El resultado final del 13-F deja al candidato del Partido Popular y ganador de la cita electoral, Alfonso Fernández Mañueco, con la obligación de realizar un difícil ejercicio de contorsionismo político.
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El hecho de que los números solo sumen con Vox a la hora ... de formar un gobierno estable, y que ese posible pacto provoque no pocas asperezas incluso en las propias filas populares, lleva al partido ganador a una situación comprometida.
A un lado la nada fácil de mantener puentes estables con la formación de Abascal, incluso con presencia en el nuevo ejecutivo, al otro alejarse de las posiciones más extremas del escenario político para aventurarse en el siempre difícil terreno de las alianzas puntuales.
Mañueco, que en su día logró un pacto de gobierno con Ciudadanos cuando el escenario requería de un cierto nivel de estrategia política, se ve ahora en el centro de un debate que excede su propia responsabilidad y que mueve el foco hasta las direcciones nacionales.
El recuento
Tome el camino que tome, la decisión derivará en consecuencias hoy aún poco imaginables.
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De la espera de los primeros movimientos el presidente en funciones ya ha advertido que abrirá una ronda de conversaciones que incluirá a todas las formaciones con representación. Y a partir de ahí, una decisión que Mañueco pretende asumir en primera persona pero que inevitablemente tendrá una medida aportación desde Génova.
Los partidos poco a poco van fijando posiciones con respecto a las nuevas Cortes. El PP se ve gobernando la comunidad sí o sí, Vox insiste en que el resultado es un mandato para entrar en el gobierno (y ya avisa que reclamará la derogación de la Ley de Lucha contra la Violencia de Género en Castilla y León y el decreto de Memoria Histórica que aprobó la Junta, por «izquierdistas») y el PSOE duda entre respaldar por 'higiene política' la elección de Mañueco (algo que respaldan los socialistas de Castilla y León) o esperar acontecimientos sin cesión alguna (versión de Ferraz).
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La resaca electoral
Macarena Chamorro
En medio los partidos provinciales, con UPL a la cabeza, cuya vertiente política no se siente comprometida y donde solo vale moverse en base a cesiones 'regionalistas' puntuales que permitan aliviar el duro camino que supone un gobierno en minoría. Los leonesistas, por ejemplo, ya han remarcado que su compromiso es con León pero escuchará al actual presidente
En ese escenario, tan perverso, se mueve Alfonso Fernández Mañueco. A un lado le espera Vox y su discurso.
«Si alguien quería que el Partido Popular gobernara en solitario, que hubiera votado al Partido Popular», ha remarcado el candidato de esta formación, Juan Ignacio-Gallardo, que sacó pecho con los 212.400 electores que les han apoyado y que son el 17,6% de todos los que acudieron a las urnas el domingo. «Un votante de Vox no vale menos que el de ningún otro partido», reiteró. «Si no se conforma un gobierno para cambiar de rumbo, que no cuenten con Vox», explicitó el cabeza de cartel de Vox.
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Y al otro lado el PP ve un camino de minas, entre partidos minoritarios y las severas dificultades que supone salir al escenario político con peores cartas que la oposición.
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