Una madre coronada, canónicamente por primera vez, recibiendo la máxima distinción de la Iglesia Católica.
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Una madre leonesa, con su medalla de oro de la ciudad entregada a la Parroquia del Mercado en su nombre.
Una madre campesina, en unos meses marcados por la crisis del campo, y que hizo valer el lema que reza una de las vidrieras del templo que preside.
Y la 'Morenica' fue más Madre que nunca. Una Madre Dolorosa que cautivó con su mirada triste y afligida, en la soledad del vacío que dejó en yacente en hijo en sus brazos, pero arropada por todo un pueblo que salió a su paso. La Procesión de la Dolorosa inauguró la Semana Santa de León en un viernes que poco tuvo de doloroso para la ciudad.
Pocos se atreverían a aventurar que Nisán asomaba hacia la plena, a finales de marzo, y con un ambiente ya veraniego. En la calle Herreros sobraba calor, y también emoción. No cabía nadie más a las puertas del Mercado. Las cámaras preparadas, todos los huecos ocupados y el reloj que hacía eterna la espera.
Asomaron los monaguillos, los faroles y el estandarte. Los nervios crecían y la devoción se desbordaba en el corazón del León más cofrade. El barrio tuvo el honor de ser el primero, pero detrás le fue todo León. Vaya anuncio el de las campanas, cinco minutos después de las ocho de la tarde, el repique más esperado tañía a gloria y las primeras lágrimas ya se escapaban. León y su pasión, la simbiosis perfecta. Y ella, la 'Antigua del Camino' lo volvía a anunciar.
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Al brazo y al hombro. El bracero mayor tuvo en esas palabras el suspiro de un año que dura diez días. Los primeros acordes del Himno de España, mientras las campanas del Mercado seguían a lo suyo, fueron el sonido que ponía fin a la espera.
Ya es Semana Santa en León. La 'Morenica' se lo recordó a su pueblo y lució como madre, con corona y medalla -ésta portada en un cuadro-, para recibir el calor de León, el de su gente y el ambiental, y darse un auténtico paseo de multitudes a cargo de sus mozos.
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La Agrupación Musical de Angustias y Soledad, junto a la Banda de Música del Dulce Nombre de Jesús Nazareno, pusieron melodía al Viernes de Dolores que contó por miles a los leoneses que salían al paso de esta piedad que es patrona popular de la urbe regia legionense. Llegaron los de Jesús entonando el 'Todos somos de León' y, tras el himno, entonaron 'La Dolorosa' para encarar la calle Herreros con Escurial.
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Hubo representación de todas las cofradías de la ciudad, también de la Junta Mayor en pleno y autoridades civiles, militares y religiosas. Por primera vez se sumó al cortejo un presidente autonómico, Alfonso Fernández Mañueco, que cuando los mozos cedieron puso su hombro para sostener a la madre del pueblo leonés.
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Al paso por el Grano, las piedras de Santa María del Camino quedaron topadas por una avalancha de fieles que no quisieron perder los primeros pasos de la primera procesión. Parada obligada en el convento de las Carbajalas, donde las Madres Benedictinas acunaron con sus oraciones a la Virgen del Mercado. Tras ello, a recorrer la ciudad, su ciudad, a entregar a León las llaves de la fe, la devoción y una pasión que empieza a caminar de la mano de una Madre que lo fue más que nunca.
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