

Secciones
Servicios
Destacamos
De ser una jornada protagonizada por los actos religiosos y la matanza del cerdo a una celebración popular en la que las mascotas se han convertido en el centro de atención, San Antón ha dejado de lado muchos de aquellos ritos (centenarios en algunos casos) por otros en los que perros, gatos y otros animales de compañía acaban compartiendo su experiencia en redes sociales. Aun así, se conservan numerosos ejemplos de cánticos, procesiones, representaciones y refranes por la provincia de León.
El ejemplo más representativo de una tradición aún viva se mantiene en Las Grañeras. Cada 17 de enero esta localidad, perteneciente al municipio de El Burgo Ranero, ofrece un ramo elaborado con rosquillas bañadas que se subasta tras la misa y un concurso de refranes. Después de esta ceremonia y la bendición de animales se celebra un duelo entre dos vecinos que, sobre los sucesos del pueblo y el país a lo largo del último año, crean unos versos octosílabos que recitan en una especie de lucha poética bajo la admiración y diversión de los asistentes. Los protagonistas de esta batalla suelen ser hombres. Las mujeres llevan el peso de la elaboración del ramo y la posterior subasta de las rosquillas, y muchas de ellas acuden ataviadas con la indumentaria tradicional leonesa.
Muchos textos populares se centran en mostrar que el verdadero San Antón es el de origen egipcio. En Tierra de Campos siempre empezaban con un: «¡Oh glorioso San Antón!, el diecisiete de enero…». En la Maragatería se recita: «San Antonio de enero, San Antonio verdadero». En el Bierzo se reza: «San Antonio de enero, San Antonio Laconero» o «San Antonio laconeiro, San Antonio verdadeiro», o este aforismo gallego que llega a algunos pueblos bercianos: «Dezecete de Xaneiro, San Antonio verdadeiro; día trece de San Xoan San Antonio mentiran (Diecisiete de enero, San Antonio verdadero; día trece de junio, San Antonio el mentiroso)» .
Noticia relacionada
La fecha, en pleno camino hacia el equinoccio de primavera, se traduce en refranes populares del tipo «Por Reyes lo conocen los bueyes», y en lo que San Antón y sus protegidas gallinas se traduce en Portela de San Aguiar con dichos de este tipo: «Por San Antón la buena gallina pon», «por San Antonio laconero, la gallina pone el huevo» o «Por San Antón, la buena gallina pon, y por la candelaria, la buena y la mala». Esta época invernal, en zonas agrícolas, era propicia para un buen número de fiestas patronales que se enlazaban de pueblo en pueblo, como en la comarca de Los Oteros donde recuerdan este refrán:
Los mártires de Gijón/ el veinte de enero son,/ la Cátedra el dieciocho/ San Vicente el veintidós;/ detente varón, detente,/ que antes viene San Antón.
En algunas localidades de la llanura leonesa existe una superstición muy arraigada en torno a «la rana de San Antonio». En estos pueblos se cree que si alguien mata a uno de estos anfibios, el santo le castigará enfermando o matando a uno de sus cerdos. Puede tener el origen en la capacidad de la rana, devoradora de animales considerados plaga por los campesinos, que la ha hecho llegar a tener casi un carácter sagrado.
Se cuenta en Fornela que unos pastores se quedaron dormidos mientras cuidaban de su rebaño de cabras pero que San Antón, al ver a los animales asomarse a unos riscos, se apareció San Antón y las apartó del peligro sin que los cabreros se percataran de nada.
En el ya despoblado Los Montes de la Ermita oraban así cuando sus cabras u ovejas sufrían de alguna inflamación mientras una persona le frotaba bien en la barriga:
¿Quién te embazó/ te embacé yo?/ Que te desembace San Antón/ que puede más que yo.
En todas las zonas de montaña en León se reza el «responsorio de San Antonio de Padua» para que cuide al ganado. Una oración que en el Bierzo se aplicaba de forma específica cuando los pastores salen con sus rebaños de cabras u ovejas y son quienes se quedan en casa los que invocan la protección del santo ante los ataques de lobos. También, cuando este animal se llevaba un animal, de la cercana Galicia llegó la costumbre de rezar de rodillas a San Antonio para que abandonara la presa. Sin salir de la comarca berciana, cuando un animal se había perdido, una persona del pueblo designada por su capacidad para hacerlo, oraba: si se confundía, el animal ya había sido devorado; pero si el rezo se hacía de forma correcta, regresaría sin daño aunque fuera días después. En algunos pueblos, la invocación era mucho más simple:
San Antonio Bendito/ guárdame el cabrito.
Dado que la figura que acompaña al santo es el cerdo, esta especie es protagonista de la fiesta bajo denominaciones como «el gocho Antón» o «el marrano Antón». El cerdo en cuestión andaba solo por el pueblo con el respeto, conocimiento y cuidado de todos los vecinos. Tanto era así que cuando se perdía se tocaba a concejo y se organizaban partidas para ir en su búsqueda. En la comarca de Los Oteros era un parroquiano el que regalaba el cerdo al pueblo para que entre todos se engordara. En Mayorga (Valladolid) y pueblos cercanos, ya en la provincia de León, era el párroco u otros miembros del clero los que compraban el animal para que, en ambas comarcas, el día 17 de enero se subastara para destinar los beneficios en honor a San Antón.
