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Comienza la jornada laboral para Turbo y Bruja. Por delante, horas de controles, identificaciones, patrullas y diligencias para garantizar la seguridad ciudadana.
La policía canina de León cumple un año de servicio 'a cuatro patas' en los que se han convertido en dos agentes más de la Policía Local.
Alberto es el guía de Bruja, una pastor holandés de cuatro años y medio, que tiene como especialidad la detección de sustancias estupefacientes. En su trufa tiene asociadas diferentes drogas, que utilizan menores de edad y mayores, en el consumo de hachís, marihuana, cocaína, heroína, anfetamina o metanfetamina, que es capa de detectar.
Jota es el guía canino de Turbo, un pastor belga malinois de tres años que todavía está en pleno proceso de aprendizaje para irle introduciendo poco a poco las sustancias. Su formación se realiza con técnicas de juego-recompensa. Al perro se le asocia un olor al mordedor, que es lo que busca, y cuando busca la droga lo que busca es ese mismo aparato para jugar. «Para que aprenda, se le pone el olor y cuando mete el hocico se le premia. Luego le dejamos más margen para que se quede quieto hasta que le des la orden de premiarle y le dejes jugar».
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El método que utilizan para localizar la droga es el marcaje-lapa y que, como el propio nombre indica, lleva al cánido a quedarse pegado a la sustancia. «Si yo ahora llevara una china de hachís en el pantalón, el perro se quedaría marcando el pantalón. Y si sigo andando, el perro me sigue, marcando el punto exacto en el que se encuentra la droga», explica Alberto en un ejercicio con Bruja.
Desde el 1 de febrero, ambos perros policía han pasado a actuar como una unidad propia que tiene como objetivo la prevención de delitos. Antes, también patrullaban, pero lo hacían integrados en funciones de Seguridad Ciudadana.
En sus primeras salidas, en el mes de abril de 2021, comenzaron a recibir el afecto de los leoneses y el carácter tranquilo y dócil de Bruja, así como el de Turbo, lo hizo todo más fácil, aunque sus guías recuerdan que no es bueno mantener contacto con ellos. Al tratarse de peros de trabajo, están acostumbrados a sólo recibir las caricias de sus guías, y tampoco en exceso. «Si se les acaricia mucho puede provocar que el perro se frustre cuando no encuentra algo y al final lo único que busque es la caricia».
Eso sí, están adiestrados para no poner en riesgo la integridad física de los ciudadanos, con técnicas nada invasivas y exclusivamente de marcajes, sin abalanzarse sobre nadie. De hecho, parte de su entrenamiento consiste en la socialización y que se muestren tranquilos en todo momento. «El perro no va a moverse ni hacer nada ante un mal gesto, ni aunque me vengan a agredir, está enseñado para que no agreda a nadie», asegura Jota junto a Turbo.
Los perros están adiestrados para que cuando haya una requisa no ponga las patas encima de las persona rastreada porque «puede complicar la intervención» ya que puede provocar nervios en el ciudadano al pensar que el perro pueda agredirle o morderle. «No es nada invasivo, solo marca con la nariz donde está la sustancia».
Los perros conviven con sus guías, con quienes pasan las 24 horas. Tras llegar a las dependencias del CHF, los agentes caninos se someten a un entrenamiento y posteriormente salen a la calle según la planificación del subinspector. Por la mañana suelen acudir a institutos y colegios, en horario de recreos y salidas. También se visitan estaciones de trenes y autobuses, a la hora de llegadas y salidas de ciertos buses o trenes en los que se suelta al perro y se hace la requisa. Además, si así se solicita, se presta servicio de refuerzo a Seguridad Ciudadana, Tráfico o Barrio ante cualquier sospecha de tráfico de droga.
Y su trabajo cada vez es más efectivo y tienen más presencia en zonas donde potencialmente se pueda distribuir o consumir droga. «Ya se escucha por los parques: ¡ahí están los de los perros!». Sin ir más lejos, la semana pasada localizaron a un grupo de menores en un parque al que se les hizo una requisa y no llevaban nada. Sin embargo, soltaron a los perros y entre unos arbustos localizaron una china de hachís que habían tirado. «Eso sin un perro es imposible de localizar porque era como una uña».
Jota y Turbo; Alberto y Bruja. Los cuatro han formado un equipo de agentes que, desde el juego, logran trabajar en favor de la seguridad de León, de sus ciudadanos y en la prevención de delitos. Turbo y Bruja ya son dos policía más del cuerpo que a cuatro patas, y con el único arma de su trufa, han logrado conquistar el corazón de sus compañeros y de todos los leoneses.
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