Borrar
Imagen de una acequia en la provincia de León.
Leyendas de León

Yusuf y Aurora: el romance que transformó la agricultura del Páramo

En las tierras del Páramo y la ribera del Órbigo explican a través de una leyenda cuál fue el origen de la presa Cerrajera que ha permitido que la agricultura evolucione en estas comarcas

Sábado, 29 de marzo 2025, 09:15

Un amor irrefrenable, apasionado y casi inexplicable que permitió regar unas tierras que no eran muy prósperas. La Presa Cerrajera llevó el agua a esta comarca, permitiendo cambiar la agricultura, haciéndola más rentable, y han encontrado un origen legendario a la aparición de esta construcción.

En plena Reconquista, los mozárabes que vivían en la zona fronteriza entre los reinos cristianos y musulmanes, al sur del Tajo, vivían en una constante intranquilidad. Muchos de ellos migraron hacia el norte peninsular y la ribera del Órbigo acogió a buena parte de ellos. Allí llevaron sus técnicas agrónomas para regar sus tierras y poder subsistir con la agricultura. La convivencia era difícil en muchos casos, pero en otros se dio una coexistencia mucho más normalizada.

En uno de los pueblos cercanos, Villazala, vivía un rico hacendado, don Fernando, que tenía rebaños de cabras y ovejas. Era padre de una joven, Aurora, muy hermosa, que en las tardes de verano, mientras que cuatro jóvenes mozárabes guiaban los rebaños, aprovechaba para acudir a un paraje en la ribera del Órbigo para remojar los pies y descansar.

En uno de esos tiempos de descanso, detrás de un fresno, un joven musulmán, descendiente de abencerrajes, Yusuf, la vio. Quedó fascinado con su belleza y sintió algo diferente, un sentimiento profundo que le magnetizó a esa joven. Durante todo el verano acudió, escondido, al mismo punto, para contemplar la belleza de Aurora.

Pero jamás sospechoso que Aurora, perspicaz y observadora, se había percatado de su presencia, le había sentido, y también experimentó una pasión irrefrenable por ese abencerraje desconocido. Así pasaron los días de verano hasta que, a las puertas del otoño, Yusuf cometió una imprudencia, aupado por la valentía y las agallas de su corazón.

La petición de mano

También Aurora, que en busca de un encuentro pasional, buscaba excusas para salir de casa. Así, un día, se encontraron, entre unos rosales: rozaron sus manos y se besaron de una manera efímera. Pero fue suficiente para alimentar ese amor.

Un día de otoño, cargado de valor, Yusuf quiso ir más allá. Se puso sus mejores galas y acudió a la casa de don Fernando para pedir la mano de Aurora. El noble, que algo se olía ya ante el alboroto de su hija, tenía clara la respuesta: un no rotundo. Pero dejó expresarse al joven abencerraje. «¿Te has vuelto loco?», le espetó. «Tendrías que renunciar a tu religión y adoptar mi credo, algo que no hablaría bien de ti, ya que un hombre de bien no renuncia fácilmente a sus dogmas», le respondió don Fernando.

Mientras el llanto de Aurora se escuchaba de fondo, Yusuf pidió algo que le diera esperanza. Y don Fernando le dio una opción prácticamente irrealizable: «Te concederé la mano de mi hija si un día las aguas del Órbigo discurren caudalosa por delante de mi puerta».

La impotencia podía con Yusuf ante semejante quimera, con una sensación invadiendo su cuerpo: había perdido la única opción de poder conseguir la mano de Aurora. Tras noches de insomnio, se repuso y, consciente de la sequía que asolaba esa zona, quiso intentarlo.

Así se construyó la Presa Cerrajera, según la leyenda

Habló con mozárabes de la zona, se empapó de cultura agrónoma, hizo sus cálculos, estudió la zona y trazó un plan. Con la ayuda de un equipo, de las gentes de los pueblos, reparó canales y molinos, probó compuertas y regueros, picó pozos y construyó azadas, bieldos y rastrillos.

El primer día de marzo se puso manos a la obra y el agua del Órbigo se desviaba, poco a poco, camino a Villazala. Tardó más de tres meses en culminar su obra, pero a mediados de junio ya funcionaba la Presa Cerrajera, llamada así en honor al valor y esfuerzo de este abencerraje.

Con la infraestructura terminada, un joven mozárabe llamó a la puerta de don Fernando, que recibió a Yusuf: «Mi señor don Fernando, las aguas del río Órbigo fluyen ya por delante de su puerta con intenso caudal. Le ruego que cumpla su promesa, prometo cuidar de su hija todos los días de mi vida».

Sorprendido, don Fernando no tuvo más remedio que ceder ante el noble e intenso trabajo de Yusuf, que consiguió la mano de su amada, celebró unas bodas recordadas en toda la comarca y llevó riqueza y nuevos cultivos al Páramo leonés.

Publicidad

Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.

Reporta un error en esta noticia

* Campos obligatorios

leonoticias Yusuf y Aurora: el romance que transformó la agricultura del Páramo