Los contactos del Gobierno con Esquerra inquietan a Torra y JxCat

La incomunicación entre Pedro Sánchez y Torra es total, también lo es entre los ministros y los consejeros catalanes más cercanos al presidente de la Generalitat. Un silencio que contrasta con el fluido canal de comunicación que mantienen Gobierno, PSOE y Esquerra, y que ya no esconden. El líder del PSC, Miquel Iceta admitió que «ha habido algunos contactos» y desde el entorno del vicepresidente catalán, Pere Aragonès, rebajaron el diálogo a «intercambio breve» de impresiones.

El principal interlocutor gubernamental de los socialistas es Aragonès, mientras que en el ámbito parlamentario ese papel lo desempeña el portavoz en el Congreso, Gabriel Rufián. El primero tiene como contraparte a su homóloga Carmen Calvo y el segundo a su par socialista, Adriana Lastra. Esas son las caras visibles, pero hay contactos más discretos que, según algunas fuentes, implican incluso al presidente del Gobierno. «Aragonès me informa de todo y estoy al corriente de todo», aseguró Torra en la inusual conferencia de prensa que ofreció ayer para, entre otros asuntos, acallar los comentarios de diferencias dentro de su Gobierno. No las negó, pero las situó en el ámbito de «la dinámica electoral».

Dejó ver, de todas maneras, que no le gustan esos contactos entre Aragonès y Calvo cuando él no puede ni hablar con Sánchez. «Lo importante -subrayó- es la relación institucional entre el presidente del Gobierno y el presidente de la Generalitat. Esta es la relación relevante que hay que mantener».

En Junts per Catalunya son menos diplomáticos por su atávica disputa con Esquerra por la hegemonía antes nacionalista y ahora independentista. En la formación que tutela Carles Puigdemont desde Waterloo temen que los republicanos estén embarcados, con el respaldo del Gobierno de Sánchez, en una operación para forzar el adelanto electoral. Unos comicios anticipados, apuntan todos los sondeos, mantendrían la mayoría soberanista en el Parlamento de Cataluña pero cambiarían las tornas y colocarían a ERC como primera fuerza.

Los postconvergentes no están satisfechos con Torra por su falta de pulso político. Hasta Jordi Sànchez, hombre de absoluta confianza de Puigdemont y condenado a nueve años por el Supremo, ha criticado al presidente de la Generalitat por haber «actuado tarde» ante la ola de disturbios. Una pasividad, dijo ayer en una entrevista en 'La Vanguardia', que ha conducido a «un vacío de dirección política y desorientación» en la respuesta a la sentencia.

Esquerra acepta que existen esos contactos, pero resta dramatismo a la situación. Recuerda que hace dos años la entonces vicepresidenta Soraya Sáenz de Santamaría también protagonizó una «operación diálogo» con Oriol Junqueras que no supuso ninguna ruptura dentro del soberanismo ni frenó el 'procés'. El propio Aragonès señaló ayer que Sánchez tiene que «sentarse a hablar» con Torra.

La socialista y presidenta del Congreso, Meritxell Batet, no se anduvo con paños calientes y emplazó a Esquerra a explicar «qué hace mantiendo a Torra». En el PP también están convencidos, según su portavoz en el Congreso, Cayetana Álvarez de Toledo, de que hay una nueva «operación diálogo» para echar a los «muy malos», como Torra, y dar un trato diferenciado a los «semibuenos» de Esquerra.