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El martes Valderas se convirtió en un parque en el que, en vez de niños jugando, cada esquina se llenó de corrillos de vecinos comentando el derrumbe de una vivienda que ha provocado el desalojo de dos familias del pueblo.
Al llegar a la calle en la que se formó el socavón, vallada por ambas entradas para evitar cualquier peligro, hay cuatro hombres que observan el impactante hollo y los restos de una primera planta que se vinieron abajo como una pluma cayendo al suelo. «La cosa está jodida», dicen con claridad sobre la situación. «Las demás están en peligro. Esto está lleno de bodegas y se había caído alguna casa antes pero que no tenían vecinos. El problema de estas es que tienen vecinos».
Uno de estos vecinos es José Sánchez. Fue desalojado a las 8:00 horas del martes por consejo del alcalde, y Sonia Gil, concejala de Festejos, Deportes y Cultura, que vive a escasos 150 metros, se ofreció a darle cobijo a él y su familia cuya situación es especialmente delicada: una pareja de octogenarios cuya mujer ha sido diagnosticada con demencia senil y dos hijos, uno de los cuales tiene una minusvalía física que depende de una silla de ruedas para realizar cualquier desplazamiento.
«Ella ni se ha enterado todavía», confiesa José sobre su mujer, con los ojos llorosos y aún en 'shock' por lo ocurrido. Lo que nadie sabe es que el lunes a las 18:30 horas de la tarde el perito que asegura la casa de este vecino de Valderas, natural de Pola de Siero, se personó en la vivienda.
«Joder. Ayer a las seis y media de la tarde. Pero nada hacía predecir lo que iba a ocurrir por la noche. Vino el perito y le enseñé todas las grietas que había por la vivienda», revela. Además, detalla que la misma edificación caída «se cayó hace unos sesenta años». Él tiene 87 años y «de la noche a la mañana se ha visto en pijama y en la calle», comenta una conocida. «Tiene que ser terrible».
«Es increíble, te pasan muchas cosas por la cabeza», prosigue José Sánchez. Carmen es su hija. La frustración le pinta la mirada y atraviesa corriendo la plaza de los Caños, donde están ubicadas, justo en frente de la iglesia, las cinco viviendas afectadas. «No corras, Carmen, que llevas toda la mañana corriendo», le grita una de las muchas vecinas de uno de los corrilos, pretendiendo relativizar el problema: «que al menos estáis todos bien».
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C. González González
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Pero las palabras sobran. Carmen, al ver la cámara de fotos, dice que no puede hablar, y solo hace una declaración, con la voz entrecortada y un nudo en la garganta. «Lo único que te voy a decir es que agradezco toda la ayuda que los vecinos nos están prestando». Sentencia su frase y solidaridad que es un hecho. Tras alojarlos durante todo el martes Sonia y su marido, este miércoles 13 de marzo serán trasladados a una vivienda de planta baja con acceso de rampa.
«El Ayuntamiento dispone de dos pisos en un primero sin ascensor para este tipo de situaciones, y por la circunstancia de Gorka, no habíamos podido llevarlos allí», explica Pedro Guerra, alcalde de Valderas. Pero gracias a su mediación y sin ningún gasto «por el momento» para la familia, podrán establecerse en una vivienda.
La casa de los Sánchez es la de la esquina izquierda. A su lado, la casa «del americano» luce el cartel de se vende después de que falleciera, y permanece inhabitada. La siguiente, pertenece a una familia que reside actualmente en Valladolid y que han acudido al pueblo ante la desgracia. «La bodega, que el mes pasado estaba seca, impoluta, ha acumulado casi cinco metros de agua», reconoce la dueña de la vivienda, que siente la misma incertidumbre que el resto de damnificados. Tampoco la habita nadie.
Sin embargo la siguiente, la cuarta en la fila de cinco que completan los soportales de la popular 'Plaza Mayor' de Valderas, alberga a una familia de comerciantes.
«Hay días que somos tres y otros que somos trece», reconoce el cabeza de familia. A las 15:00 horas, tras media hora de tensión y ver que la casa de al lado estaba inundada, todos les aconsejan irse de la vivienda y se ponen manos a la obra para sacar todos los muebles y el género que guardan para los mercados y mercadillos.
En su caso han podido ser acogidos por otros familiares que viven en una de las calles que comunican con la plaza de los Caños, por lo que no han tenido que irse muy lejos de casa y seguirán de cerca la sucesión de acontecimientos.
«Hay muchísimas casas en ruina y es un problemón. Pero dentro de lo malo han salido los cuatro perfectamente, que es lo importante porque esto no avisa. Esperamos que se solucione lo mejor posible y que los seguros, el Ayuntamiento y todo lo que tiene que intervenir en una situación así lo haga como debe y punto», manifiesta Charo Sierra, vecina de Valderas. Además reivindica y anima al resto de habitantes a «echar una mano a la familia si es necesario».
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