Pedro Muñoz, fundador de Coalición del Bierzo, durante la campaña municipal de 2019. El lema fue 'Todo va a salir bien'. César Sánchez/Ical

Pedro Muñoz: «La única persona que tiene Raquel en la vida es a mí. Que me la den como está, no me importa»

El expolítico berciano, en libertad a la espera de juicio, relató en el juzgado su tormentosa relación con su segunda mujer y su versión del «accidente» que dejó parapléjica a Raquel Díaz. En sus dos años en Mansilla, impartió un taller a los reos sobre Cómo gestionar la soledad. «Uno no es un hombre hasta que no conoce la experiencia de haber estado en prisión», dijo

Domingo, 31 de julio 2022, 09:17

«Cualquiera puede cometer en su vida decisiones erróneas y acabar en la cárcel». La sentencia, no por manida menos cierta, la pronuncia ante un público entregado la leonesa Yolanda Puente cuando en abril de este año acude a la prisión de Villahierro para presentar ... a los reos su segunda novela, Última estación.

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Al terminar la charla, uno de los internos se acerca para comentarle «la gran verdad» que le parece su afirmación y añadir que también un tío suyo estuvo preso, «y aprendió mucho». Ella no sabe (él tampoco se lo cuenta) que el tipo «sobrado y arrogante» que se le acerca «haciéndose el simpático» es Pedro Muñoz, exconcejal del Ayuntamiento de Ponferrada enviado a la penitenciaría de Mansilla de las Mulas en junio de 2020 por -presuntamente- intentar matar a su segunda mujer, la abogada Raquel Díaz, que tenía entonces 44 años.

«Uno no es un hombre hasta que no conoce la experiencia de haber estado aquí, ya lo decía Bukowski», le espeta a Puente el berciano, que cuenta que él ha publicado dos libros y dice ser muy admirador de uno de los escritores imprescindibles del llamado 'realismo sucio', autor de origen alemán y estadounidense que el siglo pasado escribió 'Factótum', 'La máquina de follar' o 'La senda del perdedor'.

De su fanatismo por Bukowski también hablaba a otros reclusos Muñoz, que para matar el tiempo en prisión participaba en una especie de «taller cultural» en que el exalcalde, exconcejal, exprocurador y exdiputado (desde 1995 fue representante público bajo 6 siglas diferentes) impartía consejos a sus compañeros sobre «cómo gestionar la soledad» o lo instructiva que podía ser una estancia en prisión «para fortalecer a un hombre». Nota para curiosos: las monsergas de Muñoz sólo pueden visionarse en un canal interno de prisión, «pero no tienen desperdicio», cuenta una funcionaria.

Poco se sabe del estilo literario de los dos libros publicados por Pedro Muñoz, más allá de sus comentarios de refilón en alguna entrevista en un medio amigo. 'El indulto de Caín', de 1998, es una «reflexión doliente de la vida» en la que un tal Alvarito relata las andanzas en prisión de un familiar, T. «Su tío Toño estuvo en la cárcel por un robo», aporta un vecino de Toreno que reconoce no haber leído ningún libro del exalcalde. Años después de esa ópera prima, en 2005, la misma editorial (Huerga & Hierro) publicó 'Habitación sin número', de 160 páginas.

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«Si nos hubiéramos peleado, yo estaría peor que ella, y no tengo marcas en el cuerpo»

Pedro Muñoz

No hay constancia de que la frase que cita Muñoz sobre los beneficios de estar preso pueda atribuirse al 'poeta maldito', aunque uno de sus biógrafos, Neeli Cherkoski sí recoge en 'Hank: la vida de Charles Bukowski' que, cuando estaba cerca de la treintena, «pasó varias noches en la cárcel y trató de suicidarse tres veces». Conocido por su abulia social, la vida y obra del turbulento escritor estuvo marcada por excesos, drogas, violencia y mujeres. Promiscuo y agresivo, odiador confeso, los textos de Bukowski están plagados de obscenidades y crueles mensajes misóginos.

La pesadilla en la 'casa de los horrores'

Aunque a Muñoz quizá le gustase establecer paralelismos con Bukowski, no hay conexiones vitales ni literarias entre uno y otro «escritor», si bien el sórdido episodio por el que ya ha pasado casi dos años en prisión (y podría llevarle a Villahierro de nuevo si la Justicia lo condena) bien parece sacado de uno de los capítulos más siniestros de alguna de las seis novelas de Bukowski.

