Andoni Luis Aduriz, el chef de Mugaritz, fue el encargado de cerrar una nueva edición de Reale Seguros Madrid Fusión. FOTO: GUILLERMO NAVARRO | VÍDEO RESUMEN EVENTO: VIRGINIA CARRASCO

Chefs en busca de su identidad

Reale Seguros Madrid Fusión ·

Los cocineros apuestan por la transgresión en la edición más intelectual de Reale Seguros Madrid Fusión

guillermo elejabeitia

Miércoles, 15 de enero 2020

Lo dijo un chaval de menos de treinta años con los brazos llenos de tatuajes y la actitud de una estrella del rock, Floriano Pellegrino: «La verdadera revolución gastronómica es cómo ha cambiado el rol del cocinero». Dio en el clavo. El artesano decimonónico, encerrado ... entre cazuelas, que se resistía a desvelar sus secretos, ha devenido en el siglo XXI en un personaje dinámico que viaja por el mundo y comparte con él cada idea que le ronda la mente. La maestría a la hora de ejecutar recetas ha dejado de ser importante. Ahora el ingrediente principal de la cocina se llama identidad y en su búsqueda anda inmersa toda la profesión.

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De identidades contradictorias, personalidades proyectadas en el plato o búsqueda de raíces versó la jornada de clausura de la edición de Reale Seguros Madrid Fusión más emocional hasta la fecha. Cerró el programa de ponencias Andoni Luis Aduriz con una de esas heterodoxas intervenciones marca de la casa. Vestido con una camiseta en la que se leía la máxima 'No sé', el chef de Mugaritz puso en cuestión la imagen que la gente tiene de su restaurante -«A veces piensan que queremos molestar, o provocar, pero lo que queremos es mostrarnos tal y como somos»-, o incluso el hecho de que sea un restaurante: «De alguna manera Mugaritz es un poco trans».

Sobre el escenario presentó un suspiro helado tan poético como sensual, una angula viva nadando en un plato de consomé que el cliente puede indultar o sacrificar, un erizo 'trans' curado en miel que transmite lujuria o unas uvas caramelizadas con vinsanto que evocan un viaje a Santorini. Pero, como en su casa, muchas veces lo importante no es lo que llega finalmente a la mesa, sino las reflexiones que suscita. «Si cien cocineros visitamos el mismo lugar y hacemos un plato inspirado en él seguro que obtendríamos cien recetas diferentes». Identidades que se definen por sus preguntas más que por sus respuestas.

En Arzak se llevan el discurso identitario al terreno de lo evidente, quizá por eso estampan su nombre allá donde pueden, sea un trozo de patata o la piel de un limón. «A la gente le gusta hacerse la foto», reconoce Elena. Porque a veces visitar un restaurante no se trata sólo de explorar la personalidad del cocinero en cuestión, sino de construir la identidad propia en base a experiencias sugerentes. Cualquier visita a Arzak, por lo que tiene de leyenda, reviste un componente aspiracional. Y el equipo de la casa se esfuerza por colmar esas expectativas con ideas que sorprendan en el momento y permanezcan en la memoria. Este año han trabajado con las enzimas de la fruta para macerar carnes o pescados y obtener así texturas y matices interesantes. Para la hija de Juan Mari, pionero en esto de darle la vuelta a lo que significa ser cocinero, es importante transmitir que sigue estando al cabo de la calle. Identidades heredadas.

«Piensan que queremos provocar, pero lo que queremos es mostrarnos como somos», dice Aduriz

La competencia es feroz, y viene encarnada por figuras como el mencionado Floriano Pellegrino y su pareja Isabella Poti. Ambos dieron una lección al auditorio sobre cómo debe comportarse un chef millenial. Exhiben una imagen atractiva, apuntalada por un sinfín de 'likes' de Instagram, despliegan un discurso enérgico, cuajado de sentencias inspiradoras y presumen de ser ellos mismos, porque es eso lo que les da de comer. En lo culinario, toman prestadas las recetas de sus abuelas: «Hemos aprendido a hacer esferificaciones pero nos habíamos olvidado de hacer chorizos». Podrían haber montado un restaurante en Londres, donde se conocieron, pero prefirieron instalarse en una tierra tan tradicional como la Puglia y abrir el único restaurante con estrella Michelin de Lecce, en la punta del tacón de la bota italiana.

