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Villablino ha sido una de las localidades leonesas más afectadas por el apagón. Fueron 15 largas horas sin comunicación y 23 sin electricidad en las que, sorprendentemente, sus vecinos confiesan no haber tenido grandes problemas, gracias a que la mayoría contaba con medios en casa para afrontar la situación.
El primer punto donde se evidenció el fin del corte fue en la gasolinera de acceso a la localidad, donde las colas eran visibles desde la carretera principal. Allí, Nuria Sánchez, empleada, intentaba gestionar el abastecimiento de carburante y bombonas de gas a los numerosos vecinos que no solo repostaban sus vehículos, sino que también buscaban reservas «por si acaso volvía a pasar». Era el comentario que más se escuchaba en el lugar este martes 29 de abril.
Muchos vecinos llegaron preparados sin darse cuenta: el camping gas, las bombonas de butano y las linternas se convirtieron en elementos esenciales para pasar la noche. Sin televisión, sin cobertura y con las neveras amenazando estropearse, Villablino recordó su resistencia de tiempos pasados.
Moises Ferreira, vecino de Villablino, explica que en su casa contaban con gas y equipo de montaña para cocinar, por lo que la situación fue llevadera. Aun así, lamentó la incomunicación total y mencionó el riesgo de perder alimentos almacenados para el invierno.
Manuel Aguilera
Vecino de la localidad
Desde Asturias, aunque también vecino de la localidad (al menos la noche del apagón), Manuel Aguilera también relató cómo sobrevivió con velas y linternas. Agradeció que el corte no se prolongara más, aunque se acercó a repostar «por precaución», ante el temor de que pudiese repetirse. «Nunca sabes lo que puede pasar», asegura.
Nuria Sánchez
Trabajadora en la gasolinera
Mientras tanto, Nuria Sánchez relató la presión vivida en la gasolinera: «Desde que abrimos había cola, hemos tenido ratos que no dábamos a basto», comentaba entre clientes que no cesaban de llegar. Aunque la trapa de la gasolinera no se subió hasta pasar minutos de las 11:00 horas de la mañana, la trabajadora llevaba en su puesto de trabajo desde el inicio de su jornada. «Cuando llegué parecía un pueblo fantasma», confiesa. Una situación que nunca antes había vivido y en la que, la presencia de la Guardia Civil en el lugar, ayudó a llevar mejor.
En los bares de la localidad, la normalidad era casi total. Las tapas improvisadas a base de pan y embutidos alimentaban el buen humor generalizado. José Manuel y Alberto Villar, hermanos, recordaban con resignación una noche que les obligó a desempolvar cocinas de carbón y camping gas. Aunque ellos mismos aseguraban que en ningún momento habían tenido miedo a la situación y confiaban en que esta se acabase resolviendo. Su rutina no cambió mucho, acostumbrados a la incomunicación lo único que destacan es la falta de mensajería a través de internet con sus familiares.
Francisco Mozo
Vecino de la localidad
Francisco Mozo Copete narra cómo el apagón lo llevó a acostarse temprano, usando linternas para los desplazamientos nocturnos dentro de casa. El temor principal de todos era común: las pérdidas de alimentos guardados en los arcones y congeladores.
«Por la tarde fuimos al campo y pasamos la tarde allí hasta el oscurecer, bajamos, cenamos a luz de linterna y charlamos un poco», confiesa. Una rutina que no dista de la habitual salvo en que «no pudimos tostar el pan por la mañana».
En los supermercados, las colas eran visibles, aunque el desabastecimiento no fue generalizado. Muchos vecinos aprovechaban para reponer productos básicos como papel higiénico y conservas, en imágenes que recordaban al confinamiento por la pandemia.
Mercedes Castro
Vecina de la localidad
Mercedes Castro, cargada con bolsas de comida y mucho papel relata una noche «horrible» en la que no tenían radio ni otro medio de cómo comunicarse ni saber lo que estaba pasando fuera. «A las 23:00 horas a la cama», explica mientras otras vecinas confirman su vivencia como si fuese la de ellas. Aunque cargada con bolsas para reponer el frigorífico, Castro confiesa no haber revisado los dos arcones que tiene en su casa porque «no sé como estarán».
En las ferreterías, como la de Manuel Rodríguez González, las existencias de linternas, cocinas de gas y pilas se agotaron rápidamente. «La gente cogió miedo», confesaba, mientras encargaba nuevos pedidos para futuros imprevistos. Nombres en su libreta con productos que ya no encontraba en sus estanterías y clientes que no dejaban de atravesar la puerta principal para pedir lo mismo.
Las panaderías también sufrieron las consecuencias del corte eléctrico. Carolina Silva relata cómo, hasta que volvió la luz a media mañana, no fue posible amasar ni hornear pan. La imagen de estanterías vacías fue la tónica hasta pasado el mediodía.
Una vez pasada la hora crucial, en la que no ha podido contar con la venta de su producto principal, las estanterías vuelven a llenarse tras horas sin parar para asegurarse de que el pan no falte en la mesa de sus vecinos.
Mario Rivas, alcalde de Villablino, destacó la capacidad de reacción de los vecinos, subrayando que las viviendas equipadas con calefacciones de carbón o leña y los medios de comunicación tradicionales , el boca a boca, permitieron sortear las dificultades. «Hemos sido capaces de salir entre todos de esta situación anómala», afirmaba.
También reconoció que gran parte del esfuerzo durante esas horas se centró en atender presencialmente a los vecinos más vulnerables, ya identificados tras la experiencia de la pandemia. «La falta de conexión telefónica nos dificultaba acceder a quienes más lo necesitaban, pero el conocimiento directo entre vecinos permitió que nadie quedara desatendido. Esa red humana fue clave en un momento en que los medios digitales no servían.»
Mario Rivas
Alcalde de Villablino
Sobre la recuperación de la normalidad, fue optimista aunque prudente: «Todavía estamos teniendo dificultades con la red móvil, pero nos han asegurado que se irán solucionando. Sinceramente, creo que el pueblo ha respondido muy bien. Espero que no se repita una situación como esta, aunque es evidente que debemos estar mejor preparados para lo que venga.»
La Guardia Civil, por su parte, confirmó que no se produjeron incidentes reseñables durante el apagón y que la noche se desarrolló como una jornada habitual en la que todos sus vecinos participaron de forma colaborativa.
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