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Pedro Muñoz y Raquel Díaz el 1 de diciembre de 2018, en el día de la segunda boda para ambos. Familia RD

Para empezar, la historia por la que los vecinos del pueblo llaman a la vivienda del paraje de Las Huergas 'la casa de los horrores' ya pone los pelos de punta. Muñoz heredó la finca de su abuelo materno, Fausto Fernández, que presumía de haber asesinado a 104 personas. La sanguinaria historia de este hombre y de otros verdugos de la guerra civil la recoge el libro 'Las fosas de Franco', de Emilio Silva y Santiago Macías (Temas de hoy, 2003). Un exconcejal del pueblo cuenta 'off the record' que Muñoz «se vanagloriaba de los represaliados por su abuelo», muchos enterrados en el entorno de la casa desde donde el nieto de «Faustón» llamó a Emergencias aquella noche en que España salía ya de las medidas más duras del estado de alarma por la pandemia, desde el lugar en el que Raquel Díaz quedó postrada para siempre en silla de ruedas.

Según fuentes de la investigación, la pesadilla de Raquel habría empezado mucho antes de aquel 27 de mayo de 2020. El relato de terror podría haber empezado a finales de 2015, cuando empezó la relación sentimental entre la abogada nacida en Villablino y el enfermero de Psiquiatría, que rompieron con sus anteriores parejas para irse a vivir juntos. Se casaron en Ponferrada en diciembre de 2018. Desde entonces, son muchos los episodios tormentosos de los que durante la instrucción del caso ha dado cuenta una larga lista de testigos. Ella se fue de casa varias veces, pero volvía. Un año antes del episodio de Toreno, firmó un acta notarial en que aseguraba «no haber sufrido nunca» episodios de violencia física o psicológica.

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Raquel Díaz confía en que pronto se haga justicia. «Él en la calle y yo aquí…»

«La única persona que Raquel tiene en la vida es a mí. Que me la den como está, no me importa«. Son palabras de Pedro Muñoz. En su única declaración hasta la fecha, en junio de 2020, el exmarido de Raquel Díaz volvió a calificar en los juzgados lo que había ocurrido unos días antes en Toreno como «un accidente». «Se ha caído mi mujer y no me responde (…) Estoy en casa, esto es una finca que está en Toreno», advirtió a los Servicios de Emergencias cuando llamó para alertar de que «la había encontrado» en el porche, «no sé lo que ha pasado, estaba oscuro».

Cuando, al borde de la media noche, llegan las ambulancias medicalizadas a la vivienda, hallan a la joven ensangrentada, tendida en el suelo, en posición de decúbito lateral derecho, con la cabeza en un cojín y sangre en el suelo. Estaba en coma. Él insiste en que «se habrá caído» y, aunque es enfermero, no explica por qué la movió y la llevó dentro de la vivienda pese a su calamitoso estado.

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n 2004 Muñoz fue el candidato de UPL al Congreso. En su carrera política ocupó cargos bajo 6 siglas diferentes. Peio García /Ical

Trasladada primero al Hospital del Bierzo y, dada la gravedad de sus lesiones, al de León, los sanitarios alertan a la Policía Nacional de sus sospechas de posibles malos tratos. «Las lesiones son manifiestamente incompatibles con una caída».

Con Raquel entre la vida y la muerte y su marido aún en libertad, las averiguaciones de la Policía Judicial de la Guardia Civil avanzan. Hallan restos de sangre en varios puntos de la finca donde ocurrió todo. En el porche trasero, junto a las escaleras. En el interior: en una alfombrilla, en un cojín, en un aparador, en la pared blanca, en varias zonas. En el cuarto de baño, en tres toallas, en una pisada en la cocina. Los reactivos detectan sangre en las escaleras de acceso a la primera planta, en la habitación, en el lavabo del baño de la primera planta.

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«Si le hubiera dado una paliza no hubiera llamado al 112», declara. Quiere que hable su mujer y que diga lo que le ha pasado, recoge el sumario

En el interrogatorio en los Juzgados, Pedro Muñoz califica su relación con Raquel como «difícil» y cuenta que discutían porque «ella tenía problemas en que me relacionara con otras mujeres». Sobre el día de lo que llama «accidente», dice que él pasó por el Ayuntamiento de Ponferrada por la mañana, que Raquel le fue a buscar en coche y pararon para comprar una empanada berciana en Liébana. Que pasaron por la vivienda habitual (la que compartían en Santo Tomás de las Ollas) para recoger ropa, y que volvieron a Toreno, donde estaban «enclaustrados» desde el 14 de marzo para pasar el confinamiento.

