«Yo entro en un taller y a los 30 segundos sé si está en bóveda», asegura Carlos Conejo, vigilante de primera en el primer relevo, que insiste «eso me lo dice la mina». El vigilante declaró este martes y aseguró que «el desarrollo de ... los trabajos en este taller es algo normal».
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Conejo sólo ha respondido a las preguntas del Ministerio Fiscal y de su abogado y ha explicado que el día del accidente él había estado momentos antes revisando las labores en esa zona. «Había parado la ventilación en toda la mina, yo coincidió que estaba allí. Llamé desde el cargue a ver si había que salir de la mina, porque si hubiera parado el ventilador central habría que salir, pero fue un fallo eléctrico», aseguró Conejo.
Tras dejarlo todo el orden, el acusado se dirigió al macizo noveno, donde estaba vigilando los trabajos de las diferentes plantas. «Cuando estoy a la altura de la primera planta escucho el petardeo típico de un desprendimiento, ese 'ratatata'», relata Conejo a preguntas del fiscal.
«Fui a la cabeza del séptimo, tenían los metanómetros saturados, y le dije que no circulara el maquinista para evitar una explosión», continúa su relato el acusado. Ante estas declaraciones el fiscal se sorprende y pregunta el motivo por el que pensó que el accidente había tenido lugar en el macizo séptimo, ante lo que Conejo asegura: «Era el más cercano, no podía ser el quinto que le tenía a más de un kilómetro y medio».
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«Cuando llego a la altura del transversal sacaban a Cabello y me dijeron 'hay gente dentro', me puse el auto-rescatador y entré», relata el acusado que ha explicado ante la jueza y los diferentes abogados cómo entró hasta en cuatro ocasiones para sacar a tres fallecidos y un herido.
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En el lugar, «estaban dos barqueros y dos trabajadores en sexta planta, esas cuatro personas no se como se enteraron, pero decidieron entrar a rescatar a los que estaban en el taller», relató Conejo insistiendo en que el protocolo marca que se ponga a salvo y no que acudan al lugar.
«El desarrollo de los trabajos en este taller es algo normal», reconoció el vigilante de primera en varias ocasiones asegurando que «no había miedo». Carlos Conejo explicó que «el vigilante de segunda era el que mandaba sutirar o no, ya que era quien controlaba las labores de las personas que tenía a su cargo».
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Por otro lado, insistió en que «todas las explotaciones que se montan en el pozo Emilio se aplica la DIS de taller en virgen y hasta que no se contacta con la planta de arriba se tiene el riesgo de que el gas no tiene salida por arriba y hay más. Hasta que se cala a planta superior se aplica esa DIS».
Comienza la sesión de la tarde con las declaraciones de José Ramón González, vigilante de primera que iba rotando de segundo a tercer relevo con otro de los acusados. El asturiano recuerda que el día del accidente estaba en su casa porque entraba en el turno de tarde y se enteró cuando llegaba de camino al pozo Emilio del Valle. A las preguntas del fiscal sobre los incidentes y la comunicación con sus superiores insiste en que no lo había: «no hubo ninguna incidencia, era todo normal y si las hubiera lo anotaría».
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José Ramón González insiste en su declaración en que «eran unos registros normales para ese macizo y esa fase de la explotación. El metano tenía algún pico más alto, pero se vigilaba y se actúa como marca la DIS. Si el vigilante no es capaz de tomar una decisión me llama, pero nadie me contactó en ese tiempo». El fiscal también le interroga por el tema de las bóvedas y los tiros que se dan para ver su ubicación y tamaño y relata como compañeros anteriores el proceso.
En relación al miedo de los empleados a entrar en el taller o manifestar que había mucho gas el acusado explica que tiene una lesión en una rodilla, que reclamó de manera judicial a la Hullera Vasco Leonesa, por un incidente en el pozo Flanco Sur. «Eso lo que demuestra es que si hay algo más o una anomalía yo lo denuncio», aseguró González Fernández
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También declaró en esta tarde, Óscar Luis Dopazo Suárez, vigilante de primera en segundo y tercer relevo quien recordó que «todos los días recorría toda la mina» ya que tenía que dejar constancia de lo que había pasado o no en los libros de registro.
El fiscal pregunta al acusado por las declaraciones de Manuel Ángel, uno de los vigilantes de primera, que abandonó la mina con su equipo en unas jornadas previas al accidente del 28 de octubre. «El no me dijo cifras, ni de gas ni de oxígenos. Me dijo que había sacado a la gente fuera a toda prisa, pero luego no dejó nada registrado», mantiene Dopazo en su declaración.
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«El dijo que había sentido un golpe de techo, los sutiradores también dijeron eso, pero yo no estaba ahí y no lo pude sentir. Fue este vigilante el que se los dijo a David Toribio», insistió el acusado ante las preguntas del Fiscal.
Pero a pesar de ese incidente, que no quedó registrado, «nunca comuniqué nada porque es todo normal, en este método de explotación es normal y nunca se sobrepasó lo que permite la ley», insistió Dopazo en relación a los elevados niveles de gas en algunos momentos.
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