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IVÁN GELIBTER
Lunes, 8 de febrero 2021, 00:17
La identidad de género, el género fluido, el no binarismo y la teoría 'Queer' son conceptos prácticamente desconocidos para la mayoría, aunque desde hace algunas semanas estos términos han aparecido en el debate público de la noche a la mañana. El motivo es que el ... Ministerio de Igualdad que dirije Irene Montero (Unidas Podemos) ha hecho público el borrador de la llamada 'ley Trans', una propuesta que no solamente enfrenta a los dos partidos en el Gobierno, sino a buena parte de sectores progresistas que hasta la fecha habían coincidido en las reivindicaciones políticas (sobre los derechos individuales), y cuya principal novedad es que las personas podrán cambiarse el sexo en su DNI sin informes médicos o judiciales, simplemente mostrando su voluntad en un registro civil.
Pero, ¿qué abarca la ley y por qué es tan polémica? Para encontrar las razones hay que viajar al año 2007. El Ejecutivo de Zapatero aprobó entonces una ley pionera en el mundo que consistía en autorizar el cambio de nombre y de sexo de aquellas personas que no se identificaban con el que se le había asignado al nacer, pero sin necesidad de haber pasado por una reasignación quirúgica de sexo. La condición que se imponía en esta normativa era que tenía que existir un informe psicológico diagnosticando la llamada 'disforia de género', además de acreditar que se había seguido algún tipo de tratamiento en este sentido durante al menos dos años.
A partir de entonces, diferentes comunidades autónomas (entre ellas la andaluza en 2014) fueron aprobando leyes trans en sus propios territorios en las que se ampliaban estos derechos. En el caso de Andalucía, por ejemplo, una persona puede cambiarse el nombre de su tarjeta sanitaria sin necesidad de presentar ningún tipo de acreditación de que padece una disforia de género. Aun así, el gran cambio llegó en 2018, cuando la Organización Mundial de la Salud dejó de considerar la transexualidad como una patología, lo que abrió la puerta a que el colectivo reclamara la eliminación del informe médico para cambiar el sexo en términos legales.
Más información sobre la 'ley Trans'
IVÁN GELIBTER
En concreto, este borrador que Montero pretende que se convierta en ley pone sobre la mesa el concepto de autodeterminación del género. El género es la construcción social del sexo, es decir, la forma (y los estereotipos) en la que la sociedad define a los hombres y a las mujeres, independientemente de sus genitales. De esta manera, la 'ley Trans' permitiría que cualquier persona pueda acudir a un registro civil y cambie su sexo en el DNI aunque mantenga su genitalidad, su aspecto físico y el nombre dado al nacer. Ello conllevaría, además, la adquisición de los derechos que implica ser hombre o mujer, lo que para algunas posturas contrarias al borrador afectaría directamente a la legislación específica, como la Ley de Igualdad o la de Violencia de Género; pero también a otros ámbitos como el del deporte. Estas consecuencias son justamente el origen de la polémica.
Según Mar Cambrollé, presidenta de la Asociación de Transexuales de Andalucía (ATA) y una de las impulsoras de este borrador, le nueva 'ley Trans' daría respuesta a todas las situaciones de discriminación que vive el colectivo. «La autodeterminación de género es un derecho humano», sostiene, y explica que es una herramienta legal que considera a las personas trans como sujetos de derecho. «Ahora somos sujetos tutelados, porque nuestra palabra tiene que ser acreditada por médicos o jueces. Nosotras pensamos que exigir un informe para ver si podemos cambiarnos el nombre es atentar contra nuestra dignidad», argumenta.
En el lado opuesto al colectivo trans se halla buena parte del feminismo, concretamente el que aglutina a las referentes históricas que ven un riesgo enorme la aprobación de esta ley. «Hemos planteado que las mujeres estamos discriminadas por el hecho de serlo y que hay que hacer leyes específicas. Si ahora decimos que ser mujer es un sentir, ¿en qué posición quedamos?», se pregunta Lola Fernández, enfermera y figura clave del feminismo en Málaga.
La activista recuerda que el feminismo lleva «toda la vida» luchando por abolir el género, o lo que es lo mismo, por eliminar los estereotipos que condenan a las mujeres a tener una situación de partida muy por detrás de la de los hombres. «Esta ley va en el sentido opuesto. Lo que pretende es poner el género por encima del resto de cuestiones, lo que supone un paso atrás. Ser mujer no es pintarse los labios y ponerse tacones», insiste.
