Apenas una treintena de diputados se reunió este miércoles en el hemiciclo del Congreso para escuchar la intervención de Pedro Sánchez sobre el estado de alarma y el balance de la expansión de la epidemia. Una delegación mínima de los grupos parlamentarios en una Cámara ... semivacía, sin prensa y con medidas extra de higiene, en la que Valentina Cepeda, encargada de la limpieza a conciencia de la tribuna, puso rostro a la excepcionalidad.
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La progresión del coronavirus era objeto de debate y realidad envolvente en el hemiciclo. Dejaron una imagen inusual del pleno la mascarilla del diputado de Vox José María Sánchez, los guantes de látex del ujier que se ocupa del agua de los oradores y el paño en el atril para eliminar el rastro de cada interviniente. «Muchas gracias, Valentina», reconoció las labores de desinfección la presidenta de la Cámara, Meritxell Batet, seguida del aplauso de los pocos diputados que intercambiaban impresiones en una atmósfera tan extraña como la de las calles desde este fin de semana.
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Es bastante probable que la imagen se repita el próximo miércoles. Los grupos parlamentarios han vuelto a citarse el 25 de marzo para la aprobación del plan de choque económico del Gobierno y algunos reales decretos pendientes del último trámite. Ese será el marco en el que se autorizará, además, la prórroga del estado de alarma, en caso de ser necesaria. Y, por ahora, todo parece indicar que así será.
Según el artículo 116.2 de la Constitución, no cabe extender más allá de 15 días esta situación especial sin la autorización del Congreso. Bastará, en todo caso, con la mayoría simple de la Cámara y, según el Reglamento parlamentario, los grupos podrán presentar propuestas sobre el alcance y las condiciones hasta dos horas antes del comienzo del debate. Ese día sí se llamará a votación, al contrario que este miércoles, cuando los diputados asistieron a un pleno de carácter meramente informativo.
Comenzó a las nueve de la mañana, y a esa hora, desde la tribuna, Sánchez se refirió a una enfermedad que calificó «silenciosa y cruel» y que castiga, dijo, lo que «nos hace humanos: la necesidad de vivir juntos, pensar juntos y actuar juntos en comunidad». No sólo es que lo hiciera ante un Congreso en versión reducida. Es que ni siquiera todos los portavoces estaban presentes.
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No acudió nadie en representación de Ciudadanos, JxCAT, EH-Bildu y la CUP. Renunciaron a desplazarse por «responsabilidad», argumentaron, para evitar que la epidemia siga propagándose. Incluso algunos de los presentes reconocieron sus dudas. «Hoy tengo una sensación extraña –compartió el diputado de Compromís Joan Baldoví–, pero sabiendo que hay millones de españoles trabajando para todos, cuidándonos, he creído que mi sitio también era este».
Nada que ver, desde luego, con los miércoles de control al Gobierno. En la bancada del Ejecutivo, además de Sánchez, ocuparon sus sillones la vicepresidenta Carmen Calvo y los ministros delegados en esta crisis: los titulares de Sanidad, Defensa, Interior y Transportes. Siempre se guardó la distancia recomendada.
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