Vendedores del mercado de la Plaza Mayor claman contra el Ayuntamiento: «Ha faltado ética y empatía»

Ambiente caldeado y de decepción entre los vendedores del mercado tradicional de la Plaza Mayor. Negaciones, resignación y una obligada aceptación es lo que se palpa al entablar conversación con ellos e interesarse por su opinión sobre la nueva ubicación del mercado dada por el Ayuntamiento hasta que finalicen las obras en la referida plaza.

El motivo principal de queja es la poca información que desde el consistorio se ha brindado tanto a vendedores como clientes: «Muchos se enteraron por los medios y yo, por ejemplo, vino una clienta a preguntarme que por qué nos íbamos al parking de San Pedro y no sabía nada», comenta Aaron Miranda. «Yo de verdad que flipé», añade.

Era notable el movimiento de gente que se había citado en Papalaguinda para comprar productos frescos como cada mañana de viernes en esta ubicación. Y entre cliente y cliente, José Miguel Olmo explica que en su familia ya son dos las generaciones que viven del mercado tradicional y no saben cómo repercutirá San Pedro a las ventas. «Hace muchos años el mercado se ponía ahí y vendíamos bien, pero era una época en la que todos los mercados funcionaban bien y ahora no es lo mismo de antes», reconoce.

Sin embargo, a pesar de los buenos números que se hacían antaño en San Pedro, esta vez no estaban de acuerdo por un sencillo motivo: no les dejaban vender los miércoles, medida que tras negociar con el Ayuntamiento se ha acabado revocando. Las miras de los vendedores antes de que les avisasen se centraban en Plaza de Regla o San Pedro, que desaparecían después de que desde la concejalía de Consumo asegurasen que en la Catedral era «imposible» por el mercadillo navideño y la Semana Santa. «Aún así mañana haremos huelga y no habrá mercado en ningún sitio, así que empezaremos el miércoles en San Pedro».

«Nos avisaron muy tarde, no hubo reuniones ni llamadas para conocer nuestro punto de vista», dice, «fue todo muy rápido y cuando preguntábamos a dónde nos mandarían nos decían que no se sabía».

Pregonando sus castañas estaba Moisés Aranda cuando aseveró que el consistorio había acusado «falta de ética y empatía», a lo que Elvirita Fernández, que estaba mirando unos tomates, contó que el pasado sábado había ido a la Plaza Mayor para comprar y se había encontrado «con una piscina llena de truchas». «Sí, nos han reemplazado por truchas», contestaba en tono jocoso Moisés, que dándole un poco más de seriedad a la conversación se quejaba de que eran los propios vendedores quienes tenían que ir informando a los clientes de la nueva zona de venta.

En el puesto colindante al de Moisés estaba María Begoña Herrera haciendo cola, una de las pocas personas enteradas a la perfección del asunto. «Lo que han dicho de que no se pueden meter en la Catedral es una excusa, la Navidad dura 15 días y el mercado es para siempre», apunta renegada. «Además, queda demasiado lejos, no sé por qué no lo podrían poner aquí en Papalaguinda», a lo que la señora que le precedía en la cola añadió que «las señoras mayores no podemos subir la cuesta que hay desde la Catedral, no podemos con el carrito lleno, eso pesa mucho».

«Yo sí me enteré, pero es cierto que mucha gente no lo sabe», comentaba María Begoña al hilo de que otra señora dijese que no sabía nada de que el mercado pasaría de estar en la Plaza Mayor al parking de San Pedro.

En la misma línea iba la crítica de Sara, que se mostraba expectante por ver cómo les afectaría la nueva ubicación. «Afectar nos va a afectar seguro», opinaba sin saber el grado en el que se produciría. Lo que sí sabía es que las formas del Ayuntamiento respecto a este tema no han sido las mejores: «No son noticias claras, no nos dicen que se hará esto y de esta manera». «La Catedral sería buena opción porque la final está al lado de la Plaza Mayor, pero San Pedro, que hace años se daba bien, no sabemos cómo será ahora», finalizaba.

Así, entre la lucha por hacerse con los tomates más frescos, las colas de los mejores vendedores y el ajetreo típico de un mercado, se daba el mercadillo de todos los viernes en Papalaguinda mientras los vendedores informaban de su nueva ubicación los miércoles y sábados en el parking de San Pedro.

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