Como una premonición de lo que iba a ocurrir dentro de la sala de vistas número 8 del Juzgado de lo Penal de León. «Después de ocho años seguimos como al principio. Esto va a ser el juicio final; no sabemos cuánto va a durar».
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Haciendo piña, aunque reclamando la presencia de otros compañeros para hacer más fuerza, una decena de familiares de los mineros fallecidos en el pozo Emilio del Valle hace casi ocho años aguardaban una sesión donde se iba a determinar si el juicio que imputa a los 16 responsables del accidente seguía adelante o se retrasaba sin fecha.
Manuel Moure, padre de una de las víctimas en la instalación de la Hullera Vasco Leonesa con el que compartía nombre, aseguraba que las defensas solo buscaban «poner palos a las ruedas para que esto se alargue más» y reflexionaba: «¿Y quién se las pone? Los que pueden, los que tienen poder, dinero y hacen lo que les da la gana; y lo peor es que la Justicia se lo permite».
Los empresarios y sus abogados iban entrando en el Juzgado de León mientras, en la lejanía, los padres, las viudas y otros familiares de los seis mineros observaban e incluso una de ellas increpaba a alguno de ellos, aunque poco les tenían que decir siete años y medio después. «¿A los empresarios? ¿Qué les vamos a decir? Nada. Si no han sido capaces de dirigirse a ningún familiar; ni una sola palabra en casi ocho años, ¿qué vamos a pedirles ahora?».
Como solución, Moure aportaba una idea propia: «Que mientas se alargue el juicio, que los metan en Mansilla y verás qué rápido se abrevia el juicio».
Este martes no reposaban las seis rosas sobre el muro de la sede judicial, pero en el recuerdo estaban José Antonio, Carlos, Manuel, Orlando, Roberto y José Luis, los seis a los que el grisú arrebató sus vidas a más de 600 metros de profundidad.
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«Parece que las víctimas son los que lo hicieron, esos son las víctimas», ironizaban. «Van a tener que venir los fallecidos a pedir perdón por haber muerto. Esto ya es chocante».
Algunos familiares intentaron acceder a la sala de vistas, aunque sin éxito, y tuvieron que mantenerse a la espera en el exterior, incluso desconociendo que lo que se iba a abordar en el interior era la suspensión del juicio y sin nueva fecha.
Y es que la espera para que se haga justicia sigue descontando meses, días, horas y minutos desde aquel fatídico 28 de octubre de 2013, cuando a la una y media de la tarde, el aumento brusco de gas metano inició una cuenta atrás de 66 segundos que para los familiares de los 'seis de La Vasco' aún no ha acabado.
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