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El Gobierno se acerca a la aprobación de los indultos para nueve de los condenados del 'procés', los que fueron condenados a penas de prisión y aún no han terminado de cumplir la sentencia, con una cierta sensación de alivio. Creen que en ... el tiempo transcurrido desde que Pedro Sánchez adelantó su posición, el pasado 25 de mayo, el rechazo a la medida se ha ido atemperando y las palabras del presiente de la patronal, Antonio Garamendi, este jueves, le ratifican en esa sensación. «Si esto al final acaba en que las cosas se normalicen –dijo el presidente de la Confederación Española de Organizaciones Empresariales (CEOE)–, pues bienvenido sea».
El malestar provocado por estas declaraciones tanto dentro de la organización a la que representa como en los partidos de la derecha obligó a Garamendi a matizar que las opiniones en la CEOE respecto a esa cuestión son variopintas, pero, en el fondo, se ratificó en su mensaje. «Nosotros como empresarios lo que pedimos es que haya estabilidad política y eso es lo que he planteado», adujo.
En Twitter, el empresario vasco había sido señalado con duras palabras tanto por el líder de Vox, Santiago Abascal como por la exportavoz parlamentaria del PP, Cayetana Álvarez de Toledo. «Qué indigna manera de representar a tantos empresarios honrados», escribió el primero. «Las élites españolas tienen una gravísima responsabilidad. Sin su condescendencia con el nacionalismo, sin su falta de compromiso con el constitucionalismo en Cataluña, el proceso nunca habría causado tanta ruina ni llegado tan lejos», censuró también la diputada por Barcelona.
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Pablo Casado no fue tan lejos pero hizo patente su desconcierto al argumentar que son «los políticos» los que tienen que hablar de este tipo de cuestiones. El golpe producido por las palabras del jefe de la patronal fue, en su caso, evidente porque de alguna manera logró eclipsar el discurso contrario a los indultos que él había defendido ante los empresarios catalanes en la reunión anual del Círculo de Economía en Barcelona.
Garamendi no fue, aun así, el único en pronunciarse este jueves a favor del perdón a los líderes secesionistas en prisión. También lo hicieron el presidente de Foment del Treball y exdirigente de Unió, Josep Sánchez Llibre, y el jefe del Cercle d'Economia, Javier Faus, y, desde otro ámbito, los obispos catalanes.
Los socialistas no se atreven a dar por hecho que el coste político de la controvertida medida vaya a quedar rápidamente compensado, pero sí creen que las cosas pintan hoy mejor de lo esperado inicialmente. «El espacio de la comprensión se va ensanchando», se felicitaba este jueves un ministro.
Los pocos dirigentes o exdirigentes del PSOE que, en los primeros días tras el anuncio de Sánchez, elevaron la voz contra sus planes se han replegado o incluso, en algunos casos, se han mostrado dispuestos a darle un voto de confianza. Felipe González dijo hace un par de semanas que él no tiene ningún «espíritu vengativo» ni dice que los líderes del 'procés' «se queden en la cárcel». Y el presidente de Extremadura, Guillermo Fernández Vara, aseguró esta semana que puede «llegar a entender» que se intente hacer un «esfuerzo» para que acontecimientos como los de 2017 no se repitan.
En el PSOE_sostienen que, aunque no sea con la intensidad que a ellos les gustaría, también ERC ha dado pasos que ayudan a hacer más digerible un perdón que se producirá en contra del criterio tanto de la Fiscalía como del Tribunal Supremo. Uno sería la carta en la que Oriol Junqueras decía que la vía unilateral no es «ni viable ni deseable»; la otra, el hecho de que el presidente de la Generalitat, Pere Aragonès, haya abadonado la senda iniciada por su antecesor Quim Torra, que por sistema se negaba siquiera a participar en ningún acto en el que estuviera presente el Rey.
El Gobierno sabe, en todo caso, que fuera de Cataluña el porcentaje de ciudadanos que rechaza su estrategia es muy elevado. El propio Sánchez prometió en campaña electoral el cumplimiento íntegro de las penas. Por en el PSOE le pidieron que haga mucha pedagogía para explicar este cambio de posición. El presidente del Gobierno lleva semanas apelando a la «concordia» y a la necesidad de ser «magnánimos» para superar el «desgarro» que supuso el 1-O y ha intensificado su agenda en Cataluña. Hoy vuelve para participar en el mismo foro en el que ayer estuvo Casado y mantener un encuentro con el primer ministro italiano, Mario Draghi, pero también irá a Barcelona el lunes.
La cita de la semana próxima, en el Liceo, ante unas trescientas personas, tiene especial trascendencia porque lo previsto es que solo un día después, el 22, el Consejo de Ministros apruebe ya los indultos. En el Gobierno avanzan que la ocasión le servirá para explicar su agenda para Cataluña. El título de su conferencia ya da pistas de su argumentación: 'Reencuentro: un proyecto de futuro para toda España'.
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