Fundó el sindicato agrario UGAL-UPA hace 43 años y este jueves pasa el relevo en la organización a una mujer, Sonia Castro. El histórico dirigente agrario Matías Llorente (Cabreros del Río, febrero de 1951) hace repaso a su larguísima trayectoria. Sindicalista, concejal, alcalde y ... diputado desde hace décadas, si alguien ha ejercido la oposición en el Palacio de los Guzmanes, ha sido él.
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En esta entrevista con Leonoticias, cuenta sus inicios clandestinos en el sindicalismo, opina sobre la labor de los nueve presidentes con los que ha convivido en la institución provincial y sobre quienes más le han fastidiado en la vida. Llorente convive desde hace dos años con un cáncer de pulmón y ni las sesiones de quimioterapia le han hecho parar: no hay semana en la que no se le vea trabajando. Habla de lo más duro de su enfermedad y de los golpes más fuertes que le ha arreado la vida. Con la gorra de la que ahora no se apea se da un aire al actor Adolfo Marsillach. Responde a todo y, como siempre, sin pelos en la lengua.
Entrevista a fondo
¿Cómo le dio por entrar en el sindicalismo agrario?
Por una razón. Nosotros estábamos en el mundo rural. Para nosotros era un momento muy difícil, muy, muy jodido con «el abuelete» [Franco] por el medio. No sabíamos lo que era la dictadura como tal, solamente existían las hermandades sindicales de agricultores y ganaderos. Aquello era un fascismo total y absoluto. Cuando empezaron los movimientos, cuando se empezó a vislumbrar que empezaba un movimiento sindical, que se empezaba a hablar de democracia, que se empezaba a hablar de unirse la gente, aparecimos un montón de chavales jóvenes que en aquel momento estábamos ahí. La primera concentración que hubo fue en la zona del Órbigo y la zona del Páramo, un problema con las patatas. Empezamos a juntarnos, y desde ahí fue cuando nace el movimiento sindical.
¿Cuántos años tenía?
Muy pocos, te estoy hablando del 77, o sea, yo acababa de venir de la mili. Me acuerdo que íbamos al carnaval, yo tenía un Simca 1.000. Íbamos cuatro a La Bañeza y llegamos al cruce de Villamañán y nos dijeron que no podíamos pasar porque había una movilización, una huelga de agricultores. Estuve hablando con aquella gente y me picó el gusanillo. No nos dejaron pasar y marchamos al carnaval a Valderas. Desde ahí empezó el tema, empezaron las movilizaciones ya de forma oficial. Había un personaje que se llamaba Mombiedro de la Torre [Luis], que era el presidente de la Conca, la Cámara Oficial Sindical Agraria, y ese intentó de alguna forma tapar todo aquello e intentar que nos uniéramos y demás, pero reventó todo. Empecé en marzo del 77, y estuvimos en la clandestinidad hasta más o menos mayo del 79. La Ley de Libertad Sindical se legaliza en mayo del 79, y en aquel momento estaba fundamentalmente Coag, y a nivel nacional estaba Asaja y estaba la Confederación Nacional de Jóvenes Agricultores.
Dice que volvía de la mili, ¿qué recuerdos tiene de la mili?
Estuve en Operaciones Especiales, fui cabo primero, especialista en armamento, en explosivos y armamento. Para mí eso fue un periodo de una formación que me sirvió luego cuando hacíamos movilizaciones y reclamábamos cosas. A mí me venía muy bien porque tenía un conocimiento de guerrilla y contraguerrilla que no tenían los demás. Eso nos sirvió en su momento para seguir adelante con la UCL [Unión de Campesinos Leoneses] en su momento.
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Y más adelante entró en política: concejal, luego alcalde, diputado provincial…
En mi pueblo, en Cabreros, hicimos una agrupación de campesinos leoneses, con asambleas en cada uno de los ayuntamientos, y se creó una candidatura popular. Yo salí como concejal.
¿Con cuántos años?
