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RUBÉN FARIÑAS
León
Viernes, 15 de diciembre 2017
«Llegué desnudo y sin un cuarto, y donde estuve seis meses solo en un aposento cerrado por defuera con llave, y adonde sin salir del convenio he estado dos años, que son prosiguiendo desde siete de diciembre de treinta y nueve, hasta los veinte ... de octubre de cuarenta y uno».
Así describía su estancia en San Marcos el que, probablemente, haya sido uno de sus más ilustres inquilinos. El Libro del Sol de Francisco de Quevedo recoge su experiencia entre estos muros, muy distante a la actual.
Esto es solo una muestra de la evolución histórica de San Marcos. A lo largo de siglos, desde la centuria del XVI, se levantaba este monumento con el objetivo de albergar la sede principal de la Orden Militar de Santiago en el oeste de la península. La obra fue financiada por el Rey Fernando el Católico.
Más tarde, los frailes atendieron los maltrechos cuerpos de los peregrinos, mientras los caballeros de la orden conquistaban el territorio peninsular frente a los árabes, espada en mano, a lomos de sus corceles. San Marcos entonces, constituía una ciudad en miniatura, con corrales, huertas, almacenes, establos y bodega y su propio cuerpo de clérigos, sanitarios y sirvientes.
Sobre su fachada, trabajaron algunos de los arquitectos y escultores más prestigiosos del país y de Francia. Sus gruesos muros encierran importantes episodios de la historia. Desde confinamientos de ilustres a etapas trágicas como su reconversión en campo de concentración durante la Guerra Civil Española.
«Estuve preso cuatro años, los dos como fiera, cerrado solo en un aposento, sin comercio humano, donde muriera de hambre y desnudez», dejó en 'Vida de San Pablo' el escritor Quevedo en su encierro.
El primitivo hospital de peregrinos, datado del siglo XII, en tiempos de Alfonso VII de León, ocupaba el terreno sobre el que se levantó el actual edificio plateresco. Era un espacio modesto, a las afueras de la ciudad, y que servía de casa para «los pobres de Cristo».
El monumento eclesiástico que hoy se puede admirar fue obra de Juan de Orozco –la iglesia-, Martín de Villarreal –la fachada- y Juan de Badajoz el Mozo –el claustro y la sacristía-.
Hasta una quincena de usos se le otorgan a San Marcos. La prisión que recibía a los castigados del Conde-Duque de Olivares, el Instituto de Segunda Enseñanza, la casa de misioneros, la escuela de veterinaria, la casa de misiones de la Compañía de Jesús, hospital penitenciario, «parada de sementales», casa central de estudios de los Padres Escolapios, Oficinas del Estado Mayor del Séptimo Cuerpo del Ejército, prisión militar, campo de concentración de la Guerra Civil –donde hubo 791 fusilados, 1.563 paseados y 598 sin asignar, además de 15.860 prisioneros políticos. En los últimos años ha servido de cuartel de caballería, diputación, diócesis, Ministerio de Guerra, Hacienda y Educación.
En 1875 el Ayuntamiento de León pudo poner fin a este monumento del patrimonio histórico español, pero finalmente la idea fue socorrida.
Desde 1965 fue reconocido como Hostal Parador de San Marcos, uso que todavía mantiene y que recuperará en 2020, tras su reapertura al público.
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