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María Arias, ante el Archivo General de Simancas.
María Arias, ante el Archivo General de Simancas. R. Ucero

María Arias, DJ

Los que se quedan
Emprender para cambiar su vida y la de otros a través de la música electrónica

La vallisoletana María Arias ha creado una escuela de DJ, cuyo modelo de negocio piensa expandir por toda Europa

Laura Negro

Valladolid

Viernes, 25 de octubre 2024, 08:15

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María Arias pertenece a la generación JASP (Jóvenes Aunque Sobradamente Preparados). A sus treinta y cinco años ha vivido más que muchos en toda una vida. Es diplomada en Empresariales, graduada en Comercio y Máster en Comercio Exterior y Marketing. Es una persona comprometida, valiente y está llena de ilusiones. Esta vallisoletana natural del Laguna de Duero ha sabido convertir su pasión por la música electrónica en una herramienta para enseñar valores a niños y adolescentes. Ha creado Who is in da school, una escuela de DJ con una importante misión social. Se trata de un espacio único en el que la música no sólo suena, sino que se enseña y se sueña.

Desde muy joven, María demostró tener grandes inquietudes para el emprendimiento y una mente muy creativa. Tras trabajar para varias empresas en Madrid quiso ponerse al frente de la suya propia montando en el Pinar de Antequera una agencia de marketing digital especializada en mobile marketing. «Contraté gente, quería apostar por dar una alternativa profesional a los jóvenes para que no se tuvieran que ir de Valladolid», explica.

De forma paralela, se fue labrando una importante carrera como DJ llegando ser un referente en este competitivo sector. Su relación con la música comenzó con un CD, un radiocasete, mal de amores y mucha determinación: «Empecé con 18 años a pinchar en bares de Valladolid, donde ser mujer DJ no era nada fácil. Me encantaba la sensación de emocionar a las personas a través de las canciones», comenta esta joven, que consiguió la primera oportunidad «echándole morro» y haciéndose pasar por una experimentada pinchadiscos estadounidense. Años después, tras muchas horas de cabina, logró ser residente en una de las discotecas más prestigiosas de Madrid y pinchar 11 años en Ibiza, la meca de la música electrónica. Su innovador estilo, que bebe del deep y el house más clásico, hasta los sonidos tech-house y funky house, le ha hecho ganar premios tan prestigiosos como el Vicious Magazine en el W Barcelona o formar parte del top 10 de mujeres DJs por EMI y los 40 principales.

Logró ser residente en una de las discotecas más prestigiosas de Madrid y pinchar 11 años en Ibiza

Y justo cuando estaba en lo más alto del marketing y la música, se sumió en una fuerte depresión que lo cambió todo. «El negocio me iba muy bien, pero me sentía vacía. Aquel trabajo no me terminaba de llenar. Sólo llenaba la cuenta bancaria. A consecuencia de un duelo mal gestionado me empecé a levantar cada día pensando en cómo terminar con todo. Estuve cinco años rota por dentro», recuerda. Fue entonces cuando decidió hacer un alto, despedir a todo su equipo, dejar su casa en Madrid y mudarse al Pinar de Antequera. La pandemia no hizo más que acelerar ese proceso interno que María venía sintiendo. «Solo quería que el mundo se parara y, de repente, llegó la covid como una señal de que debía tomarme mi tiempo. Creo que la depresión ha sido la mejor peor putada que me ha pasado nunca porque me sirvió para tomar impulso y retomar mi vida con más fuerza que antes», dice con convicción.

Ese fue el punto de inflexión. En 2022 decidió que ya no trabajaría solo por dinero, sino por algo mucho más valioso: hacer feliz a los demás y ayudarles a encontrar su propio camino. Así nació Who is in da school, su escuela de DJ que durante dos años ha estado asentada en Simancas. Se trata de un espacio donde enseña a niños y jóvenes a mezclar música y, a la vez, a manejar sus emociones y a encontrar su identidad. «Siempre he sido DJ por afición, pero descubrí el poder que tenía la música para cambiar la vida de las personas y por eso puse en marcha este proyecto que, además de la escuela, tiene magazine, radio y un sello discográfico. Yo intento cerrar un ecosistema para facilitar a las personas que quieran ser DJ un camino para que sea mucho más sencillo que el que me tocó a mí», comenta.

«Tengo alumnos desde los 8 a los 80 años, muchos con necesidades especiales que aquí hacen amigos y aprenden a comunicarse gracias a la música»

Este curso, su escuela se ha trasladado a la sede de la Escuela Superior de Diseño (ESI) en Valladolid. «La música es terapéutica. Tengo alumnos dese los 8 a los 80 años, muchos con necesidades especiales y problemas de socialización que aquí hacen amigos y aprenden a comunicarse perfectamente gracias a la música», comenta. «Yo descubrí que el trabajo sin un fin social no tenía sentido para mí y siento que este proyecto es para lo que yo he nacido. Soy muy creyente y opino que todos en esta vida tenemos algo que aportar. Yo tengo facilidad para la música y sensibilidad para tratar a las personas que lo están pasando mal y que quieren sentirse mejor. Esto es lo que me hace feliz. Hay emprendedores que, además de querer generar ingresos, queremos hacer un cambio en la sociedad. Este proyecto me permite desarrollar mi faceta más creativa y empresarial, que es algo que me encanta y a la vez generar valor, hacer comunidad porque mi escuela ayuda a tratar la salud mental», comenta.

La música como refugio y motor de cambio

La escuela de María no es una academia convencional. No se trata solo de enseñar a los jóvenes a manejar una mesa de mezclas, sino de guiarlos para que descubran quiénes son a través de la música. «Mi objetivo no es que se conviertan en DJ famosos, sino que tengan un lugar donde se sientan comprendidos. La música puede ser un refugio cuando la vida se pone difícil, tal y como lo fue para mí. Me gustaría que los ayuntamientos se implicaran con este proyecto que tiene un importante componente social. Simplemente con disponer de una sala y un presupuesto mínimo se puede dar este servicio a los jóvenes que son nuestro futuro. No quiero que crezcan pensando que no encajan, como me pasó a mí. Quiero que sepan que ser diferente es algo positivo y que a través de la música pueden expresarse», comenta.

A pesar de haber dejado atrás el mundo del marketing corporativo, María sigue siendo una emprendedora en el sentido más amplio de la palabra. Su visión no es solo crear una escuela de pinchadiscos, sino un movimiento. Who is in da school acaba de realizar unos talleres gracias a la Comunidad de Madrid en tres de sus municipios -Villamanta, Colmenar de Oreja y Buitrago de Lozoya- y ha abierto de forma fija en Madrid centro, cerca de Ventas. Es sólo el principio, porque su sueño es abrir, al menos, veinte academias en España y extenderse por toda Europa haciendo de la música electrónica una vía de inclusión para aquellos que se sienten fuera de lugar. «Es alucinante que en países en vías de desarrollo la gente se pelea por sobrevivir y aquí, en occidente, tenemos un grave problema de suicidio. Este proyecto es otra forma de ocio y de terapia», subraya. «Antes, cuando trabajaba en marketing, los clientes me preguntaban por el retorno de su inversión, por los clics que habían tenido… y ahora mis clientes lo que me dicen es lo feliz que les hace la música», prosigue.

María Arias ha demostrado que el éxito no siempre se mide en cifras o fama, sino en la capacidad de transformar vidas. Ha encontrado la felicidad con esta escuela y está ayudando a otros a encontrar la suya. Su gran triunfo es cada niño que sale de su escuela con una sonrisa y un sentido renovado de pertenencia. «Para mí este proyecto significa ilusión en el futuro», concluye.

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