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Es un escenario de leyenda que, desde su propio nombre, ya deja entrever que no es un lugar más en el mapa de la provincia de León. En Camposagrado se han producido todo tipo de historias, algunas fidedignas a nivel histórico y otras con su componente legendario.
Una de ellas es la del capitán Colinas. Este episodio, recogido como veraz por el canónigo de la Catedral de León Antonio Fernández Alvarez y Miranda y, de manera más reciente por el que era en 1987 abad de San Isidoro, Antonio Viñayo, se ubica en las luchas de la Reconquista.
Según cuenta historia, en este punto se produjo una gran batalla entre el reino de don Pelayo, que trataba avanzar en su Reconquista, contra los musulmanes liderados por Almanzor. La superioridad numérica de los invasores ponía las cosas a difíciles a don Pelayo y sus tropas.
Pero, sin embargo, la leyenda cuenta que al rey asturiano se le apareció en sueños el apóstol Santiago, que le reveló la clave de la victoria. Las indicaciones le decían que tendría que mostrar sus tropas al enemigo, retroceder en dirección a Asturias como que hubiera tomado la decisión de retirarse sin presentar batalla, pero dejando atrás a un grupo de fuertes y bravos soldados para coger al enemigo por dos frentes.
Así, y tras esta revelación, Pelayo ordenó a un capitán llamado Colinas que se mantuviera en la retaguardia. Durante la noche, y a iniciativa propia, cavó trece grandes pozos, llevando a cada uno de ellos a medio centenar de hombres.
Al amanecer, se produjo la batalla. Los musulmanes, al ver retroceder a las tropas de Pelayo, creyeron que se estaba dando una huida, pero simplemente les habían tendido una trampa en la que cayeron.
La leyenda cuenta que hubo miles de muertos y muchos, en su huida, acabaron en el valle de Malamuerte y despeñados en ella barranca del Cillerón. Pero la mayoría de cadáveres se quedaron en Camposagrado, nombre que deriva de campum y sanguineum (campo sangrado).
Don Pelayo felicitó a su capitán con una frase que se hizo famosa: «tú sin nos los has vencido y este será tu apellido». Así se forjó este linaje, cuyo escudo de armas presenta trece círculos en recuerdo a estos pozos.
Pelayo, en recuerdo a esta victoria, ordenó levantar una ermita a la Virgen en Camposagrado que hoy día sigue en pie donde, cada segundo domingo de junio, se celebra una romería que rememora esta batalla y su leyenda.
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