No pudo contener el llanto la pareja de Conchi durante sus últimos 16 años de vida. Mantenía una relación con la víctima del asesinato en el que la asestaron numerosas puñaladas y ha tratado de recordar, en la segunda sesión del juicio en la Audiencia ... Provincial de León, cómo era esta mujer.
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Chiqui, como se conoce al testigo, destacó el carácter «muy reservado» de la hostelera y cómo protegía su casa «con la cerradura vuelta y las llaves puestas» y sin abrir a nadie que no conociera o se identificara. También la calificó como una persona «muy generosa» que «daba lo que tenía», tal y como también argumentaron otros vecinos del bloque donde tenía a varios inquilinos.
La pareja de la fallecida descartó las teorías expuestas por la defensa sobre la autoría del crimen. «Pondría las manos en el fuego por José Manuel», hijo de Conchi con el que la mujer guardaba« muy buena relación», al igual que con su otro hijo que vivía en Madrid.
Otros testigos que ocupaban el bloque también han prestado declaración. Todo ocurrió en la noche del 24 de marzo de 2020, cuando se consumó un asesinato con tres puñaladas iniciales -una de ellas en la traquea-, más 17 mientras seguía con vida y 33 ya muerta, en el que se perpetró, supuestamente, el robo de 3.000 euros. Como único imputado en los hechos se encuentra Ángel, inquilino de la víctima que en la segunda parte de la sesión ha rechazado mirar las imágenes de la escena del crimen y de cómo la policía encontró el cuerpo de Conchi en el domicilio de la calle Obispo Almarcha, en León capital.
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I. Santos
La esposa del acusado se acogió a su derecho a no declarar, mientras que otros inquilinos de la víctima explicaban cómo la relación de la arrendataria con sus vecinos era «normal y corriente», también con su presunto asesino. Aquella misma noche, Ángel y Conchi se encontraron en el portal y el presunto autor del crimen intermedió para que la propietaria de los pisos aceptara la petición de otro vecino para tener un perro de raza potencialmente peligrosa en uno de los domicilios.
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Conchi era una persona «muy buena» a juicio de sus inquilinos y todos se quedaron sorprendidos por la noticia. «Llegamos a pensar que había sido por el virus», señaló uno de ellos al encontrarse en los primeros días de confinamiento tras el estado de alarma por la pandemia. Este testigo escuchó cómo se cerró la puerta de la casa de Conchi a las 4:30 horas y, posteriormente, unos pasos de entrada que más tarde recorrieron las escaleras y abandonaron el edificio de un portazo.
Las primeras hipótesis que barajaron los vecinos porque «era lo que se hablaba en la zona» fue que el autor del crimen podía haber sido «su pareja o su propio hijo», tesis que defendió el propio acusado, Ángel, tal como así lo hizo saber a varias personas. También estuvo inmerso en la investigación otro vecino, el cual fue detenido en primera estancia, aunque finalmente se descartó que fuera el autor.
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Las empleadas del bar que regentaba la víctima también prestaron declaración. Una de ellas, además, residía en un piso propiedad de Conchi. Ella fue la que dio la voz de alarma a la familia de la asesinada ya que quería hablar con ella «por un tema de papeles» y no le respondía, a pesar de tener la luz de la cocina dada durante toda la noche. «Conchi era una persona desconfiada que preguntaba varias veces antes de abrir la puerta a cualquier persona», matizó. Además, aún no se cree que Ángel pudiera cometer los hechos porque «tenía un comportamiento muy bueno con ella» e incluso coincidieron en el rellano aquel día.
Este mismo perfil de la hostelera lo describió una de sus mejores amigas, con la que compartía «horas y horas» en la barra del bar Bamby y a quien confesó que Ángel tenía un problema de pago con ella y le debía «dos o tres meses» de alquiler. Después del crimen, la amiga se encontró con el acusado en la calle y éste le confesó que el agresor tenía que ser conocido porque sino su perro hubiera ladrado. «Cómo iba a ladrar el perro si eras tú el que lo hacía», reflexionó la mujer durante el juicio.
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Otra de las vecinas se emocionaba al reconocer que no había dado importancia a una discusión que escuchó en el piso de abajo, lugar donde tenía su domicilio Ángel, y reiteraba que la víctima «siempre tenía puesta la cerradura».
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