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Iñigo Gurruchaga
Londres
Viernes, 9 de junio 2017, 07:12
Una victoria amarga para Theresa May. La líder conservadora ha ganado las elecciones británicas celebradas este jueves, pero ha perdido la mayoría absoluta que tenía en la Cámara de los Comunes y aspiraba a ampliar para iniciar desde una posición de fuerza las negociaciones ... con la UE sobre el 'Brexit', que se abren dentro de apenas diez días. La primera ministra que relevó a David Cameron tras el referéndum que apostó por dar un portazo a Europa sale de las urnas debilitada en el nuevo Parlamento, en el que ahora necesitará aliados para gobernar, y también de cara a Bruselas, donde ha planteado un divorcio duro en unas condiciones que sus socios comunitarios rechazan de plano.
Con el 99% del voto escrutado, el Partido Conservador obtendría 315 escaños; es decir, 12 menos que en los comicios de 2015; y los laboristas suman 261, lo que supone un avance de 29. El Partido Nacional Escocés, que promueve un nuevo referéndum para la independencia con el argumento de que ese territorio votó a favor de la permanencia en la UE, ha sufrido un claro revés al quedarse con 35 representantes, 21 menos, como consecuencia del empuje de los laboristas, que han recuperado parte de su fortaleza en Escocia. Los liberal demócratas avanzan posiciones con 12 parlamentarios, 4 más que en 2015. El resto de la Cámara se lo reparten otras fuerzas minoritarias.
La Cámara de los Comunes tiene 650 escaños y las sumas para obtener una mayoría de Gobierno complican todas las combinaciones posibles. Los resultados son una catástrofe personal para la primera ministra, Theresa May, que convocó las elecciones, tras rechazarlo insistentemente, porque quería ganar margen de maniobra para negociar el 'Brexit', que ha aceptado el protagonismo absoluto en una campaña en la que otros ministros han sido marginados y en la que se han cometido múltiples errores.
Miembros del Gobierno, como el ministro para Comercio Internacional, Liam Fox, esquivan la confirmación de que May será la primera ministra tras estos resultados. El líder laborista, Jeremy Corbyn, ha pedido su dimisión. Y junto a las dudas sobre el futuro de la política conservadora, que no ha comparecido aún en público, ya se pone en duda la viabilidad del 'Brexit' duro- con abandono del mercado común y de la unión aduanera- que May hizo suyo.
Los estrategas electorales conservadores no han logrado sus objetivos. Querían arrebatar al laborismo dirigido por un exsimpatizante del IRA, de 68 años, sin ninguna experiencia de Gobierno, bastiones tradicionales del partido en las tierras centrales, el norte y y el nordeste de Inglaterra. Querían hacerlo porque en numerosas circunscripciones laboristas ganó el 'Brexit' en el referéndum de 2016. Pero los 'tories' sólo han absorbido los votos del Partido eurófobo y anti-inmigrantes, Ukip, cuyo exlíder, Nigel Farage, culpa ahora a May de "poner en peligro" el 'Brexit'. En el conjunto del país hay huellas de una alianza de votantes por la permanencia en la UE que han marcado al candidato mejor colocado frente a los conservadores y en los bastiones tradicionales laboristas las viejas identidades no se han roto por la cuestión europea.
Jeremy Corbyn saldrá fortalecido de estas elecciones y su resultado avalará su argumento de que el laborismo necesita conectar de nuevo con los simpatizantes perdidos en la cola de la 'era Blair' con un programa de socialdemocracia clásica, que contempla nacionalizaciones, inversión pública, reconocimiento del papel de los sindicatos,... La exposición de la campaña le ha presentado como un hombre cordial y amigable, mientras May se refugiaba en actos semiprivados y manicurados para las cámaras de la televisión.
Los conservadores han dedicado vídeos en las redes y grandes cantidades de saliva a recordar las simpatías por el IRA de Corbyn y de su segundo, John McDonnell. Insistieron en atacarlo fieramente cuando pronunció un discurso razonable sobre los efectos que intervenciones militares en la que ha participado Reino Unido para crear amplias áreas sin Gobierno real en Oriente Próximo, y que permiten la expansión del terrorismo. Pero la explotación descarada por May de los atentados de Mánchester y Londres para proponer una dureza antiterrorista vaga tampoco le ha beneficiado.
La única alegría conservadora llega de Escocia, donde los 'tories' habían sido marginados desde la desindustrialización radical de Margaret Thatcher. Una líder optimista, simpáticas, gay, liberal y que hizo una campaña activa en favor de la permanencia en la UE, Ruth Davidson, ha guiado el resurgir del partido con su oposición a un segundo referéndum sobre la independencia.
Laboristas y Liberal-Demócratas también recuperan votos en Escocia, pero la caída del independentista SNP se ilustra con la pérdida de su escaño en Gordon por Alex Salmond, el patriarca del independentismo escocés contemporáneo. El ex líder liberal-demócrata que llevó a su partido a una coalición con los conservadores entre 2010 y 2015, Nick Clegg- casado con la abogada vallisoletana Miriam González-, también ha perdido su escaño.
Por otra parte, el propio Corbyn, había reclamado a May que anunciase su dimisión, apuntando a su "pérdida de apoyos" en las elecciones parlamentarias. "La primera ministra convocó las elecciones porque quería un mandato. El mandato que ha logrado es que los conservadores han perdido escaños, votos, apoyo y confianza. Creo que eso es suficiente para que se vaya", remachó.
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