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Carlos Alonso en Osaka Carlos Alonso
La historia de Carlos Alonso, un leonés en la tierra del Sol naciente
Leoneses en el extranjero

La historia de Carlos Alonso, un leonés en la tierra del Sol naciente

Ingeniero de minas y amante del mundo del manga y el anime comenzó a estudiar japonés del el Centro de Idiomas de la ULE y se enamoró de la cultura que ahora vive en priemra persona

Domingo, 24 de noviembre 2024, 09:14

Carlos Alonso Brasas, ingeniero de minas de León, nunca imaginó que su pasión por el anime y el manga lo llevaría tan lejos, hasta construir una vida en Japón. Desde pequeño, series como Dragon Ball plantaron la semilla de su interés por la cultura japonesa, una semilla que siguió creciendo a mismo tiempo que él mismo lo hacía. «Cuando acabé la carrera tenía claro que no quería trabajar en minería por las malas condiciones», explica. Este desencanto, unido a su pasión por Japón, lo motivó a dar un giro radical a su trayectoria tanto profesional como personal.

En León, Carlos comenzó a estudiar japonés en el Centro de Idiomas de la Universidad de León, donde tuvo su primer contacto con estudiantes japoneses que estudiaban de intercambio. Después de trabajar medio año en los túneles de Pajares, decidió invertir sus ahorros en su verdadero sueño: estudiar japonés en una escuela en Japón.

Carlos se instaló en Osaka, donde pasó los primeros tres meses de su aventura nipona. Aunque intentó conseguir una beca para estudiar en Japón, finalmente optó por pagarse un curso de año y medio en una escuela local. «Llegó un momento en el que me cansé de estudiar y cambié de rumbo», comenta. Esa decisión lo llevó a un puesto en Atmos Copro Technology, una empresa de servicios tecnológicos conocida como 'haken' (hakengaisha), un tipo de empresa que contrata empleados para subcontratarlos a otras empresas.

Fotografías de Carlos Alonso en Japón C.A.
Imagen principal - Fotografías de Carlos Alonso en Japón
Imagen secundaria 1 - Fotografías de Carlos Alonso en Japón
Imagen secundaria 2 - Fotografías de Carlos Alonso en Japón

En su trabajo, Carlos se especializó en la redacción de manuales de aviones, cubriendo desde los procedimientos para desmontar componentes de cabinas hasta el anclaje de asientos y lavabos. «Estos manuales son esenciales para los técnicos, ya que detallan cómo realizar cada proceso», explica. Ahora, tras seis años en Japón, vive en Nagoya, la tercera ciudad más grande del país, y realiza su trabajo en modalidad de teletrabajo.

Aunque Carlos llegó a Japón sin pareja, encontró el amor a través de una aplicación de citas. Miyuki, su actual esposa, lo conquistó, y juntos formaron una familia. Su boda combinó tradiciones japonesas y españolas: él vistió el traje típico japonés y más tarde celebraron una comida en España. Hace poco más de un año nació Hiroki, su primer hijo.

«La familia de mi mujer nunca me puso problemas por ser extranjero, algo que valoro mucho», dice. A pesar de las diferencias culturales, Carlos se ha adaptado bien a la vida en Japón. «Es un país muy seguro, con una comida deliciosa y una tranquilidad que difícilmente encuentras en otro lugar».

La vida en Japón tiene contrastes notables, algo que fascina a Carlos. Desde los imponentes rascacielos iluminados por neones hasta los tranquilos templos tradicionales, el país combina lo moderno con lo ancestral. Sin embargo, adaptarse no siempre ha sido fácil.

«Los japoneses son muy buenos siguiendo normas, pero si tienen que improvisar, les explota la cabeza», bromea. La sociedad japonesa es conocida por su rigidez y jerarquía, lo que se refleja en el ámbito laboral. «Aquí está mal visto salir antes que el jefe, y las horas extra son un problema. Aunque hay leyes que intentan limitarlo, es posible que la gente trabaje más de 40 horas extra al mes».

Otro aspecto peculiar es la relación entre los japoneses y los extranjeros. «Muchos no hablan inglés y pueden ser un poco fríos al principio, pero si consigues romper la barrera cultural, son personas muy amables», añade.

A pesar de que Carlos echa de menos a su familia y amigos en León, no planea volver a España a corto plazo. «En Japón tengo estabilidad, tranquilidad y una calidad de vida que difícilmente encontraría allí. Además, mi mujer no habla español, lo que complicaría la mudanza».

Con seis años de experiencia en Japón, Carlos ha encontrado un equilibrio entre su vida profesional y personal en un país que, aunque diferente, ahora considera su hogar. Su historia es un ejemplo de cómo la curiosidad, y el esfuerzo pueden abrir puertas inesperadas, llevando a un leonés a descubrir una vida plena al otro lado del mundo siguiendo una pasión que también tenía mucho de intuición.

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