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Gelín y Esther en la sede de Almom. Sandra Santos

«Seis sesiones de quimio, 25 de radio, y estoy aquí. Estoy vivo porque la ciencia funciona»

Gelín, único hombre socio de Almom y superviviente de cáncer de mama; y Esther, actualmente en tratamiento, cuentan su historia con la enfermedad | «La gente me dice que soy valiente. No sé si lo soy, sé que he combatido la enfermedad y sigo haciéndolo porque no hay que bajar la guardia»

Sábado, 19 de octubre 2024, 09:17

Se escuchan risas al otro lado de la puerta. En la vorágine de los días previos a una cita marcada en el calendario para una asociación, los nervios y los preparativos de última hora se compaginan con momentos distendidos y ratos de tranquilidad. Y este es uno de ellos. Cuando cruzamos la puerta nos recibe sonriente Rosi, que al momento nos presenta a Ángel. «Todo el mundo me llama Gelín, por favor, que es más cercano y como si nos conociéramos de siempre. No todo va a ser tan serio». A los pocos minutos timbra en el número 15 de Burgo Nuevo Esther. De rosa y en tacones, muestra orgullosa aunque todavía un poco indecisa su corte de pelo, rubio platino.

Estamos en la sede de la Asociación Leonesa de Mujeres Operadas de Cáncer de Mama (Almom), donde hemos quedado con dos socios para hablar sobre la enfermedad que como cada 19 de octubre, su día mundial, está en boca de todos con el objetivo de dar visibilidad y apoyar la investigación. Esther pide que el primero que tome la palabra sea Ángel 'Gelín' López (Trobajo del Cerecedo, 1961), que alegre, optimista y con don de gentes -no es para menos tras 30 años tras la recepción del Hotel París de León- se coloca el micrófono, se pone frente a la cámara y, casi sin necesidad de ser preguntado, nos cuenta su historia.

«El cáncer llegó a mi vida en 2018», comienza. Amante de la montaña, ese verano viajó a Nepal. A su regreso a León «con las pilas a tope mental y físicamente», se encontró en el pecho izquierdo justo al lado del corazón un pequeño bulto. «No le di importancia ninguna, qué vas a pensar». Fue su compañera en aquel momento quien le animó a ir al médico de cabecera, pensando que se trataría de un bulto de grasa. «En julio fui al médico, me lo vio, me lo tocó y me dijo que íbamos a hacer una ecografía». No fue hasta noviembre cuando volvió a tener noticias. Le citaron en José Aguado. «Nada más que entró la doctora se asustó muchísimo, pero yo estaba tranquilo. Me dijo que no me preocupara, pero que había que subir urgentemente al hospital porque me tenían que hacer una biopsia. Estaba muy nerviosa», recuerda.

«El médico me dijo que tenía cáncer de mama. Mi reacción fue tranquila y al momento le pregunté qué hacíamos. El 4 de enero de 2019 me operaron»

Ángel López

Diez días después llegó el resultado, y la cita, a la que acudió solo -«cómo iba a pensar que ese iba a ser el diagnóstico?»- con el cirujano del hospital. «Me dijo que tenía cáncer de mama. Mi reacción fue tranquila, y al momento le pregunté que qué hacíamos. Me dijo: 'qué haces el día de reyes?'. Le dije que nada y me comentó que había que operarme». El día 3 de enero de 2019 ingresó, y el 4 le operaron. «No me enteré de nada, fue todo fenomenal».

En medio del relato, la que escribe tuvo que preguntarlo. «Qué pensaste cuando te dijeron que era cáncer de mama?». «Yo no sabía que existía en hombres», reconoce Gelín, que señala que en España están afectados un 1% de hombres. «Creemos que el hombre no tiene cáncer y aquí está a la vista que, por desgracia, yo lo pasé». En su familia hay antecedentes. Su madre falleció con apenas 33 años, y tras su caso los médicos han vigilado más de cerca a sus familiares. «A raíz de lo mío vas conociendo a gente que te dicen que tienen conocidos que también lo han tenido, y sé que hay hombres en León que lo tienen pero yo no los conozco, no sé quiénes son. Yo le estoy dando visibilidad porque si puedo ayudar de alguna manera, lo hago encantado, y me sirve también como evasión».

Tras seis sesiones de quimioterapia y 25 radio, el 21 de julio de este año le dieron el alta, pero Gelín no baja la guardia. «Soy optimista por naturaleza y tengo a mis amigos, a mi familia y a mi asociación para apoyarme, pero hay que estar vigilantes», recuerda. Gelín es el único socio afectado de Almom. Se le iluminan los ojos al hablar de sus compañeras. «Qué voy a decir de ellas. Estoy como un niño con zapatos nuevos. Son amables, cariñosas... todos tenemos la misma enfermedad, un cáncer de mama, que se combate además de con la medicina evidentemente, con el cariño, con la unión. Y aquí te lo dan».

