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Diario de una cuarentena (VII)

Diario de una cuarentena (VII)

Ninoska Sánchez Alonso

León

Lunes, 6 de abril 2020, 11:13

¡Hoy ha amanecido!

Me ha sorprendido tanto que he hecho una foto. Mi ventana da al oeste y el sol, trepando por detrás de mi edificio, iba iluminando poco a poco los de enfrente.

Los miro cada tarde a la hora de los ... aplausos, pero solo distingo siluetas recortadas en las luces encendidas porque a esa hora ya anochece.

Ha amanecido y mi sorpresa me ha hecho pensar que el confinamiento empieza a no ser inocuo. O será simplemente que hoy no hay cole, no hay horarios, y que, por primera vez desde que empezó este paréntesis, el día no ha explotado de repente.

Hoy es sábado y la mañana va más lenta.

He limpiado como siempre, pero sin prisas, el suelo de la cocina (y de paso el del pasillo y la sala) porque Nala es aún un cachorro y sus amaneceres son bastante productivos. Una de las cosas que he aprendido esta semana al ayudar en Sciences (of course) es que para que algo se considere un organismo vivo tiene que realizar siete procesos vitales (life processes, traduzco libremente): movimiento, reproducción, sensibilidad (reaccionar a cosas a su alrededor), crecimiento, respiración, nutrición y excreción de residuos. Pues bien, Nala, que es una cachorrita muy viva, hace esos siete procesos muy bien. Y, como duerme en la cocina, cada mañana me toca limpiar cuidadosamente las pruebas del último. Dice el libro de Sciences: waste materials include liquids (urine). Ahí lo dejo. La parte positiva es que «todo esto» me ha pillado acostumbrada a usar lejía.

Hoy es sábado y, el tiempo de un fin de semana, mis niños presenciales se convierten en niños simplemente confinados. Digo niños, pero en realidad tengo dos seres distintos: un niño que de vez en cuando se sube por las paredes y una adolescente que de vez en cuando se amotina. Otro día lo cuento, pero no me vendrían mal un par de trucos para gestionar motines sin perder la calma, la propia y la de la casa confinada, y para que el subirse por las paredes no provoque motines.

A falta de otros, mi plan para hoy es convertimos todos en gente normal, confinada pero normal, sin más online que el Zoom que vamos a hacer esta noche en familia. Y es que hay que parar y encontrar un poco de tiempo para (telemáticamente) verse y compartir lo que empieza a pasar en muchas casas. También en la nuestra, ya no queda nadie que viva «todo esto» desde lejos.

Me llegan noticias desde la otra punta del mundo sobre iniciativas para que los niños, que bastante tienen con ser niños confinados hijos de padres confinados y preocupados, se liberen de la parte académica online. Pero también eso lo contaré otro día, porque hoy quiero hacer un paréntesis en el paréntesis y disfrutar del fin de semana.

Mientras tanto nuestros sanitarios no paran. Cada curación es un éxito, otra deuda más para con ellos. No nos la cobrarán, nos la regalan y además aplauden cuando uno de nosotros abandona el hospital. Héroes, ángeles o simplemente lo mejor de la naturaleza humana en primera línea de batalla.

Esta noche cambia la hora y seguro que mañana amanece de nuevo.

Que todos lo veamos.

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