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El presunto asesino de un hombre en el barrio de La Sal, junto con su abogada en una sesión del juicio. Campillo

El acusado por el asesinato en La Sal insiste en su inocencia y en que su error fue «salir de casa» aquella noche

La defensa de Óscar carga contra todos y acusa al inspector de la policía y a la de la UDEV de «falso testimonio» y contra los agentes ante «el peor atestado jamás visto» | La acusación pide «la pena de muerte» para el presunto autor del crimen | Las partes mantienen sus peticiones: fiscal, 27 años; acusación, 30 años; y defensa, la libre absolución

Jueves, 15 de abril 2021, 15:30

Mucha tensión y discursos muy duros los presentados por las partes en la última sesión del juicio oral por el asesinato que se produjo en el barrio de La Sal el 19 de agosto de 2017 y donde falleció un hombre que paseaba con ... su esposa en una noche de verano.

Fiscal, acusación y defensa han elevado a definitivas las conclusiones tras tres sesiones en las que han prestado declaración numerosos testigos, peritos y policías relacionados con este caso.

El ministerio fiscal ha sido el primero en ofrecer una «didáctica» posición y en la que ha mantenido la petición de 27 años de cárcel para Óscar, el único acusado de este crimen ocurrido hace casi cuatro año. «Sigo tan convencida, o más si cabe, de que existen pruebas para mantener la acusación de asesinato, robo con violencia y lesiones leves».

Asesinato intencionado, violento, con intimidación y consumado

Durante su intervención, ha situado como prueba directa el reconocimiento del presunto asesino que realizó la única testigo presencial: la mujer del fallecido. A ello ha sumado varios indicios como la posesión, por parte del acusado, de los móviles de las dos víctimas y otros efectos personales en la misma noche del crimen, en el momento en el que fue detenido, así como que su propio terminal apareciera a escasos metros del lugar de los hechos.

«El acusado ha mentido constantemente y ha dicho una única verdad: que el único error que cometió fue quedarse de fiesta; así se le encontró con la misma ropa y los efectos de los agredidos». Es por ello que la fiscal cree que aquella noche de agosto de 2017 hubo alevosía sorpresiva porque «buscó el lugar adecuado», lo que lo convierte en asesinato; que lo hizo con intención, violencia e intimidación y que lo consumó, según su conclusión.

También hizo alusión a las «contradicciones» en la coartada del sospechoso: «primero fue al Húmedo y perdió el móvil y compró dos a unos gitanos; luego fue a casa de un amigo, que solo había coincidido alguna vez, y se quedó dormido y le cogieron el móvil», ha expuesto.

La pena de muerte

La representante del ministerio público ha pedido al jurado popular que «no tengan miedo a un veredicto de culpabilidad» porque pueden «dormir tranquilos» aunque sea condenado a 27 años ya que le parece «hasta una pena baja».

En esa misma línea insistió la acusación particular quien reconocía que «ningún caso me ha impactado tanto como este», donde una persona buena caminaba por la calle y le tocó encontrarse con su asesino.

El abogado de la familia recordó el discurso de la fiscal y apuntó a que el acusado ahora «echa la culpa al muerto -el amigo con el que supuestamente pasó la noche falleció-» y en la sucesión de «coincidencias» para que en el momento de la detención portara numerosos efectos de las víctimas.

«Hay pruebas más que suficientes para determinar la culpabilidad sin ningún género de dudas». «No tengan ningún miedo, no muestren ningún arrepentimiento; esta persona no está enferma y si sale a la calle volverá a hacer lo mismo. Yo le pediría la pena de muerte y no me quedaría ningún remordimiento por ello», espetó al jurado popular.

La defensa carga contra todos

Y tras esta dura conclusión de la acusación, llegó el turno de la defensa, que no le fue a la zaga, y cargó contra los inspectores, los agentes que investigaron los hechos, los periodistas e incluso contra las víctimas en su última oportunidad para proteger una presunción de inocencia que también la letrada vio adulterada para su cliente.

Aseguró que la testigo presencial, agredida y viuda de la víctima mortal, María Esperanza, había caído en «contradicciones» que ella iba a tratar de «desmontar». «Dijo en instrucción que el asesino le había robado el bolso y luego atacado a su marido; y aquí lo contó al revés. Reconoció a una persona en la primera rueda de reconocimiento que no era mi cliente, y dijo que era porque iba empastillada», afirmó la abogada.

Más dura fue contra los fallos en la instrucción del caso, llegando a anunciar que podría pedir la nulidad del juicio por «no haber respetado la Ley de Enjuiciamiento Criminal ni la cadena de custodia de las pruebas». Y es que, según la defensa, «los inspectores de la policía y de la UDEV han venido a mentir» a sede judicial. «El inspector ha mentido en perjuicio de sta persona. Y la de la UDEV dijo que el pantalón era de cuadros azules porque se lo habían dicho los testigos; algo que no pudieron aclarar en su testimonio». Y sin miedo a posibles represalias, convencida de que podía probar sus palabras, acusó de «falso testimonio en contra de un reo» a los cuerpos y fuerzas de seguridad. «Había animosidad por parte del inspector en contra de él», afirmó, como prueba de que no se quiso buscar el cuchillo, el bolso de Andrés -la víctima, mirar las cámaras o la localización GPS del acusado durante la instrucción. «Jamás he visto un atestado peor», también confesó.

Es más, la abogada llegó a reconocer que no sabía que era peor «si ser el muerto o ser Óscar -el acusado-», tratando de hacer comprender su posible inocencia mientras que el posible asesino del barrio de La Sal podría seguir en la calle.

«Se acabó la droga e intentamos pillar más»

Por este motivo, la abogada de Óscar rogó al jurado que comprobase todas las pruebas antes de declarar los hechos probados ante una pena tan importante como la que le puede caer a su cliente.

El último turno de palabra correspondió al acusado, quien pidió, en un primer momento, disculpas por su comportamiento en la primera sesión.

Posteriormente, hizo mención a las labores de un soldado, respondiendo a la fiscal, quien había expuesto que su instrucción militar le había llevado a «aprender a matar». También reiteró que «una persona normal no va por la calle matando personas», en alusión a sí mismo, y continuó su discurso confesando sus «errores en años pasados», pero que siempre se había dedicado a su familia. En ese momento, la magistrada le recomendó que centrara su turno de última palabra en los hechos enjuiciados y éste concluyó lamentando que esa noche hubiera salido de casa y haber prestado el teléfono. «Aquella noche se acabó la droga, intentamos pillar; me tomé dos alprazolam y me quedé dormido; luego vinieron y me dijeron que había habido una movida con mi teléfono y a cambio me dieron otros dos», explicó por última vez el acusado antes de que la presidenta de la sala diera por cerrado el juicio oral y citase este viernes a las partes para dar traslado del objeto del veredicto al jurado popular y que éste se retire a deliberar.

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