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En Carrizo de la Ribera un restaurante combina la gastronomía con la presencia de animales procedentes de diferentes partes del mundo.
Desde canguros hasta alpacas, los clientes pueden observar e interactuar con distintas especies mientras disfrutan de su visita, algo único en la provincia.
El establecimiento, Los Reales, abrió sus puertas en 2008 como restaurante, hotel y granja escuela. Su propietario, Roberto Arias, explica que su intención era ofrecer «algo diferente» que permitiera a las familias disfrutar juntas. «Siempre me han gustado los animales, han sido mi hobby. Quería traer algunos que llamaran la atención, algo que la gente no se esperara», señala.
La interacción con los animales es una de las principales particularidades del lugar. Los visitantes pueden alimentarlos, aunque bajo un control estricto. Para evitar problemas de salud, el establecimiento vende bolsas de comida con pienso, pan, maíz y zanahoria, asegurando así una dieta adecuada para cada especie.
Roberto Arias
«Al principio la gente traía su propia comida, pero hay animales que no toleran ciertos alimentos, así que es mejor controlar lo que comen», explica Arias.
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El comportamiento de los animales se ha adaptado a la dinámica del lugar. «En cuanto ven gente, se acercan porque saben que les pueden dar de comer», añade el propietario.
El cuidado de estos animales exóticos requiere atención especializada. «Al ser especies más particulares, cualquier problema lo revisan los veterinarios. En cuanto tenemos dudas, llamamos para que los atiendan», asegura Arias.
Roberto Arias
La incorporación de nuevos ejemplares no ha sido un proceso inmediato. «Se han ido incorporando poco a poco, pero nos estamos encontrando con trabas normativas que dificultan la llegada de más animales», explica.
Actualmente, el lugar alberga wallabys, emús, gallinas, ovejas, alpacas, un ñandú, un cerdo vietnamita, vacas enanas, burros y serpientes, entre otras especies.
Además del restaurante, Los Reales funciona como granja escuela y recibe visitas escolares, especialmente en mayo y junio. Las excursiones incluyen talleres de repostería y jabones, contacto con los animales y paseos en carro tirado por un burro.
«Hay niños que nunca han tocado una vaca o que no saben de dónde salen algunos productos. Aquí tienen la oportunidad de aprenderlo de manera directa», comenta el dueño del establecimiento.
El restaurante y el bar abren los fines de semana, mientras que el hotel permanece disponible durante todo el año. La granja escuela, en cambio, opera principalmente con excursiones organizadas a través de una empresa de turismo activo, que se encarga de las actividades y monitores.
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María Díaz y Álex Sánchez
Almudena Santos y Leticia Aróstegui
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