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Cuando tocaba jugar Tercero A contra Tercero B la semana se llenaba de ruido. Todos querían jugar ese partido, todos sabían que ese era el día. El patio se quedaba pequeño, el ambiente era de gala y la lucha y la brega no faltaban. Hasta ahí. Rara vez el marcador se movía y la tensión de los días previos se iba diluyendo hasta que la chicharra tocaba a final del partido.
El derbi del patio más grande de la provincia no pudo parecerse más a un partido de patio de colegio. Intensidad y entrega que se quedó en eso y que acabó contagiando a unas gradas animosas y ruidosas que poco a poco se fueron diluyendo tras ver que sobre el campo el 0-0 no se iba a mover.
Los que se pelean se desean. O eso debieron de pensar los aficionados al ver a Llona y Vélez en los banquillos. Dedicados a contrarrestar golpes antes que a buscar las cosquillas al rival, ambos acabaron tirando la bandera blanca y pidieron un «que se besen, que se besen» por parte de ambas parroquias que no estaban por la labor de confraternizar.
El partido fue malo, muy malo. De no ser por el ambiente exterior, y la larga previa de muchos, no hubiera sido mala la tarde para optar por una 'peli y manta' y disfrutar de la fiesta del Señor en casa.
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Ambos equipos compartieron la falta de ideas y el miedo a perder. Todo lo contrario de lo que pedía la grada con más de 12.000 personas en el Reino de León.
Llona y Vélez se gustaron. De hecho hasta se imitaron. Cambios en los mismos minutos, esquemas similares y falta de intención de ir a por un partido. No querían que se cumpliera aquello de taparse la cabeza y que los pies quedaran al aire, a pesar de que parecieron dormir en el mismo colchón del conformismo.
La Ponferradina no se saltó ninguna clase y volvió a plasmar su juego rácano sobre el césped. La Cultural volvió a mostrar como las alarmas encendidas en los últimos partidos no son cosa de un día. El derbi no sirvió para corregir las dudas y ambos equipos volvieron a clase con un necesitan mejorar en su expediente.
Cultural y Ponferradina se desearon, se imitaron, todo lo contrario a lo que pedían unas aficiones que comprobaron que este tipo de partido son de mucho ruido y poco fútbol. Que lo que pasa en el recreo se queda en el recreo y que la bronca dura hasta que la campana manda a unos a casa y a otros a Ponferrada.
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