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Cuando uno lee una noticia sobre hipotecas espera datos. ¿Primera o segunda mano? ¿Precio medio? ¿Edad? ¿Situación familiar? Datos útiles, pero fríos. Casi parece la escena de quien se va a hipotecar rellenando los impresos del banco. Formularios tras los que hay historias, personas, y para encontrarlas en León hay que volver, por un momento, a los datos. Según Gibobs.com: el 80 por ciento de las hipotecas son de viviendas de segunda mano. Su importe medio, de casi 215 mil euros. La edad de los compradores se sitúa en los 37 años, de media. Y en cuanto a la situación familiar, con datos autonómicos, un 63 por ciento son parejas y un 37 de solteros y familias monoparentales. Estas dos últimas cifras que ofrece la Unión de Créditos Inmobiliarios (UCI) son la que más difieren del baremo nacional donde las parejas (74 por ciento) casi triplican a los que no (26 por ciento).
Para ver la realidad de León conocemos varios casos que, aunque siguen siendo minoría, cada vez son más. José Manuel López es soltero y compra su primera vivienda (como el 92 por ciento de los leoneses que lo ha hecho en 2024). Es guardia civil y llevaba un año viviendo en León de alquiler. Ahora, este asturiano, se ha convertido en propietario de un piso entre los barrios de El Crucero y Pinilla.
«He hecho la compra por mi cuenta. Llevo desde los dieciocho años viviendo fuera de casa y quizá se haya demorado mucho el proceso, pero ya tenía ganas de dar el paso a nivel, no sólo de vivir en una casa de mi propiedad, si no también por inversión», explica a este medio su situación. Además, reconoce que «al ser menor de 36 años entonces he tenido acceso a bonificaciones fiscales y el día de mañana, pues si dejo de vivir aquí, pues ya tendría una propiedad». José Manuel asegura que la ayuda para los jóvenes fue clave a la hora de tomar la decisión y también para que la gestión fuera rápida porque «firmé una semana antes de cumplir los 36 porque agilizaron el proceso. En mi caso, al ser una herencia, todo tenía que pasar por el registro, pero entendieron mi caso».
No fue cuestión de entendimiento si no de burocracia la razón por la que Jorge Ferrero no pudo acogerse a estas ayudas a la compra de vivienda para jóvenes: «No pude acceder porque, aunque por edad era posible, por temas familiares no. Tengo varias propiedades de mi padre en el pueblo y aunque es una casa compartida, que no es cien por cien mia ni es para hacer vida en ella…, pero con que tengas una propiedad ya no se puede solicitar». Algo que, aunque de forma irreal, le coloca entre ese cuatro por ciento de leoneses que adquiere una segunda vivienda.
Jorge, tras años en Galicia y Burgos, ha vuelto a León y cuenta cómo «hasta que encontré este piso en el que vivo pasó año y medio de búsqueda. Casi todo lo que encontraba eran casas viejas que había que reformar y a mi me apetecía algo a lo que llegar y entrar. Encontré esto, la zona me gusta porque es de lo más nuevo y no me arrepiento, estoy muy contento de la independencia que me da».
A igual que José Manuel, Jorge se ha decantado por una vivienda de segunda mano. Ambos también comparten que el proceso es estresante. «Genera cierta ansiedad», reconoce José Manuel: «Te pones a buscar en los portales de internet, no encuentras oportunidades claras y eso te genera frustración e incertidumbre. Por suerte, luego estuve muy bien asesorado desde la inmobiliaria, con Lucía, que me ayudó a dar con una vivienda que encajaba con el perfil que buscaba. Una vez que la encontré ya había hecho mis cuentas de lo que necesitaba y fui al banco y no me pusieron ningún problema».
Jorge reconoce que sus amigos bromeaban por su tardanza: «Se reían de mí. Vi varios pisos y el que me llegó a llamar la atención, justo cuando me decidí, me lo quitaron. No es una decisión fácil porque, posiblemente, es la compra más importante de tu vida. Tienes que estar seguro de lo que haces».
Una seguridad que, para José Manuel es un motivo para comprar en solitario: «Aún teniendo pareja hubiera preferido yo sólo. Yo pregunté cómo estaba el tema y en el banco, a modo de anécdota, me dijeron que estaban firmando tantas hipotecas como divorcios. Hay que tener cuidado a la hora de invertir tanto capital con una pareja». A Jorge, tampoco le comentaron nada sobre su situación personal y familiar. Asegura que «»en el banco revisan el trabajo, la antigüedad…; y cuando ven que los números cuadran es lo que cuenta. Si que tuve que buscar en varias entidades para encontrar las mejores condiciones porque cuando compré era un momento con los tipos de interés muy altos, pero una vez encontrado el piso me dije: ya es el momento, tira para adelante».
Una decisión que José Manuel, trabajando y viviendo fuera de casa desde hace años, cree que no podía haber adelantado: «Fue un paso natural pasar del alquiler a la compra porque por mi trabajo me he tenido que mover mucho y quizá no era aconsejable comprar. Veo otras personas que han hecho una compra mucho antes que yo pero es que llevan muchos años viviendo en casa de sus padres y ahorran lo en menos tiempo».
Antes como inquilino y ahora como poseedor de una vivienda, José Manuel entiende a los dueños: «Tendemos a demonizar mucho al propietario porque especula. Hay muchos casos que sí, pero una vivienda también genera muchos gastos y preocupaciones», aunque está seguro de que hay un problema con la vivienda porque no se está construyendo la suficiente, el coste de la vida ha subido y la población en España ha aumentado, así que el acceso a una vivienda digna de alquiler es más complicado que encontrar una buena opción para comprar».
Jorge añade un problema mucho más amable para su caso particular: «Todavía, año y pico después, no he hecho la fiesta de inauguración y me dicen: «Jorge, por favor, un poco de decencia», pero ya aquí a todos no los meto, que estoy encariñado con la casa y me puse a montar todo sin pensar en nada más».
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Dos casos similares de una minoría que va en aumento en León, la de personas que compran en solitario una vivienda por diferentes motivos profesionales, personales o financieros; y que acceden a un mercado inmobiliario cada vez más tensionado.
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