos segundos, toma la decisión de sacar a Tella, «lo estoy arrastrando 100 metros y me encuentro a Cabello echando espuma por la boca, decido sacarlo para afuera y lo reanimo, mi intención es entrar a por Tella, pongo el auto-rescatador de Gerardo, vomito y un compañero no me deja entrar», el testigo rompe a llorar recordando que tenía que sacar a Tella y no pudo volver.
«Cuando estás ahí dentro, los nervios y todo no eres consciente. Cuando sales y vi a los compañeros tapados ya... », Miguel Ángel rompe de nuevo a llorar y reconoce que sigue en tratamiento psiquiátrico por estos hechos.
La jueza ha tenido que llamar la atención en varias ocasiones durante el juicio a los abogados, pero en esta sesión han sido excesivas las paradas por estos motivos. En uno de los momentos, una de las abogadas de la acusación ha protestado porque los acusados estaban hablando entre ellos y pasando notas a los abogados, la jueza les vuelve a llamar la atención a todos. Los abogados de la defensa insisten en que es legal comunicarse con sus defendidos y la letrada de la acusación insiste en que están hablando entre ellos y eso no es así. «Ya les he llamado la atención a todos, por favor no nos comportemos como niños y no me obliguen a separarlos a todos como en el colegio», insiste la jueza.
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