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Al fin y al cabo su público no son solo los clientes que pueden permitirse el lujo de sentarse a su mesa, sino los miles de seguidores que secundan cada uno de sus movimientos a través de las redes sociales. Al final de su ponencia soltaron globos y repartieron 'merchandising'. Identidades para el consumo de las masas.

«No soporto aburrirme en la cocina», afirma Begoña Rodrigo, la responsable de La Salita

En la búsqueda de la identidad las raíces tienen siempre un papel importante. Lo demostró Alberto Ferruz con su trabajo en torno al cordero aragonés, la tierra que añora cuando está en Jávea, o Sergio Baillard al inspirarse en los recuerdos de su abuela. Pero quizá la más arraigada de la jornada, en un sentido literal, resultó ser Begoña Rodrigo, que presentó una batería de propuestas para sacar a los tubérculos del pasapuré. Nabos, boniatos, chiribias, salsifíes o alcachofas de Jerusalén sirvieron a la valenciana para construir un menú completo en el que no se echaba de menos a la carne o el pescado. ¿Algún discurso identitario oculto? «No, solo que no soporto aburrirme en la cocina».

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La chef Camila Ferraro, del Sobretablas de Sevilla. FOTO: GUILLERMO NAVARRO

Camila Ferraro, primera Cocinera Revelación

LUCÍA DÍAZ MADURGA

Nervios, ilusión y tensión era lo que se respiraba en el auditorio principal de Reale Seguros Madrid Fusión. Eran ocho los nominados y solo uno podía alzarse con un premio que, bien aprovechado y con mucho esfuerzo y trabajo, es el trampolín hacia el éxito. Camila Ferraro, del restaurante Sobretablas de Sevilla, fue nombrada Cocinera Revelación del año 2020. La primera mujer en lograr este galardón que han logrado, entre otros, Dabiz Muñoz, Rodrigo de la Calle u Óscar Calleja.

La vencedora de este año ha pasado por algunos de los fogones más relevantes de España, como Aponiente, El Celler de Can Roca o Moments antes de abrir -hace año y medio- su propio restaurante en su ciudad natal, Sevilla, donde su esfuerzo se ha visto recompensado. «Ha sido toda una sorpresa. Si el compromiso ya era grande, enseñar ahora la cocina andaluza a toda España, darle la importancia que tiene y descubrir todos los productos que tenemos, es aún mayor. Esto supone para mí y para todo el equipo una subida de autoestima», explicó.

Barrio del Porvenir

«Hay muchos sevillanos que todavía no nos conocen y la cantidad de turismo que tenemos quizá nos permita situarnos entre los restaurantes de primera en la ciudad. Ahora, no tengo mas ambición que seguir trabajando y hacer crecer Sobretablas», indicó la chef.

Que la gastronomía de la capital sevillana está cada vez más en auge es un hecho. Y ahora todavía más, desde el centro hasta los alrededores. «Con el restaurante nos hemos lanzado por completo a la piscina porque no está ubicada en el bullicio de la ciudad, en el centro; estamos en el barrio del Porvenir», apuntó la cocinera. Pero esto no va a ser un problema en una ciudad en la que cada vez se le da más importancia a la alta gastronomía. «En Sevilla se están abriendo nuevas ventanas gastronómicas gracias a mucha gente joven que, como yo, han tenido la oportunidad y la experiencia de trabajar en otros restaurantes de España y del extranjero», declaró.

En Sobretablas la cocinera cuenta con un equipo de cuatro personas que cada día da comidas y cenas a 35 comensales. Su carta, basada en la cocina creativa sevillana, indaga en las recetas de antaño andaluzas con las que juega fusionándolas o aportándoles diferentes matices modernos. La caballa confitada a baja temperatura con salsa al whisky, los langostinos con chicharrones típicos de San Lúcar o la molleja de ternera glaseada con parmentier y encurtidos y los mejillones en escabeche con gel de vermú hacen guiños a su tierra en todo lo que se refiere a ese aperitivo tan típico andaluz. La nueva generación de jóvenes cocineros viene pisando fuerte.

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