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Delia Rodríguez posa en una tierra de labor con una de sus instalaciones fotovoltaicas en la comarca zamorana de la Guareña.
Delia Rodríguez posa en una tierra de labor con una de sus instalaciones fotovoltaicas en la comarca zamorana de la Guareña. Rodrigo Ucero

Delia Rodríguez, empresaria

Los que se quedan
Cómo cultivar en la tierra y en el cielo

Esta ingeniera vallisoletana y su empresa Eki Labs están revolucionando el sector agrario con sus paneles fotovoltaicos en vertical, que aumentan la rentabilidad del suelo y ayudan al medioambiente

Laura Negro

Valladolid

Viernes, 25 de octubre 2024, 08:14

Si hubiera que definir en una sola palabra la trayectoria académica y profesional de Delia Rodríguez Lucas (Valladolid, 1992), esa palabra sería: excelencia. Estudió Ingeniería en Organización Industrial en la Universidad de Valladolid, una carrera que cimentó su capacidad para resolver problemas complejos y diseñar soluciones eficientes. Su sed de conocimiento la llevó a completar su formación con diversas becas en Dinamarca, Serbia, Portugal y Finlandia para, al final, graduarse con Premio Extraordinario. Esta experiencia internacional sirvió para ampliar sus horizontes, para su enriquecimiento personal y para aprender a desenvolverse en entornos globales, diversos y cambiantes. «Es muy interesante ver cómo a la hora de enseñar, en unos países se centran más en la parte teórica y otros en la parte más práctica de la ingeniería. Irme fuera me ayudó a valorar aún más la buenísima educación pública que tenemos en España. Yo estoy muy agradecida con la formación que he recibido en la UVA. Es una excelente universidad», recalca Delia.

Su carrera profesional arrancó en Madrid, en el gigante Procter & Gamble, donde rápidamente demostró su valía como ingeniera y su gran capacidad de gestión. Pronto pasó al departamento de finanzas y, posteriormente, lideró el área de e-commerce y digital para el Sur de Europa, donde tuvo la oportunidad de mediar en la negociación europea con Amazon, iniciar un plan de expansión con Alibaba y establecer la primera colaboración corporativa con Glovo. Ni más, ni menos.

En los siete años que estuvo en la compañía, Delia integró indicadores sociales y medioambientales (KPIs) en el modelo de negocio empresarial. Aquello marcó un punto de inflexión en su carrera profesional, tras el cual decidió explorar el ámbito de lo social uniéndose a la ONG de emprendimiento social Ashoka como directora de Estrategia y Finanzas, y luego formándose en el fondo de inversión social Acumen.

En el MIT de Boston concibió la idea de poner en marcha su empresa

Dos años después se embarcó en un nuevo desafío gracias a una beca de la Fundación La Caixa que le permitió estudiar un máster en Gestión Pública en la prestigiosa Universidad de Harvard. Su objetivo era aprender a diseñar modelos de negocio sostenibles y rentables, por lo que decidió especializarse en Cambio Climático y Energías Renovables. En 2021 esta vallisoletana entró a formar parte de la lista 'Nova 111' que busca contribuir a frenar la fuga de talento identificando a los menores de 35 años más brillantes del país y con mayor potencial para liderar nuestra sociedad. Todo un logro.

Continuó trabajando con una beca en la aceleradora del Massachusetts Institute of Technology (MIT) en Boston ya con la idea de poner en marcha su propia empresa de energías renovables en el medio rural español. «Acabo de terminar mi formación práctica en MIT de la mano de algunos de los mayores expertos del mundo de los sectores energético, de la innovación y del emprendimiento. Me han ayudado a dar forma a mi proyecto, con la parte legal y técnica y también con la financiación», comenta esta vallisoletana que una vez al mes sigue viajando a Estados Unidos para acudir a eventos como la Asamblea General de Naciones Unidas en Nueva York para dar a conocer su proyecto y hablar sobre la integración del sector agrario y el energético.

Su empresa Eki Labs es ya una realidad. Esta startup tiene como objetivo compatibilizar la agricultura y la energía solar. Delia proviene de una familia que se dedica al sector agrario desde hace más de cinco generaciones en Zamora. Viendo que en los últimos años la agricultura y las granjas solares compiten por las mismas tierras, intentó buscar una solución. Se le ocurrió instalar paneles solares en posición vertical. «Las granjas solares son esenciales para reducir las emisiones de gases de efecto invernadero, sin embargo, requieren una cantidad considerable de terreno llano y rico en sol, que es el mejor para las labores agrícolas. Pensé que instalando paneles en posición vertical los tractores podrían seguir trabajando la tierra mientras producimos energía renovable. Es la manera de aprovechar doblemente el suelo. Se podría decir que en Eki Labs nos dedicamos a cultivar la tierra y el cielo», explica Delia, quien colabora directamente con agricultores y comunidades rurales.

«Con paneles verticales los tractores pueden seguir trabajando»

El prototipo de las placas fotovoltaicas lo ha instalado en un pequeño pueblecito de La Guareña y viendo los elevados niveles de producción de energía que está generando, ya hay varias empresas agrícolas y ayuntamientos dispuestos a instalarlos. El objetivo es expandir el proyecto desde Castilla y León al resto del mundo. «En España no hay tecnologías similares a la nuestra. Lo mejor de todo es que como instalamos las placas en vertical, podemos implementarlo en todo tipo de terrenos y con cualquier cultivo, tanto de secano como de regadío. Entre las diferentes hileras de paneles pueden circular los tractores y las cosechadoras, de esta manera, una sola tierra de labor genera doble producción, por un lado la agrícola y por otro lado la energética», informa.

Delia es una emprendedora brillante, visionaria, comprometida y valiente. Dispuesta a hacer del mundo un lugar mejor decidió emprender su propio negocio en el sector de la energía solar en Zamora, donde están sus raíces. Con su mentalidad global, su excepcional formación académica y su experiencia en el terreno de lo social, está demostrando que el éxito económico y la responsabilidad social corporativa pueden, y deben, ir de la mano. «Para mí es muy emocionante poder dar continuidad al legado y tradición agrícola de mi familia y a la vez incluir una parte de innovación. Es como conectar pasado, presente y futuro. Tenía muy claro que quería emprender en Castilla y León, donde muchos agricultores están pasándolo mal. Es un honor tener una solución que les ayude a ellos, a sus pueblos y también al planeta», comenta esta emprendedora que sueña con tener instalado un gigavatio para el 2030, lo que significaría dar luz a más de 200.000 viviendas. «También me encanta la idea de poder contribuir al ecosistema emprendedor de Castilla y León con todos los conocimientos que he podido adquirir en la UVA, Harvard y MIT. Considero que es el lugar perfecto para emprender porque aquí están mis raíces y porque tenemos muchísima agricultura y muchas horas de sol», concluye.

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