Salí concejal con 23 o 24 años. Tuvieron la legislatura como independientes, pero nos hicieron una putada porque de aquella [Rodolfo] Martín Villa no legalizó la Agrupación Independiente de Campesinos Leoneses, y no pudimos acceder a la Diputación ni a ningún sitio. Y bueno, allí fue mi primera decepción, y a la vez yo diría que mis primeras ganas de seguir en el tema, fue cuando después de tener hecha la candidatura popular entre todos los del pueblo, pues aparecieron los de UCD e hicieron una totalmente distinta con gente también del pueblo. Entonces aquello, ya en aquel momento, que veníamos como puros y vírgenes, ya dijimos: hostia, aquí está pasando algo, ¿no? Todo el campo es orégano y aquí cada uno va a lo suyo. Estuve los cuatro años de concejal, y te hablo de la legislatura del 79, que fue la primera. La segunda no quise ir al Ayuntamiento porque ya me querían enchufar para la Diputación, o sea, me querían meter ya en Diputación, me querían llevar por ahí y decidí no participar. En la segunda legislatura no participé, pero a la tercera, ya dentro de la UCL, ya tuvimos una serie de reuniones y asambleas y decidieron todos que fuera al Ayuntamiento de concejal, y a la vez entrar en la Diputación.
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En el Palacio de los Guzmanes, como diputado provincial, ¿desde cuándo?
A finales de los 80. Entré siendo presidente Alberto Pérez Ruiz, en su segundo mandato [1987-1991]. Y desde entonces, aquí estoy, hasta nuestros días.
- Madre mía, treinta y cinco años en el Palacio de los Guzmanes, y todo lo que habrá visto por estos pasillos… Echando la vista atrás, ¿cómo ha cambiado la forma de hacer política?
Tengo que decir que Alberto [Pérez Ruiz] fue uno de los mejores presidentes que he tenido en la Diputación. Era una persona que tenía una sensibilidad muy grande sobre la problemática del mundo rural, era un tío muy sensible. Luego le llamaban «cabezón» porque como se le metieran cosas en la cabeza, el tío tiraba «palante». Era un tío que te dejaba hacer, le hacías planteamientos de problemas sociales que había y siempre te decía que adelante. En aquel momento también había unas necesidades grandísimas en la provincia. Recuerdo que, por ejemplo, el tema de la luz, de todo lo que era la energía eléctrica, pues cuando encendían la ordeñadora del barrio de arriba, se apagaba la del barrio de abajo.
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No había electricidad, no había todo el tema de teléfonos, no había absolutamente nada, había un teléfono de uso público. Cuando acabó la legislatura ya teníamos todos los pueblos de más de 100 habitantes con teléfono público, y habíamos hecho un montón de carreteras, que antes no tenían ni acceso a los pueblos. Ya se hablaba de la depuración, de los temas del agua y demás, es decir, había dinero, y se hizo una obra muy importante en infraestructura en todos los municipios.
¿Qué es lo para usted lo más gratificante del servicio público?
Lo más gratificante para mí del servicio público es que puedes hacer algo por los demás. Cuando empecé en el mundo sindical y hacíamos toda una manifestación, otra manifestación, reivindicación 'parriba', y veías que lo que estabas reivindicando no salía por ninguna parte… Me di cuenta de que en política podías solucionar el problema que tanto habías estado reivindicando, y eso es lo más gratificante. Cuando realmente hay un problema de cualquier tipo de envergadura tienes la posibilidad de solucionarlo, de sacarlo adelante.
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¿Y lo peor?
Tanta burocracia. La forma que tienen de llevar a cabo las cosas, todo tiene una norma, y al final somos víctimas de nuestras propias normas, lo he dicho siempre. El mayor problema que tenemos ahora mismo y que estamos teniendo en la sociedad es que somos víctimas de nuestras propias normas, de lo que estamos acordando y lo que estamos haciendo. La burocracia se está quemando y cada vez hay más facilidades para algunos, pero más inconvenientes para los de siempre.
