Daniel Pacho, el músico leonés que revive el legado de Pedro Blanco en Ámsterdam

Por las vibrantes calles de Ámsterdam, Daniel Pacho, músico leonés y residente de la ciudad desde hace años, ha encontrado el espacio idóneo para desarrollarse tanto personal como profesionalmente. Esta ciudad y su conservatorio han sido catalizadores en su trayectoria artística y en su fascinación por la figura de Pedro Blanco, un compositor leonés casi olvidado, pero cuya obra Daniel está decidido a traer de nuevo a la luz.

«Ámsterdam da la bienvenida a todas las culturas y filosofías, les ofrece un espacio de expresión», comenta Daniel, refiriéndose a la libertad con la que ha podido explorar y formarse en el Conservatorium van Ámsterdam. «Aquí, en lugar de encajar en un molde, me han ayudado a descubrir quién soy como músico y como persona». Bajo la tutela de figuras destacadas como David Kuyken y Frank van de Laar y siguiendo el ejemplo de su profesor en León, Héctor Sánchez Ruiz (quien también estudió en el conservatorio de Ámsterdam), Daniel ha aprendido a valorar no solo la técnica, sino la conexión emocional y filosófica que debe acompañar a la enseñanza musical. Esta experiencia le ha permitido también desarrollarse como profesor, llevando esta misma filosofía a sus propios alumnos en Ámsterdam.

Uno de los proyectos que más ha captado la atención de Pacho es su investigación sobre Pedro Blanco, un compositor leonés del siglo XIX cuya obra había caído en el olvido. Fue redescubierto de forma fortuita: una partitura de su obra Hispania apareció en un anticuario de Astorga en 2002. Aquello fue solo el principio de una serie de investigaciones que revelarían un legado musical de profundas raíces leonesas. Blanco, nacido en León en 1883 y formado en Madrid con figuras como Felipe Pedrell, se trasladó luego a Oporto, donde continuó su carrera musical hasta su prematura muerte en 1919. Su trabajo, a menudo centrado en temas populares de León, se hallaba en gran parte escondido, hasta que gracias a este manuscrito encontrado por el antiguo director del Auditorio de León lo ha traído hasta nuestros días.

Para Daniel, esta investigación ha sido más que un simple estudio académico; ha sido una forma de reconectar con su tierra natal. Su padre, Félix Pacho, un gran amante de la cultura leonesa, ha sido una influencia constante en esta labor de rescate cultural. Daniel ha contado además con el apoyo de expertos en la figura de Blanco como José Antonio Martínez Pereda, autor del libro Añoranzas y Saudades: Descubriendo al músico Pedro Blanco (León, 1883 - Oporto, 1919), y Miguel Fernández Llamazares y Julia Franco Vidal, quienes han trabajado para reeditar sus obras.

Dentro de la obra de Blanco, Daniel ha realizado un análisis en profundidad de la suite de Castilla, una de las piezas más personales del compositor. «Es una obra en la que Pedro Blanco expresa la nostalgia por su tierra, sus raíces leonesas, y su dolor por la pérdida de su madre», explica Daniel. En particular, la pieza La Nana leonesa, que él interpreta como un réquiem por su madre, ha sido un hallazgo conmovedor para Daniel. «Creo que esta obra refleja su esencia más íntima. Mi análisis intenta descifrar su lenguaje musical y su complejidad emocional, para mostrar quién era él realmente».

Escrita en cuatro movimientos (Tonada de Gañanes, Nana Leonesa, La Llanura Gris y Fiesta Maragata), la suite se convierte en un mosaico de su tierra natal. Cada pieza, dedicada a un músico que marcó la vida de Blanco invita al oyente a recorrer los paisajes áridos, la nostalgia y la belleza dura de Castilla. «Es como abrir una ventana a la vida de Blanco, a su desolación y su amor por León,» explica Pacho con admiración, reconociendo el privilegio de interpretar una obra tan íntima. «En La Llanura Gris, por ejemplo, Blanco logra capturar con disonancias y escalas modales el silencio y la inmensidad de Castilla, un paisaje tan desolador como hermoso». Daniel ha logrado llevar esta música al prestigioso Conservatorio de Ámsterdam, donde sus profesores han valorado la profundidad y el significado cultural de la obra de Blanco. «Es un orgullo haber podido presentar a un compositor leonés desconocido en un entorno tan internacional», señala con entusiasmo.

A pesar de la conexión profunda que Daniel ha desarrollado con Ámsterdam, la posibilidad de regresar algún día a León siempre está presente en sus pensamientos. «Creo que León me puede aportar muchas cosas en otro momento de mi vida,» reflexiona, sin prisas pero con la certeza de que, cuando llegue el momento, le gustaría llevar consigo todo lo aprendido en Ámsterdam. Ese viaje de vuelta es también una forma de retribuir y enriquecer la vida cultural de su ciudad natal y quizás de inspirar a otros músicos jóvenes a explorar, a arriesgar y a encontrar su voz en la música, pero también de encontrarse a ellos mismos.

Por ahora, Daniel Pacho continúa creciendo, explorando, interpretando y difundiendo el legado de Pedro Blanco en el conservatorio y más allá, con la esperanza de que, como él, otros también redescubran en León el eco de una tierra que sigue viva en cada nota y que espera pacientemente a que su hijo pródigo vuelva cantando a casa.

• Temas
• Amsterdam
• Música