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Montserrat Gallego Ferreras es el nombre de la primera mujer policía nacional en León. Fue en el año 1993 cuando fue destinada a su tierra natal donde tan solo una fémina ocupaba el puesto de policía, pero en comisión de servicios. «Soy la primera ... de la orden general», matiza Gallego quien vistió el uniforme marrón por el que los policías se ganaron el apodo de «maderos».
Habían pasado 13 años desde que las mujeres podían ingresar en el cuerpo pero ninguna había llegado a León. Una realidad que ha cambiado en las últimas tres décadas ya que actualmente son 58 las que forman parte de la comisaría provincial de León, el 19% del total de la plantilla.
Montserrat tuvo clara su vocación desde niña cuando vio un policía nacional por primera vez. «Le dije a mi madre que quería ser cómo ese hombre pero me explicó que no se podía. Después, cuando fue posible el acceso, vine desde el pueblo aquí, a la academia», relata.
Mujeres Pioneras
Así en el año 1986, Montse ingresó en la academia y fue enviada a su primer destino, Barakaldo, donde todavía los ciudadanos se extrañaban de que hubiera una mujer policía. De hecho recuerda como, estando en su puesto de trabajo, otra mujer le preguntó por un policía, «tuve que darme la vuelta y enseñarle el escudo porque no se creía que era yo», matiza. Una anécdota a la que añade cómo escuchaba a la gente preguntarse si de verdad era una chica.
Una realidad que no vivió en León, donde llegó tras el cierre de la comisaría de Barakaldo, para ser la primera mujer del cuerpo en la provincia. «Los compañeros siempre me han recibido muy bien, con mucho cariño. Pero en mi primer destino no había instalaciones, tuvieron que improvisarnos unas taquillas para poder cambiarnos», detalla.
Asegura que su entorno recibió con agrado su decisión, «aunque mi madre tenía miedo por ETA», pero que su padre siempre se mostró muy orgulloso. Y es que Montse es historia del Cuerpo Nacional de Policía de León, no solo por ser la primera mujer sino por investigar sucesos tan escalofriantes como el asesinato de María José Zapico. Además, la agente formó parte del grupo de atención a la familia, pionero en León en 1998 y que más tarde pasó a denominarse UFAM, Unidad de Atención a la Familia y Mujer. «Casi toda mi trayectoria he estado con mujeres. Los agentes, independientemente de que sean hombres o mujeres, tienen una sensibilidad especial que no va con el género sino con la persona», puntualiza.
Montse no se arrepiente de la decisión que tomó y anima a todas las mujeres a ser policías, «es una profesión muy bonita y gratificante».
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