He soñado que se aplanaba la curva.
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Debo decir que, para mí, los sueños, sueños son, y ni hablo de ellos ni les hago el menor caso (entre Calderón y Freud, cien veces Calderón). Pero éste estaba hecho de elementos del confinamiento: yo veía la ... gráfica de la curva en el móvil y corría a enseñársela a mi marido, que se dirigía a la orilla del mar con el crío. En realidad corría a enseñársela a una foto de padre e hijo dirigiéndose al agua uno de estos veranos en Cala Agulla (vamos allí algunas tardes, a la hora de la luz prodigiosa. Tan prodigiosa que intento llevarme un poco para cuando haga falta, de ahí las fotos).
El confinamiento ha reducido las relaciones a una combinación de esos elementos: móvil, gráficas e imágenes encuadradas, sean fotos, pantallas de televisión o reuniones en tiempo real de Zoom. Visto en positivo, esa combinación permite las relaciones. Visto desde el ánimo de los confinados, el cursor se mueve entre «reduce» y «permite» en función del día y de la hora.
Hoy es domingo, primer día del horario de verano, segundo día del fin de semana sin clases online. Mañana se paraliza toda la actividad no esencial en España. Objetivo: que aplanar la curva no sea un sueño.
En este finde sin horarios, que yo me prometía tan feliz, me pesan especialmente los días que llevamos reducidos. Y la noticia dicha así, paralizar toda la actividad no esencial, añade un poquito de peso a esos días.
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Soy bastante normal, pienso por ello que no soy la única que siente ese peso. Así que aparece otro objetivo: mantener el ánimo. Y la actividad. Y el cursor en «permite».
Lo primero: moverse. El primer movimiento: físico. Por un pasillo se pueden hacer 5km en una hora; en una habitación de cuarentena se pueden hacer 5.000 pasos al día. Hay que cuidarse y estar despiertos ahora. Por supuesto, también listos para la actividad en cuanto regrese. Pero esta vida de ahora es de verdad, no es un sueño, y hay que cuidarse.
Lo segundo: rutinas, horarios, todo el catálogo de consejos que circulan por periódicos y redes en estos días.
Yo no soy nadie para dar consejos, pero después de decir que no hablo de los sueños y contar el mío a continuación, voy a dar uno. De las decenas de claves, ideas, decálogos, etc, que se publican, hay que elegir solo dos. O tres, pero no más. Las más propias o las más fáciles de hacer. Cualquiera, todas valen. Dos o tres solamente, y ponerlas en práctica cada día. Y el resto, que el tiempo pase: tendremos la sensación de deberes hechos y pasará ligero.
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Mientras tanto nuestros sanitarios siguen luchando. Estoy segura de que un solo día suyo genera más noticias que toda una ciudad confinada. Pero no se paran a hablar, viven en la lucha urgente para curarnos.
Por ellos, que no paran, mantengamos sanos el cuerpo y el espíritu. Solo faltaba que además tuvieran que oír nuestras lamentaciones. Mejor las disolvemos en Zoom y volvemos ligeros a la vida.
Buen domingo y felicidades atrasadas a Amancio Ortega, que ayer cumplió años.
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