Hasta mayo. El estado de alarma se mantendrá hasta el próximo mes aunque entonces tendrá medidas menos restrictivas. El presidente del Gobierno explicó este sábado que el confinamiento se alargará en las mismas condiciones que ahora hasta el 26 de abril, y después habrá ... una tercera prórroga con condiciones más laxas para la vida cotidiana. También anunció que la «hibernación» de las actividades económicas no esenciales concluirá, como estaba previsto, el 9 de abril, y ofreció a todas las fuerzas políticas, sindicatos y empresariosla reedición de los Pactos de la Moncloa, firmados hace 43 años, para relanzar la economía y salvar al país de la catástrofe.
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Pedro Sánchez reconoció que las últimas cifras de la pandemia del coronavirus son esperanzadoras, pero aún están lejos de los parámetros exigibles para normalizar la actividad diaria. En consecuencia, el Consejo de Ministros del martes aprobará la prórroga del estado de alarma hasta el 26 de abril sin relajar las condiciones. Este era un debate en el Gobierno porque hay un grupo de ministros partidarios de aflojar el acuartelamiento civil, sobre todo en el caso de los niños.
Pero al final Sánchez se atuvo a los criterios del comité científico, contrario a cualquier relajación en estos momentos para no reventar los primeros indicios de aplanamiento de la curva de contagiados. El Congreso autorizará el jueves la moratoria con el probable respaldo de todos los grupos parlamentarios, excepción hecha de Vox.
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La decisión de alargar el estado de alarma se daba por descontada. No así que después del último fin de semana de este mes la excepcionalidad continuaría. «¿Dentro de tres semanas habrá acabado todo? No, habrá sucesivos estados de alarma», preguntó y se respondió Sánchez. «Vendrán -explicó- más días de alarma, pero serán distintos», con medidas más relajadas para «recuperar espacios en la relación social».
El presidente del Gobierno no avanzó hasta qué punto se flexibilizará el confinamiento, pero es previsible que se permita reanudar alguna actividad económica, sobre todo de los autónomos, y se suavice el enclaustramiento domiciliario. Todo ello condicionado, claro está, a que la evolución de la pandemia tienda a la baja y se ajuste a los criterios epidemiológicos para rebajar el confinamiento.
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También anunció, y esto no se daba por descontado, que el decreto ley aprobado el pasado domingo, en el que ordenó la paralización de las actividades económicas no esenciales para restringir los movimientos de los trabajadores, no seguirá en vigor después del 9 de abril. El lunes de Pascua, por tanto, la situación volverá a la situación anterior a la «hibernación», la establecida en el decreto de alarma dictada el 14 de marzo. Una medida que, a buen seguro, satisfará a la oposición conservadora y a las organizaciones empresariales, muy críticas con la parálisis.
Sánchez, de todas maneras, dejó la puerta abierta a reimplantarla si evolución de la COVID-19 no es satisfactoria. «No bajaremos la guardia y -avisó- estaremos con las antenas puestas para reaccionar cuanto antes en cuanto haya el más mínimo repunte de la pandemia».
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Antes de hacer públicas estas decisiones en una comparecencia en la Moncloa, el presidente del Gobierno informó a los líderes de las fuerzas políticas, algo que no hizo el pasado fin de semana para indignación de la oposición y de varios presidentes autonómicos. Con el que no habló fue con el presidente de Vox. Santiago Abascal no cogió el teléfono porque no tenía nada que conversar con Sánchez. Exigió su dimisión y le envió un documento con diez razones para no dialogar con él.
Del resto de líderes, aunque escuchó algunas críticas a su gestión, obtuvo la conformidad a la prórroga del estado de alarma. El presidente del Gobierno aprovechó las conversaciones para colocar sobre el tablero político una oferta de acuerdo transversal similar a los Pactos de la Moncloa, firmados en 1977 por casi todo el arco parlamentario, sindicatos y patronal. El ministro de Transportes, José Luis Ábalos, lanzó la idea el pasado jueves y Sánchez la retomó este sábado: «Vamos a trabajar en unos nuevos Pactos de la Moncloa para relanzar y reconstruir nuestra economía y también el tejido social». De momento, solo la líder de Ciudadanos ha dado su conformidad.
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El coronavirus en cifras
Para que el acuerdo fragüe, reclamó la unidad de «todos», de administraciones, de trabajadores y empresarios, pero también de las fuerzas políticas. Un terreno pantanoso para el presidente del Gobierno, huérfano de apoyos externos, salvo el de Unidas Podemos, y acosado por la oposición del PP y Vox, pero también por sus socios de investidura. Así lo han demostrado Esquerra y el PNV con severas respuestas a su unilateralidad en la toma de decisiones y, en general, a la gestión de la crisis sanitaria.
Sánchez reiteró que no va a responder a las críticas porque «ya habrá tiempo» de ajustar cuentas y repartir responsabilidades cuando se supere la pandemia. Ahora, resaltó, «deberemos pasar a una unidad sin duda mucho más fuerte y más compacta». En este momento, dijo, «no hay adversario que tenga unas siglas políticas, o se llame fulanito o menganito, el adversario, el enemigo, es el COVID-19».
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