Según Muñoz, esa noche él se puso a ver Operación Triunfo «y ella no quiso». Raquel se duchó y salió a la galería a jugar con los perros, y cuenta que «igual luego subió al tejadillo a coger a Audrey», la gata. Cuando él sale más tarde a buscarla, siempre según su versión, estaba muy oscuro y vio la cabeza de su mujer junto a los escalones de al lado de la galería, que le coge la cabeza y nota humedad, y que luego se da cuenta de que es sangre. «La llevé como pude a la galería, le puse la cabeza de lado, en posición de seguridad, que es lo que hay que hacer«.

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Hasta mayo de 2020 Muñoz fue concejal en el Ayuntamiento de Ponferrada, que gobierna un tripartito integrado por PSOE, Podemos y Coalición del Bierzo. César Sánchez /Ical

Admite que se mandaban mensajes «muy bestias» y que tenían discusiones, «pero no altercados». Y que «los dos» pensaron en divorciarse, pero niega que la agarrara del cuello o que se hubiera tenido que maquillar para disimular marcas. Reconoce que los moratones que a veces tuvo Raquel en los brazos «pudieran deberse» a que la agarraba «cuando ella tenía ataques de ira». «No había manera, ¿y qué hacías?, pues sujetarla».

Y Raquel habló

En su declaración, Muñoz argumenta que, si aquella noche se hubieran peleado, «él estaría peor que ella», y que él no tiene marcas en el cuerpo. Quiere que hable su mujer y que diga lo que le ha pasado. «Si le hubiera dado una paliza, no hubiera llamado al 112».

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Y Raquel habló. Tardó en hacerlo, pero contó qué ocurrió aquel 27 de mayo. Aunque llegó a activarse el protocolo de donación de órganos (había hecho testamento vital), la mujer de Muñoz pudo sobreponerse a las lesiones y, tras un largo periplo por quirófanos, la UCI y tres hospitales, declaró en el Juzgado de Ponferrada. Su detallada declaración ayudó a la reconstrucción de los hechos.

Los informes forenses indicaron que las lesiones de su cuerpo eran «absolutamente incompatibles por número, gravedad y localización con una precipitación o caída de poca altura». Ella declaró que aquel día discutieron, que él la golpeó con un palo, que la tiró desde la parte superior de la casa y la arrastró de nuevo dentro...

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Pese al delicado estado de salud de la abogada, con importantes limitaciones mentales de por vida tras el episodio de la presunta agresión, su declaración está grabada «y podría ser prueba preconstituida si fuese necesario», explicó hace unas semanas uno de los abogados de la acusación particular, Jaime de la Hera, que representa los intereses de la hija de Díaz. Junto a él ultima las actuaciones conjuntas el letrado ponferradino Pablo Bello, que también ejercerá la acusación particular, en su caso en nombre de Raquel y uno de sus dos hermanos.

Libertad, a la octava

Tras más de 26 meses de pesquisas, la instrucción del caso está a punto de finalizar. Han declarado la hija de Díaz, los dos hijos de Muñoz, varias amigas de la joven, la exmujer de él, los guardeses de la finca de Toreno, el médico del pueblo, el intendente de la Policía Local de Ponferrada, médicos y forense. En total, alrededor de una veintena de testigos.

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Cuando la titular del Juzgado número 5 de Ponferrada dicte el auto de conclusión del sumario, Pedro Muñoz volverá a prestar declaración. Se señalará fecha para el juicio en el que se determinará si Pedro Muñoz es o no culpable de los delitos que se le imputan, que son varios, por lo que no se celebrará el juicio con jurado popular.

«Uno no es un hombre hasta que no conoce la experiencia de haber estado en la cárcel», decía él en Villahierro a finales abril. En mayo, tras dos años recluído, conseguía la libertad tras habérsela denegado la jueza siete veces. Conocida la experiencia, Muñoz debe de soñar ahora con no volver a ingresar en prisión.

Raquel Díaz, a la que pidió el divorcio meses después de que ella declarara, reside en un centro de mayores de una provincia contigua. Su sueño es que pronto se haga justicia. «Él en la calle y yo aquí…». Entre mucha rehabilitación y algunas lágrimas de impotencia, la abogada que ayudaba en el turno de oficio a mujeres víctimas de violencia de género espera que le ayuden a encontrar un centro especifico en el que seguir recuperándose de sus graves lesiones neurológicas. En el gimnasio halla las fuerzas para llamar a su gente para charlar un rato y seguir pidiéndoles que cuando vayan la lleven gominolas, chocolate y un móvil nuevo.

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