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La reclusa O.M.R., queda en libertad gracias al indulto solicitado por el Perdón. Inés Santos
Semana Santa de León

El Perdón, perdona; el tiempo, no

La Cofradía del Santo Cristo del Perdón cumple y concede el indulto a una reclusa del Centro Penitenciario de León, aunque la nieve y el agua no permitió acudir con los pasos a la plaza de Regla

Martes, 26 de marzo 2024, 21:38

Fue un día triste para los hermanos de la Cofradía del Santo Cristo del Perdón. Un año esperando el Martes Santo para vivir la angustia de ver cómo el cielo se abría minutos antes de su salida procesional.

De poco sirvió cruzar el río a los papones de San Francisco de la Vega. El Cristo de la Esperanza, La Condena de Cristo, el Cristo del Perdón y la Madre de la Paz se tuvieron que quedar en la carpa del asilo de los Ancianos Desamparados ante la nieve que caía en el momento previsto para iniciar su marcha.

Sin embargo, la penitencial ferroviaria se enfrentó a las inclemencias y la inmensa mayoría de sus papones pusieron rumbo a la plaza de Regla. Allí tenían que cumplir con su historia y lograr la gracia del indulto que había concedido el consejo de ministros.

A las ocho de la tarde, la procesión, sin tallas, hacía entrada en la plaza. Centenares de leoneses, paraguas en mano, recibieron al Santo Cristo del Perdón, que llegó hasta la Catedral de León y empezó a invadir el primer templo de la diócesis legionense.

En unos minutos, el antecoro era un tumulto de capillos marrones que tiñeron el suelo de la pulchra leonina. Junto a ellos, el Orfeón Leonés esperaba las indicaciones del maestro de ceremonias, que aguardaba junto al alcalde y el obispo en el atrio de la catedral.

Tras un par de canciones interpretados por la coral, el abad de la cofradía hacía lectura de la solicitud de indulto; y el regidor José Antonio Diez confirmaba la gracia plena para la reclusa O.M.R., que había recibido el indulto para lo que restase de su condena.

Los aplausos de la plaza resonaron, también desde el interior del templo, hacía donde se dirigieron las autoridades a recoger a esta mujer que esperaba en la sacristía. Con custodia en la puerta por primera vez, en unos instantes, la recién indultada abandonaba, vestida con túnica y capillo marrón, el templo y era recibido por el pueblo de León.

El obispo quiso dejar constancia del momento, de la fortaleza del perdón en momentos de guerra, y tuvo palabras reconfortantes para los papones del Perdón que no pudieron completar su procesión.

Tras un acto que siguió marcando el agua-nieve y el intenso frío, la procesión se reanudó, ya con menos efectivos, en un camino de regreso al asilo, donde esperaban los pasos a los que el tiempo no dio su perdón.

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