Ana Isabel Martínez, una vida abriendo vías

Para Ana Isabel, la escalada es un encuentro con la naturaleza, consigo misma pero también con las personas que le acompañan, «porque te unes al otro a través de la cuerda que es como un cordón umbilical», puntualiza. «La escalada me permite verme a mí misma sin ningún tipo de artificio, estoy aquí y ahora y yo sola», analiza.

Cuando realizó su primera ascensión, hace ya casi 38 años, apenas había mujeres en la montaña, «estaba prácticamente sola». Pero esta realidad ha ido cambiando a lo largo de los años, algo de lo que se siente profundamente satisfecha. «He tenido suerte con los hombres que han estado ahí porque no me han impedido hacer nada, pero son demasiado protectores por lo que a la hora de elegir objetivos estás en segundo plano», matiza.

Tanto ha cambiado la realidad que de ser prácticamente la única fémina escalando ahora se organizan congresos sobre la mujer en la montaña. «Son pocas veces las que he podido ir con otras mujeres a escalar pero es muy gratificante porque estas con tus iguales», afirma y confiesa que la Federación de Montaña a nivel nacional está viviendo una auténtica revolución debido a que las mujeres están entrando en los puestos de administración del organismo «Es importante que estén las personas más válidas, sean mujeres u hombres. Pero es importante que se les vaya dando un empujoncito a las mujeres, porque pesa mucho ese papel tradicional de estar en un segundo plano», admite la escaladora.

Su ambición es que la montaña, y las mujeres escaladoras, sean conocidas y referentes sobre todo haciéndose eco de las primeras. Por esa razón, Ana Isabel trabaja en una publicación, que ahora tiene formato de proyección, sobre mujeres pioneras. Entre ellas destacan María Isabel Pérez Pérez y su prima María Teófila Gao Pérez quienes fueron las primeras mujeres en subir al Naranjo de Bulnes, en 1935.

Ambas son nietas de «El Cainejo» el primer hombre que ascendió dicho pico junto con el marqués de Pidal. «Yo cuando escalo por esas paredes me acuerdo de ellas y de lo osadas que fueron», destaca Ana Isabel quien pide un reconocimiento público para ellas puesto que vencieron las convenciones sociales, físicas y psicológicas para subir y bajar del pico, «y Teófila lo hizo sin cuerda».

No duda en animar a mujeres, niños y niñas a practicar este deporte que define como físico pero también con salud y fortaleza psicológica. «Tienes que tomar decisiones, esforzarte, explorar... así como el valor social» ha destacado.

Y es que Ana María se confiesa una enamorada de la roca y del ambiente alpino. De hecho, ella nunca se propuso ser la primera mujer que subiera 100 veces el Bulnes, hasta que llegó a la 80. «Pensé, ¿y si soy capaz de llegar a las cien? Y lo he superado», puntualiza.

Aunque no es esta su única cima ya que ha hecho cumbre en las más características de Picos de Europa, de la Península Ibérica, así como en los Alpes, Dolomitas, los Andes, Alaska...«Un poquito de todo, de lo que la vida y las montañas me han permitido», advierte destacando cómo la montaña le ha moldeado el carácter al suponer una superación ilusionante de uno mismo.

«La escalada fundamentalmente se basa en valores cooperativos. Tú tienes que negociar y cuidar a la otra persona porque como dije, la cuerda se convierte en un cordón umbilical donde llevas la vida de otra persona», advierte esta enamorada de la montaña que no duda que seguirá ascendiendo y abriendo vías en la montaña y en la vida.