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Nonia Alexandre y Lucía Valiño comparten un vínculo muy especial. Cuando a Lucía le diagnosticaron leucemia en 2018, establecieron una relación de apoyo y comprensión. Nonia pasó por un linfoma de No Hodgkin en 2004 y por una recaída en el 2010. Su experiencia y ... su conocimiento ejerció de faro en los momentos más duros.
Empezamos a a emparejar unos pacientes con otros, dio la casualidad que me tocó con ella, empiezas a tener un contacto y a mandarte 'whatsApps y audios y vídeos y horas que tenemos de conversación que no tienes normalmente con el médico, es muy bonito porque vas y la 'lías' a ella, que ahora también lo hace con dos personas», señala Nonia, presidenta de la Asociación Leonesa Con Las Enfermedades de la Sangre (Alcles).
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Ambas insisten en la importancia de hacerse donante. Un trasplante sencillo que dura apenas 20 minutos y que ha significado una nueva oportunidad para ambas. «Es uno de los más 'humildes' sucede todo en 20 minutos».
Pero qué 20 minutos. Tras la operación, inevitablemente ellas y cualquiera que pase por un trasplante inicia una nueva etapa en su vida.
Tras la operación, ambas notaron un cambio enorme e iniciaron un lento proceso de recuperación. El paso de los días y las semanas les ha permitido dejar atrás la enfermedad y, aunque con ciertas secuelas, han podido recuperar el ánimo y sus rutinas. Nonia recibió una donación en su segundo traspante de una donante alemana mientras que, en el caso de Lucía, fue su hermano el donante.
«Yo tuve rechazo, la médula regula mi cuerpo pero me quiere echar a mí, me atacó al sistema digestivo, me destrozó los huesos, también a los ojos», afirma Nonia, que se retira un segundo las gafas y confirma que, debido a estas secuelas «crónicas» siempre las utiliza. «Ya son mi seña de identidad», añade, mientras dibuja un guiño tras las lentes oscuras.
Lucía señala, entre risas, que ella contaba con una «bala en la recámara». Y es que, gracias a su hermano, consiguió el trasplante. «Tener un hermano no te asegura que se donante, es difícil, hay un 25 por ciento de opciones», afirma, consciente de que la estadística y la buena voluntad de su hermano desequilibraron la balanza a su favor.
Lucía sigue la estela de Nonia y también ayuda a dos personas del mismo modo que la presidenta de la Asociación Acles le ayudó a ella. Una cadena de apoyos, sin embargo, no tendría razón de ser sin la estimable colaboración de los donantes. Un pequeño gesto que les ha permitido mirar al futuro con ilusión.
«Es un cambio enorme, siento que vuelvo a ser yo pero cuando sales del trasplante es como si fueses otra persona, estaba contenta y tenía buen ánimo, al principio era como que no era yo, el aspecto físico cambia un montón, ahora me siento que vuelvo a ser la misma, ya estoy entrando en mi vida», afirma Lucía.
Tras muchos días de espera en el Hospital, de infinidad de pruebas, el trasplante de médula les ha permitido avanzar.
Atrás quedan las largas esperas y la angustia, apaciguadas con música. Nonia escuchaba a Ana Torroja y soñaba con volver a las playas del sur. «Fue lo primero que hice», afirma, eso sí, «con la autorización de los médicos».
Leiva y su reciente 'No te preocupes por mí' también dio fuerzas a Lucía, que cantaba en la sala del Hospital de Salamanca los versos que dicen «No te preocupes por mí, por un momento crucé al otro lado y luché con esas bestias gigantes».
Porque sí, ambas recorrieron un largo camino hasta el traplante para ahuyentar unas «bestias gigantes», imposibles de espantar sin la inestimable ayuda de los donantes y del trasplante de médula.
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