Un soplido acabó con la vida de los seis mineros

Se trata de una mascarilla de emergencia que permite, con apoyo, mantener la respiración en situaciones de emergencia y que se complementa con el correspondiente medidor que controla los niveles de gas tóxico y que avisa con una luz roja y un pitido (que puede ser inaudible si se está perforando).

Al parecer, en la séptima planta del pozo Emilio el escape fue tan repentino que ni siquiera pudieron colocarse la mascarilla de emergencia, el autorrescatador con oxígeno químico.

Su autonomía depende de la complexión del usuario, de la capacidad pulmonar y del esfuerzo que esté realizando la persona o el estrés al que esté sometida. «Puede ser entre quince y treinta minutos, depende», apuntan quienes conocen este tipo de elementos. Pero cuando el oxígeno baja repentinamente al 1 % no hay escapatoria posible.

¿Y cómo se produjo ese escape tan grande y repentino que no dio opción a que las víctimas reaccionasen? Expertos hablan de la posible formación de una bóveda o campana de gas metano. Otra opción podría haber sido que el gas se acumulara en la planta inferior, pero finalmente tal opción fue descartada.

La realidad fue que la vida a esa profundidad se consumió en apenas un segundo. Tan brutal fue la corriente de metano que el oxígeno desapareció y con él la vida de los seis mineros que en ese momento se encontraban en la zona.