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Sábado, nueve de la mañana. Un cliente espera en la parada de taxis del municipio asturiano de Villaviciosa la llegada de un vehículo que le lleve a su destino. Por fin aparece un taxista.
Miguel Ángel Crespo, fugado de la prisión de Villahierro mientras realizaba ... tareas de limpieza por las calles de Mansilla de las Mulas el pasado martes 26 de octubre, entra en el taxi.
El preso indica al conductor que se ponga rumbo a la mítica playa asturiana de Rodiles, en un trayecto que duró unos diez minutos. «Era un tipo totalmente normal, pagó y sin problemas», relata el conductor que transportó a Crespo en uno de los taxis que solicitó durante su estancia en tierras asturianas tras su fuga de prisión.
La fuga de Crespo, al detalle
ALICIA G. OVIES | RAMÓN MUÑIZ
ALICIA GARCÍA-OVIES / L. A. R.
Pese al exhaustivo dispositivo de búsqueda establecido por la Guardia Civil, el interno huido se mostró «muy tranquilo» durante el trayecto.
El asturiano mantuvo el temple y la compostura pero trató de, en todo momento, ocultar lo máximo posible su identidad. El taxista recuerda que iba «encapuchado» y que «sólo se le veían los ojos».
Crespo se atrevió incluso a rebajar una hipotética tensión en el ambiente con la conversación más corriente entre desconocidos para romper el hielo: el tiempo. «Le llamó la atención lo mucho que tardaba en amanecer», puntualiza el taxista que, durante diez cotidianos minutos, condujo junto a un preso fugado en búsqueda y captura.
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El pasado martes, 2 de noviembre, Crespo fue detenido finalmente por las autoridades. El fugitivo tomó otro taxi rumbo a la parroquia de Viñón, perteneciente a Cabranes.
Este movimiento permitió a los agentes seguir su pista y proceder, finalmente, a su detención ocho días después de su escapada de Villahierro.
El sábado, 20 de octubre, fue detenida la pareja de Crespo, Elena S., La mujer, de 32 años, fue arrestada a las 7:00 de la mañana de la jornada sabatina mientras caminaba por la carretera en la localidad de Amandi-Villaviciosa. El fugado asturiano logró escapar y mantenerse oculto hasta su detención, en las inmediaciones de la senda del arroyo de Viacaba
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