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Una esquila, ese sonido tan leonés, anunciaba los tiempos de pasión que están por venir.
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La noche se ceñía sobre el viejo León cuando la puerta de las Carbajalas se abrían para que Nuestro Señor Jesús de la Redención asomase hacia el barrio del Mercado.
El Vía Crucis de la Redención hizo enmudecer el viejo León con su sobrio y solemne desfile que se adelanta al cuarto sábado de Cuaresma.
El silencio fue absoluto y el ambiente de otra época al paso del crucificado por las Cercas.
Solo las paradas para el rezo de cada estación del vía crucis, al que respondían los hermanos, quebraba el misterio. De fondo, el quinteto de metal del Reino de León hacía sonar sus instrumentos.
A hombros de una docena de hermanos, y con las horquetas retumbando sobre el empedrado, cristo reposaba sobre parihuela, ahora más iluminado, para avanzar entre la multitud que abría paso al cortejo.
Los cofrades de la Redención, con velas, trajes oscuros y capas avanzaron en el regreso al convento de salida y anunciaron a León que ya están preparados para la Semana Santa
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