El hombre asesinado en La Sal recibió una puñalada certera, violenta y mortal de necesidad

Óscar, el acusado, telefoneó antes de las 23:30 horas de ese día, poco más de media hora antes del crimen, a un amigo para ofrecerle tomar algo, hablar del gimnasio y pedirle droga, según reconoció por videoconferencia este vecino de la barriada de San Andrés del Rabanedo. La llamada duró 12 minutos y se realizó desde el terminal que fue localizado por la Policía Nacional en calles cercanas al lugar de los hechos y que el presunto autor del crimen perdió en su huída.

Dos médicos forenses que realizaron la autopsia al cadáver de la víctima, así como el reconocimiento de las lesiones de la mujer que acompañaba a su esposo en el momento de la agresión, también han prestado declaración para garantizar que no se hallaron restos de ADN en el cuerpo del fallecido.

Estas dos mujeres expusieron que la herida «mortal de necesidad» se realizó con un inciso punzante, en el costado izquierdo inframamilar y alcanzó el corazón. La herida que se produjo medía 3,5 centímetros de ancho y penetró nueve centímetros en el cuerpo. «Imprimió tanta fuerza que llegó al pericardio y fue de riesgo vital. Ni en la UCI se hubiera salvado», han declarado.

Ambas han coincidido en la posibilidad de que no hubiera restos de sangre en el presunto asesino porque en esa zona del cuerpo «la sangre emana, pero no sale proyectada». Además, descartaron que el arma localizado cerca del lugar no pudo ser la utilizada en el crimen.

Las forenses aseguraron que a la víctima no le dio tiempo a defenderse de una «puñalada certera, frontolateral, de una única herida violenta y que fue mortal de necesidad».

Este jueves se desarrollará la última sesión, donde participarán los cuerpos y fuerzas de seguridad, las partes expondrán sus conclusiones y habrá turno de última palabra para el acusado antes de que el jurado popular se retire a deliberar con el objeto del veredicto.