«Es muy repetitivo eso del carpe diem, de vivir el momento, pero es que es cierto»

Ángel López

Recuerda como uno de los días más felices de los últimos años el desfile de lencería que cada año organiza Almom en el que participó este 2024 por primera vez. «Me sentí la persona más feliz del mundo en ese momento. Cuando salí al escenario era un movimiento fan, parecía una estrella de cine», rememora entre risas. Después de aquello, no fueron pocos los que dijeron que le admiraban. «Me dicen 'qué valiente eres'. No sé si soy valiente o no. Sé que he combatido con esta enfermedad, y que sigo combatiendo con ella porque no hay que bajar la guardia».

Gelín en el desfile de lencería y en la montaña, su lugar feliz.
Imagen principal - Gelín en el desfile de lencería y en la montaña, su lugar feliz.
Imagen secundaria 1 - Gelín en el desfile de lencería y en la montaña, su lugar feliz.
Imagen secundaria 2 - Gelín en el desfile de lencería y en la montaña, su lugar feliz.

Ya con el alta, Gelín solo tiene claro de su futuro que quiere seguir viviendo, y hacerlo siempre al lado de la montaña. «Es muy repetitivo esto del carpe diem, de vivir el momento, pero es que es cierto. Mis planes son montañeros, que es lo que más me divierte y donde me siento feliz, y venir aquí», cuenta, ya listo para la carrera que el 27 de octubre sacará a miles de leoneses y leonesas a la calle para recaudar fondos para la investigación. Porque este vecino de La Palomera-San Lorenzo lo tiene claro. «Estoy aquí porque la ciencia funciona, la suerte también juega su papel, pero la ciencia funciona. Seis sesiones de quimio, 25 de radio... y estoy aquí. Estoy vivo, lo puedo contar y disfrutar de la vida».

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Imagen secundaria 1 - «Seis sesiones de quimio, 25 de radio, y estoy aquí. Estoy vivo porque la ciencia funciona»
Imagen secundaria 2 - «Seis sesiones de quimio, 25 de radio, y estoy aquí. Estoy vivo porque la ciencia funciona»

Su ropa combina a la perfección con los colores de Almom y del rosa que representa la lucha contra el cáncer de mama. Subida a sus tacones que causaron sensación la primera vez que entró en la sede de la asociación, Esther Santos (Tabuyo del Monte, 1978) estrena peinado y, tras escuchar con atención la historia de Gelín, igual que ha hecho con todas sus compañeras de Almom, toma la palabra.

Madre de dos niños gemelos de 12 años, el cáncer de mama llegó a la vida de Esther este año bisiesto, para ella «año siniestro». A principios de 2024 se notó en el pecho un pequeño bulto y acudió a una clínica donde le dieron cita con un ginecólogo y le realizaron una ecografía. «Me dijeron que no era nada, que solo se veía líquido y que no tenía importancia. Te dice eso un profesional y dices, no me voy a obsesionar, pero yo tenía miedo porque tenía la sensación de que podía ser malo». Fue meses después, en julio, cuando en su revisión anual en el Instituto Ginecológico de Diagnóstico Avanzado de León y tras una mamografía rutinaria y una ecografía, el doctor decidió hacerle una biopsia. «Me dijo que no veía actividad tumoral pero que al ser un bulto de nueva aparición en una persona de mi edad se quedaba más tranquilo con la prueba. Y cuando fui a recoger el resultado era cáncer».

«En el Hospital de León he encontrado a los mejores profesionales que se puede esperar. Gente superhumana, con conocimiento y que te apoya en todo momento»

Esther Santos

La enfermedad se pilló a tiempo y rápidamente fue derivada al Hospital de León, donde Esther ha encontrado «a los mejores profesionales que se puede esperar, gente superhumana, con conocimiento y que te apoya en todo momento». En agosto la operaron y, aunque en un principio su tratamiento iba a ser con radio, tras un estudio genético por los antecedentes familiares optaron por otra alternativa por temor a que se reproduzca la enfermedad en el futuro. «En base a eso, en cuanto estaban los resultados, me enchufaron a la quimio. Son cuatro sesiones, así que me quedan tres».

Desde que la enfermedad llegó a su vida, Almom ha jugado un papel fundamental. Ha encontrado en la asociación amigas con las que compartir experiencias, miedos y alegrías. «Venir aquí es una inyección de energía. Las personas que he conocido aquí son alegres, están pendientes en todo momento... estar con ellas es muy vitalizante».

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