Es por eso que la gran mayoría de ofrendas al santo fueran del propio cerdo: las patas (como por ejemplo en Morgovejo), la cachucha y el lacón; con variantes como en Benuza donde se recogían los regalos en diferentes cestas. Una con la carne del animal para el sacerdote y en otra lana y lino para sufragar a la cofradía tras subastarlo todo, y velas para el santo. Allí, en la localidad de Sigüeya, se entonaba este refrán: «En la fiesta de San Antón, ofrece el pobre de su cochino a su patrón». En Pobladura de las Regueras los pies de cerdo se unían en un ramo para vender al mejor postor y destinar el importe al culto. En Santibáñez del Toral, el hombre soltero de más edad tenía que recoger casa por casa algún producto de cerdo o de las huertas para subastar.
La costumbre de bendecir a los animales en San Antón se remonta a la Edad Media. En las zonas agrarias se hacía llevando a las puertas de la iglesia, fundamentalmente, al ganado y animales de labor, o si eran muchos a unos pocos en representación de todos. En el sur de la provincia como en Sahagún o Valencia de Don Juan y localidades cercanas de Valladolid como Mayorga y otros pueblos más de Tierra de Campos, los jóvenes iban a la misa con burros, mulas y caballos, los más pudientes, muy adornados. Tras la liturgia se bendecía a esos animales, se cabalgaba con ellos y se «echaban refranes». Costumbre extendida a otros puntos de nuestro país y otras naciones europeas.
Muchas veces los animales que no habían sido bendecidos, participaban de la bendición de una manera indirecta. En Bembibre se bendicen unas «bollas» (panecillos con forma humana) que comen los vecinos y también los animales.
Si hay algo característico de esta festividad es la numerosa creación de refranes, algunos usados para ridiculizar en esas peculiares batallas de dichos populares. En ocasiones, varios pueblos de una misma comarca se unían en la fiesta, y allí lanzaban coplas dedicadas a pueblos cercanos como ocurría en Arlanza del Bierzo donde los de Losada del Bierzo tachaban a los de Olleros por su supuesta desidia y abandono:
Oh glorioso San Antón/ cuando viniste de Olleros/ traías la cara más negra/ que el culo de los calderos.
Los versos también ridiculizaban una costumbre arraigada pero objetivamente absurda como ofrecer algo de comer a un santo que «ni come ni bebe», como esta recogida en Matachana:
San Antonio bendito/ que no come ni bebe/ y está gordito./
Refranes con variantes como este sobre su perro.
San Antonio bendito/ tiene un perrito/ que no come ni bebe/ y siempre está gordito.
También se critica de forma solapada una supuesta falta de afición al vino, puesto que en muchos refranes de San Antón, se repite «no bebe vino» como en este de Colinas del Campo de Martín Moro:
San Antón, santo francés,/ santo que no bebe vino/ y lo que tiene a los pies/ San Antón, es un cochino.
O este que se oía en la Maragatería, el Bierzo o Tierra de Campos:
San Antón por enero/ gasta corbata/ como no bebe vino/ no se la mancha.
En Villamañán y otras localidades del páramo leonés y Tierra de Campos se pide por los animales.
Oh glorioso San Antón,/ aquí te vengo a suplicar/ me guardes esta borrica/ que me compró mi papá./ Oh glorioso San Antón/ que estás en ese lugar/ aquí te vengo a visitar/ con el burro del tío Juan.
Un refrán que variaba dependiendo del tipo de animal y el nombre de su dueño, o que se modificaba para mofarse de algún vecino, algo que también se hacía en zonas cercanas a la provincia de León en las de Palencia, Valladolid o Zamora.
Oh glorioso San Antón,/ el diecisiete de enero/ iba con la burra al agua./ Se me cayó en el reguero./ Yo la tiraba 'poI' rabo,/ ella me tiraba pedos,/ y yo decía/ que 'pa' Pedro el zapatero.
En el Bierzo hay oraciones a San Antonio de Padua que demuestran el origen dual de San Antón para proteger al ganado en muchos pueblos que las rezan en el «San Antonio» del 17 de enero, no celebrándose el preceptivo 13 de junio o en esa fecha pero de forma muy diferente. También se invocaba al santo italiano en Tierra de Campos y la Maragatería cuando el día de San Antón los jóvenes de los pueblos ruegan para encontrar una buena pareja.
En Villamañán existe una cofradía dedicada al santo italiano que se celebra el 13 de junio, pero en esta fecha se lanzan refranes como este, que se repetía en otras localidades como la cercana Valencia de Don Juan:
Oh glorioso San Antón,/ aquí te vengo a suplicar/ me des una buena novia,/ que yo me quiero casar.
Misma temática y peticiones en Posadilla de la Vega:
Yo no sé cómo pedirle/ al glorioso San Antonio/ que me diga claramente/ si tengo derecho a novio./ San Antonio bendito/ tú eres ingrato./ Sin embargo hay algunas/ que tienen cuatro.
Para el siguiente paso al del noviazgo, el del casamiento, se profería a San Antón este de Besande con una forma muy directa de aplicar el lenguaje:
San Antonio bendito,/ dame un yerno/ y si no me lo das/ vete al cuerno.
Mismo lenguaje directo pero cambio total de intención este que entonaban los casados envidiando la soltería del santo eremita que se escuchaba en Los Oteros y El Bierzo:
Tuvo suerte San Antón/ al elegir al cochino./ Si cae con la mi parienta,/ el pobre se pega un tiro.
Múltiples demostraciones de que una figura, la de San Antón, que durante siglos ha inspirado a los leoneses en casi toda la provincia y los ha acompañado en sus tareas y súplicas diarias, además de protagonizar una fiesta llena de tradición.
Publicidad
Publicidad
Te puede interesar
Una luna de miel que nunca vio la luz
El Comercio
Publicidad
Publicidad
Esta funcionalidad es exclusiva para registrados.
Reporta un error en esta noticia
Comentar es una ventaja exclusiva para registrados
¿Ya eres registrado?
Inicia sesiónNecesitas ser suscriptor para poder votar.