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La EBAU es el momento culmen de la trayectoria académica no universitaria de los estudiantes y es un momento en el que se juegan el poder acceder a la universidad. Parece un partido, como se dice en el mundo deportivo, a «vida o muerte», donde todo depende de un resultado.
Por ello, los nervios y la ansiedad hacen acto de presencia en los estudiantes que, tal y como señala Mireia Cabero, profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC), aún no han desarrollado plenamente su «madurez emocional».
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«La emocionalidad que nos despierta la EBAU es muy específica. Sabemos el impacto que tiene fallar, hay autoexigencia, expectativas propias y ajenas, presión social, ilusiones que dependerán del resultado que saquemos», señala Cabero, que recuerda que estos estudiantes están en la adolescencia, un momento donde «el cerebro vive con mucha intensidad todas las emcoiones». «Como no es fácil gestionarlas, cuesta que esa intensidad se reduzca fácilemente y puede ser una bomba de relojería, explotar y jugarnos malas pasadas», apunta.
Todo ello se debe, en parte, a un exceso de presión. Mireia Cabero explica que existe la creencia «errónea» de que «la vida académica y profesional quedará determinada por lo que pase en la EBAU», lo que multiplica los nervios… transformándolos en algo más.
«Cuando un alumno se siente nervioso y no rinde en el examen, se queda en blanco o no es capaz de responder de la mejor manera, seguramente lo que le está pasando es que ya está en el rango de la ansiedad. Tenemos que ser capaces de diferenciar lo que serían los nervios y la inquietud o una preocupación sana por el rendimiento en ese examen de lo que es la ansiedad, donde el rendimiento se puede ver dificultado«, detalla.
Por ello, la profesora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la Universitat Oberta de Catalunya (UOC) da también una serie de pautas para el momento del examen en las que se busca una liberación de la mente para lograr el mayor rendimiento emocional posible.
Durante el examen, se recomienda hacer una primera lectura de las preguntas y, después, volver a hacer una segunda lectura «y empezar por las preguntas que tengo la seguridad de saber. Después ya iremos a los conocimientos que tenemos más flojos. Es la mejor manera de ir administrando el tiempo», recomienda.
En caso de que haya un bloqueo y al alumno no le venga nada a la cabeza, el consejo es parar. «Ponernos nerviosos lo único que hace es incrementar aún más el bloqueo. Hay que esperar un tiempo, pensar que cuanto más vayamos dándole vueltas, más nos iremos bloqueando, e intentar pensar en otra cosa que nos ayude a desconectar. Después, volver a intentar empezar el examen y dejar que vengan pequeñas ideas, aunque no sean exactamente las que nos están preguntando, para ir recuperando poco a poco el recuerdo», sostiene Sylvie Pérez.
Después de cada examen, los expertos aconsejan apartar la materia para prepararse mentalmente para el siguiente. «Es difícil de cumplir, pero no es conveniente ir a mirar enseguida si he acertado o no ni ir comparando con los demás, porque el examen ya está hecho. Si acaso, ya revisaremos cuando haya acabado todo, porque es una carrera de fondo, aunque parezca que sea un sprint», recuerda la profesora de la UOC. «Son tres días, y hay muchas pequeñas pruebas que superar. Un corredor de obstáculos, cuando pasa un obstáculo, solo se centra en el siguiente, porque no puede mirar atrás a ver si el obstáculo ha caído o sigue de pie».
Aprovechar los días de los exámenes para seguir estudiando y ampliando conocimientos tampoco es buena idea, en opinión de los expertos. «Sí podemos repasar un poco si queremos, pero sobre todo debemos permitirnos momentos de tranquilidad para descansar el cerebro y el cuerpo para que fluyan mejor los recuerdos», explica Sylvie Pérez.
Además, también da una serie de paustas para que los padres puedan ayudar a sus hijos. Según Montserrat Lacalle, también profesora colaboradora de los Estudios de Psicología y Ciencias de la Educación de la UOC, es beneficioso que expliquen a sus hijos que ·el éxito en parte está en el proceso y no tanto en el resultado, porque, además, en ese resultado puede haber variables que no dependan del alumno, sino de si el examen es más o menos difícil o de circunstancias que están fuera de su control«.
También aconseja que muestren apoyo incondicional y les ayuden a relativizar el valor de la prueba. «Es algo importante, pero si no va bien, sigue habiendo opciones», afirma.
Por su parte, Mireia Cabero recomienda que el papel de los padres se centre en reforzar la preparación de los exámenes con buenos hábitos y horarios, ayudar a que cuiden su descanso y una buena alimentación, transmitirles confianza y seguridad interior, además de evitar «amenazas como 'como suspendas…', aceptar las dificultades con las que nuestro hijo se encuentra, no sumar presión ni tensión a la que ya siente esas semanas o explicarles experiencias propias de aciertos y errores en los exámenes para descargar exigencia».
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