La noticia corría como la pólvora entre la familia Hernández. Ángela, Titina para ellos, de 98 años, iba a ser vacunada «a lo largo de la mañana». Este jueves, su hija con la que convive, recibía la llamada del centro de salud para avisarla ... de que, debido a la edad y poca movilidad de su madre, recibirían la visita de un sanitario para inocularle la vacuna contra el coronavirus.
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Ángela es una de los 20.000 ancianos de León que este jueves han comenzado a inmunizarse, principalmente en ambulatorios, aunque también en domicilios si los servicios médicos consideran que es mejor evitar el desplazamiento de ciertas personas de avanzada edad. Este es el caso de Ángela, que minutos antes de recibir el pinchazo contaba sus sensaciones.
«Pues me alegro de que me la vayan a poner ya, así me lo quito de encima», explica desde el sillón en el que espera impaciente, pero no más que su hija, la llegada del equipo médico.
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Cerca de cumplir un siglo de vida, la inmunidad contra el coronavirus no será para ella un motivo para salir más de casa porque «no soy mucho de estar por la calle», aunque ahora podrá recibir más visitas de su familia, sobre todo de sus nietos y bisnietos… «Ah, eso sí. Que vengan cuando quieran».
«Ahí vienen», ha dicho su hija de mismo nombre, refiriéndose a un sanitario que ha bajado del coche y de una nevera del maletero ha sacado ya una jeringuilla preparada, un algodón y un poco de esparadrapo. Parece increíble que la solución a un problema tan grande haya estado en un gesto tan sencillo. Tras subir el médico a casa, por medio de un proceso que no ha durado ni cinco minutos en total, Ángela recibe su primera dosis.
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Dentro de tres semanas, será el turno de la segunda dosis, y a los diez días, Ángela ya estará protegida del ataque del coronavirus que a su edad entraña graves riesgos. Algo de cefalea o un poco de fiebre son los efectos secundarios más habituales que están reportando los vacunados, pero minutos después de la inoculación, Ángela se encontraba como cualquier día en el sofá de su casa: «De momento no noto nada. Ni me he enterado del pinchazo».
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Aunque este jueves ha vivido un avance del que toda su familia ha estado pendiente por teléfono, Ángela sabe que todavía no está a salvo. Tocará aguardar unos días para poder volver a recuperar pequeños encuentros en un salón que, de momento vacío, espera visitas.
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