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León agitó palmas un Domingo de Ramos más, y lo hizo para que el viento que desprenden en su movimiento llegara a miles de kilómetros de la capital. Pero esta vez, el destino no era Jerusalén.
Ucrania se coló en el corazón de la Procesión ... de las Palmas en un gesto que el obispo de León, Luis Ángel de las Heras, quiso tener con un pueblo que tanto está sufriendo en las últimas semanas.
Abrieron la procesión ciudadanos ucranianos residentes en la capital, con sus ramos, dejando por unos minutos a un lado sus enormes preocupaciones y dando paso a un desfile donde la alegría y el color choca de lleno con lo que está por llegar en estas jornadas de pasión.
La borriquilla volvía a dejar atónitos a los más pequeños. Jesús, a lomos del animal, parecía saludar con su mano a las miles de personas que acudieron con palmas y ramos a representar la entrada triunfal en Jerusalén.
Llegó la procesión cargada de novedades en este 2022. Desde la salida, por primera vez desde el Museo Diocesano y de la Semana Santa, hasta el recorrido. Todo bajo el paraguas de la efeméride del 75 aniversario de la creación de la Junta Mayor, quien organiza este acto.
La música de la Banda de Cornetas y Tambores de Angustias chocó sus sones con los del cortejo municipal, que se incorporaba a la procesión en San Marcelo bajo las notas del himno a León. Aquí aparecían la corporación, autoridades civiles y militares y los maceros reales.
Todos juntos caminaron los primeros metros hacia Botines, donde esperaba el clero. El obispo, a la cabeza, dirigió entonces unas palabras a los centenares de personas que se agolpaban en la plaza.
«Nos disponemos a inaugurar la celebraciom anual de los misterios de pasion y resurreccion de Cristo con la solemne entrada del Señor en Jerusalén», pronunciaba. «Cantos, ramos y palmas para participar de su cruz y merecer un día tener parte en su resurrección».
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De las Heras puso el foco en el pueblo ucraniano y pidió los «dolores y sufrimientos» que hay en el mundo y unas guerras «donde Cristo es de nuevo crucificado», tal y como recogió desde Roma el papa Francisco. «Hay hermanos de Ucrania y ello nos hace querer y desear hoy la paz».
El obispo cogió el agua bendita y bendijo a todos los presentes mientras agitaban las palmas con emoción, queriendo ser testigos de un acto que pone en foco en los más pequeños y donde los mayores también asisten para recibir la gracia.
«Caminar en procesión mirando al futuro y que el pasado no nos atormente. Podemos caminar en paz», finalizó.
Entonces la procesión prosiguió su camino, aún con más gente agolpada esperando el paso de la borriquilla, y con cientos de niños y niñas disfrutando de un acto para ellos y donde sus sonrisas convierten la pasión en un día de fiesta y alegría.
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