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Francisco Alonso, en el municipio soriano de Covaleda.
Francisco Alonso, en el municipio soriano de Covaleda. Carlos Espeso

Francisco Alonso, guardia civil

Los que se quedan
Objetivo: poner a Soria en el mapa del trail running

A sus 34 años, 'Pakito' vive en Covaleda, desde donde es responsable de la Desafío Urbión, una competición deportiva que este 2024 se ha hecho internacional

Samuel Regueira

Valladolid

Viernes, 25 de octubre 2024, 08:12

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Cuando Francisco Alonso nació en 1990 en Villablino, un pueblo del leonés Valle de Laciana, asistió en sus años de primaria, secundaria y bachillerato a lo que es, dentro de una región con una industria minera muy potente, conocer el declive y el fin de las posibilidades de trabajo para futuras generacionales. Pero a su mirada infantil no se le escapaba un detalle: era la Guardia Civil quien realmente estaba en los pueblos muy dispuesta a solucionar los problemas de las personas. Y supo lo que tenía que hacer: «Aún era joven, pero podía percibir la cercanía de unos funcionarios que eran capaces de aproximarse a los ciudadanos en los sitios más lejanos y dar respuesta a sus necesidades».

«Nunca me planteé la Policía Nacional», asevera. Al revés, los valores de la Benemérita pronto encajaron con su visión del mundo y sus prioridades de cómo ayudar a corto plazo y en corto alcance a quienes le rodeaban: «Vi sobre todo que este trabajo me ayudaba a poder relacionarme con la gente y con la sociedad», revela. «Gracias a él podía mantenerme cerca de las zonas rurales más despobladas, buscando la cercanía que no existe en las ciudades, donde cada cual va más a lo suyo». Para Alonso, «en los pueblos hay más asociacionismo y más colaboración, se ayuda más a la gente con un espíritu más benemérito y se avisa o se aconseja mucho antes de que nos planteemos denunciar», explica.

Con este modo de vida en mente, Alonso persiguió las oposiciones hasta que las aprobó en 2009, con 19 años, y viajó hasta Baeza, en Jaén, para continuar su periodo de formación: «Entre esa etapa y mi periodo de prácticas en Cangas de Narcea supe que lo mío era ir a aldeas con dos habitantes, a las zonas rurales, luchar por lo despoblado...», enumera. Una de sus tareas predilectas pasa muchas veces por la conversación con los ancianos del lugar: «Muchas de estas personas no tienen con quién hablar, y a veces entre ellos y yo se puede crear algo maravilloso: yo les aporto seguridad y ellos a mí satisfacción y sabiduría; se aprenden cosas nuevas de ellos todos los días y al final descubres que, aunque no sepas de nada, entiendes de todo un poco».

Acabada su formación, Alonso hizo una petición muy particular: su nuevo destino tenía que ser un pueblo con similares características a Villablino; un núcleo rural, nada urbano, y dentro de la comunidad de Castilla y León: «Tenía la necesidad de volver otra vez a mi tierra, donde su gente tiene mis mismas costumbres, o como mínimo muy similares, para seguir sintiéndome a la vez dentro de algo más grande que yo mismo». Fue así como este guardia civil, en 2011, terminó en Covaleda, Soria, donde a lo largo de estos últimos años ha formado su familia (hoy tiene dos hijos, de seis y tres años) y ha ascendido hasta el rango de Cabo dentro del cuerpo.

«En mi trabajo me relaciono con la gente con una cercanía que no existe en las ciudades»

«En un municipio como este se tocan todos los palos; hay rescates de montaña y de carretera, pero también se resuelven los problemas más personales entre los vecinos», explica. Su principal destreza descansa en la mediación: «No basta con ayudarles a solventarlo con la solución más lógica, hay que hacerlo con mucho sentido común para que la relación entre ellos no se pierda, mediando de la manera más colaborativa posible».

Su buen hacer y disposición ya son bien conocidos en toda la localidad soriana y Alonso es consciente de lo importante que es tanto seguir el manual del libro para resolver conflictos como conocer el terreno en el que se trabaja y a sus gentes: «De esta manera, uno intuye cuándo tiene que aplicar unas técnicas y cuándo otras, saber tocar la tecla y ganarte la confianza de todo el mundo», explica. Muy a menudo esta confianza le ha hecho recibir en su domicilio particular, en lugar de en el cuartel, a vecinos con todo tipo de urgencias, ante la pérdida de una cartera o de un DNI: «La clave es comprender su situación y empatizar con las personas», se resigna con buen humor. Con el tiempo, Francisco Alonso ha terminado siendo conocido en Covaleda por el nombre de 'Pakito'. Pero el verdadero cambio en la localidad aún estaba por llegar.

«Necesitaba volver a mi tierra, con gente de mis mismas costumbres»

Era el año 2014, y lo que empezó como un reto amistoso en el bar Vilma de Covaleda, 'Pakito' lo terminó convirtiendo en un proyecto serio. Nacía entonces Desafio Urbión; una competición de trail running inspirada en la maratón alpina de Zegama que, a lo largo de diez años, ha funcionado como herramienta de promoción turística de la localidad soriana con foco en lo deportivo, sin perder un carácter social: «Nuestra primera carrera fue 'un poco batacazo'», recuerda entre risas; «pero en lo sucesivo continuamos implicándonos, la mejoramos en muchos aspectos y conseguimos seguirla sacando en los años siguientes».

Este 2024, en su décima edición, la Desafío Urbión se ha convertido en un mundial que ha congregado a corredores de más de 40 países con la implicación de federaciones internacionales, una amplia red de voluntarios y numerosas personalidades y directivos del mundillo deportivo: «Somos un club que promociona que la gente venga a un pueblo que, igual que la minería de mi Villablino natal, vio perder su principal industria -la de empresas madereras- y necesita encontrar nuevas vías para crecer».

El encuentro, celebrado a comienzos del pasado mes de septiembre, fue a ojos de 'Pakito' un rotundo éxito: «No solo las gentes de Covaleda abarrotaron las calles para recibir a los deportistas; también tenemos el calor y el apoyo de todos los pueblos de nuestro alrededor», apunta.

«Desafío Urbión es un proyecto sin ánimo de lucro pero con un objetivo de futuro muy claro: poner a Soria en el mapa», asevera. «Covaleda es un núcleo rural apaleado por la despoblación, y la repercusión internacional de este evento se notará en la zona, en las calles y en la vecindad». Admite que el deporte es una excusa para atraer a la gente al territorio, e incluso el impacto turístico lo considera un efecto, si bien muy beneficioso, totalmente colateral: «Lo verdaderamente importante es todo el movimiento social que genera, que las personas se sientan identificadas con el municipio y lo defiendan con orgullo; que al final esto sea como una fiesta local que quede muy inculcada en la población y en la identidad del pueblo».

¿Y cómo lo respira a nivel individual? «Vine aquí a buscarme la vida, llevando encima el arraigo a pueblos pequeños como aquel del que vengo, y crear un proyecto como este durante diez años, tan bien aceptado por la gente como cuando me recibieron y me integraron, ha facilitado mucho que asentara en mí este sentimiento de pertenencia».

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