Para Cambrollé, la 'ley Trans' no supone un «borrado de las mujeres» como critican los opositores, sino que son las mujeres trans las que llevan toda la vida borradas. «Esta ley repara la desigualdad anacrónica y sistemática de las personas trans. España tenía una deuda pendiente con nosotros. No nos conceden privilegios, sino que garantizan la igualdad», señala. Lola Fernández insiste en que ellas no cuestionan la libertad y el derecho de las personas a sentir lo que quieran, y que ese no es el debate. «En este país la expresión de género no está discriminada. Pero el cuerpo jurídico no puede recoger un derecho para un colectivo que va contra todas las mujeres».
Ocho feministas de larga trayectoria han advertido este lunes de la «propaganda» que, a su juicio, contiene el borrador de la Ley Trans del Ministerio de Igualdad. Un texto que, según han denunciado, es «aún peor» de lo que se temían.
Se trata de las mismas activistas que redactaron una carta abierta al presidente del Gobierno, Pedro Sánchez. Un grupo formado por las exdiputadas socialistas Ángeles Álvarez y Juana Serna; las escritoras y articulistas Laura Freixas y Marina Gilabert; las filósofas Alicia Miyares, Rosa María Rodríguez Magda y Victoria Sendón de León, quien también es fundadora de la Fundación Matria; y la miembro del Consejo de Estado Amelia Valcárcel.
Ahora, a través de un comunicado, estas mujeres han denunciado que la norma que ha presentado el equipo de Irene Montero es un «retroceso» en derecho humanos y en las políticas de igualdad entre los sexos.
En concreto, indican que «pone peligro a la infancia» al hablar de menores trans. «No es en absoluto progresista, sino políticamente reaccionario y constitutivo de posible abuso infantil», apuntan.
A su juicio, el texto, que llaman 'Ley Montero', «fomenta» que estos niños tomen «decisiones no informadas, sino inducidas» a edades en las que «ni el cuerpo ni el cerebro se han desarrollado» y les «aboca» al uso de bloqueadores de la pubertad y al tratamiento hormonal cruzado. «Eso les expone a efectos dañinos de por vida, y a auténticas terapias de conversión de las que los adultos quedan eximidos pues para ellos es suficiente expresar 'me siento/soy'», explican.
Las feministas denuncian la intención de Igualdad de mantener el concepto de 'identidad trans' en menores de forma «empecinada» y «contra el criterio de los profesionales que trabajan en las unidades de endocrinología y que han indicado que un 85% de menores desisten del supuesto ser trans cuando superan la pubertad».
«Como consecuencia de estas políticas educativas, que ya están siendo cuestionadas en Reino Unido tras las denuncias presentadas por jóvenes que fueron encaminadas a esos tratamientos, el número de niñas y niños atendidos por la clínica británica Tavistock, especializada en identidad de género, se incrementó en más de un 4.000% en menos de 10 años, y en la comunidad de Cataluña, activamente implicada en estas políticas, el incremento fue de más del 2.200%, siendo el 70% niñas que piden transicionar a niños», recoge el comunicado.
También rechazan la «despatologización» de la transexualidad que se recoge en la ley, apuntando que «certificar no es patologizar» y que «toda medida no común se certifica, desde el carnet de conducir al grado de discapacidad».
Del mismo modo, critican que una norma como esta «rebaja los fines con los que en su día se aprobó la ley de violencia contra las mujeres», ya que las propuestas que realizan «la acerca a la 'violencia intrafamiliar planteada por la extrema derecha».
«El género es la construcción cultural de los estereotipos sexuales. Al dar carta de naturaleza a las identidades de género, el borrador de ley afianza el sexismo jerárquico que estos estereotipos comportan», advierten las feministas. Es por ello que creen que el reconocimiento jurídico de la identidad de género, que se recoge en la Ley Trans, «vacía de contenido la categoría 'sexo' y la convierte en algo subjetivo».
«Si el sexo es irrelevante a nivel jurídico, todas las políticas para combatir la desigualdad estructural que las mujeres padecemos se tornan irrelevantes», apuntan.
Tras exponer estos argumentos, las activistas señalan que la norma de Igualdad contiene «algunos preceptos» que son «claramenteinconstitucionales». Así, critican que «su falta de claridad lingüística atenta a la seguridad jurídica exigida por el artículo 9.3 de la Constitución española»; o que el término género «se confunde a lo largo del texto con el sexo», que, según explican, es «la conceptuación que divide a las personas biológicamente en mujeres y hombres».
Es por ello que consideran que «lejos de afianzar la igualdad entre los sexos», esta norma «es un retroceso» debido a las «muchas insuficiencias» que tiene, además de otras que, indican, no pueden exponer.
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