Se encontraban a 50 metros de su domicilio tras haber estado cenando con dos parejas de amigos en el Barrio Húmedo. En ese momento, en aquella noche de verano de 2017, su vida cambiaría para siempre.
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La viuda del hombre asesinado en el barrio de ... La Sal hace cuatro años ha tenido que enfrentarse al juicio para esclarecer si Óscar, el acusado de este crimen, fue la persona que apuñaló a su esposo.
Juicio por el crimen del barrio La Sal
«Una persona nos adelantó. Era fuerte y un hombre, con pantalones piratas claros, una sudadera oscura y gorra. En el cruce nos dirigimos a él, que estaba parado, y a dos metros nos atacó. Se giró, sacó una cosa punzante grande y nos dijo que o le dábamos todo o nos mataba». Así ha empezado a narrar aquel traumático episodio María Esperanza, que respondía a preguntas de la fiscal.
Posteriormente, separó a su marido y ella se quedó «petrificada», y cuando regresó hacia ella, con su marido ya herido de forma mortal de necesidad, empezó a chillar: «Pedí auxilio y socorro, que nos iba a matar». Entonces le entregó el bolso pidiéndole que no les matase y la tiró al suelo hasta que llegó la gente a ayudarla, momento en el cual ya había abandonado la escena del crimen.
Su marido sólo la llegó a decir que le había pinchado y a ella se la llevaron a casa de unos vecinos mientras atendían a la víctima mortal, que fallecía minutos después. En una primera rueda de reconocimiento, y tras haber tomado varios tranquilizantes, Esperanza no reconoció a ningún sospechoso y eso que «tenía muy fresca su cara», algo que intentó utilizar como coartada la letrada de la defensa de Óscar, manifestando que ella había identificado a un posible culpable, pero que negó este lunes en la Audiencia Provincial la mujer.
Sí que reconoció, posteriormente, y a través de fotografías que le presentó la policía, el rostro de Óscar, el ahora principal sospechoso y a quien se está juzgando. «Yo dije que no tenía dudas; lo reconocí con toda seguridad, no dudé nada», ha reiterado en la sala, y confirmado una vez más cuando ha visto su rostro a través del cristal que les separaba: «Sí, es él. Clarísimo».
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La propia víctima ha reconocido que los objetos que le localizaron al acusado en el momento de la detención correspondían a ella y a su marido Andrés. Tanto los pañuelos mentolados del Mercadona, como unos chicles de Orbit de hierbabuena y un pen drive que les había dado su amigo y que contenía películas. También los móviles de ambos.
La defensa ha tratado de proteger a su cliente matizando que «los rasgos latinos» con los que se identificó al agresor podían ser de cualquier otra persona ya que en ese barrio viven muchos sudamericanos. También intentó generar dudas sobre el tamaño del arma del crimen o las características de los elementos que portaba Óscar cuando le arrestan.
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Tras la declaración de la mujer, el juicio se reanudará este martes con otras pruebas testificales; el miércoles será turno de las periciales; y el jueves se espera la lectura de conclusiones y la última palabra del acusado antes de que el jurado popular se retire a deliberar.
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