La gente está, estamos, un poco estamos desencantados con la política y con tanta corrupción. ¿Diría usted que quedan políticos honrados? ¿O cómo defendería a la clase política?
Vamos a ver, yo creo que hay políticos responsables, ¿no? Hay políticos que son responsables y que, sobre todo, son coherentes. Cada vez, quizá menos, porque también tengo que decir que la clase política ya no es la que era, porque la clase política de antes era una clase comprometida. La clase política de ahora diría que tiene más intereses que soluciones para los ciudadanos.
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¿Y qué hacemos con la corrupción?
¿Qué tipo de corrupción?
Cualquier tipo de corrupción: las comisiones, los chanchullos, los dedazos, los concursos amañados, los empleos a familiares…
Yo te puedo decir que mí nunca se me ha podido acusar de nada. De todos mis familiares, no tengo a nadie trabajando en las instituciones, a nadie.
Usted mismo ha contado en varias entrevistas que en esta casa, durante toda la vida, unos y otros, cuando estaban en el poder se habían repartido los empleos.
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Eso es de toda la vida. Sólo tienes que venir a la institución y mirar bien los apellidos de los 1.200 empleados. Ahí se ve claramente quién ha entrado por la puerta de atrás.
¿No es una vergüenza que nos conformemos? Porque… ¿cuántos han entrado así?
Muchos, muchísimos.
¿Y eso cómo se ataja, qué hacer para que no siga ocurriendo?
Es muy difícil. Yo creo que es responsabilidad de cada uno, y aquí lo que juega un papel muy importante son los partidos políticos, no las personas. Yo estoy convencido de que bueno, siempre hemos tenido alguno que se sale de madre, pero quien define todo eso y quien toma las decisiones, son los partidos políticos para meter a su gente, lo tengo clarísimo.
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Entonces podemos hablar de otro tipo de podredumbre, de corrupción por omisión, porque todos lo saben pero en cuanto llegan aquí nadie hace nada, y sigue la rueda…
Mira por ejemplo lo que hice yo cuando todos los que metió Isabelita [Carrasco], que fueron muchos… Hicimos todo lo habido y por haber en los juzgados, pero al final no conseguimos absolutamente nada. No sé cómo consiguió ganar en los juzgados, porque quien tomó la decisión es un juez, que son personas como los demás, que tienen sentimientos y tienen intereses... Con el tema del kilometraje de la presidenta, por ejemplo, la condena llegó, pero demasiado tarde, con ella muerta, y ya no se podia hacer nada.
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De no haber sido asesinada en mayo de 2014, ¿cree que el fin de la carrera política de Isabel Carrasco hubiera sido otro?
Yo creo que sí. Ahora mismo, después de ver todo lo que había hecho en esta casa y demás, y cómo se comportaba con todos, yo creo que sí hubiese tenido problemas bastante grandes con la justicia al final de su carrera.
Poco después entró la UCO en la Diputación, se llevó a su sucesor, Barazón…
Sí, pero al final se le llevaron y le tuvieron detenido, y estuvo un tiempo, pero ahí no ha pasado nada, o sea…
¿Va a quedar en nada?
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No lo sé, decide un juez, pero fíjate los años que llevamos y está todo el caso muerto…
¿Usted nunca ha querido tener vinculación directa con ningún partido, por eso no se afilió a alguno?
Nunca he estado ni estaré afiliado a ningún partido. Sí he colaborado con todos, con pactos. Pero nunca me he afiliado y nunca he tenido carné de ninguno.
Con el que más lazos tuvo, durante muchísimos años, fue con el PSOE, hasta hace una década… ¿Qué pasó?
Apareció un personaje que se llamaba «el hispanobretón» [Celestino Rodríguez Rubio, secretario provincial del PSOE entre 2012 y 2017], que vino a cazar a todo el mundo. Como los que vivimos en el pueblo vemos venir las cosas, nos fuimos antes de que cazara… Fue el culpable de la ruptura del PSOE conmigo y con más gente. Yo creo que hizo una labor aquí demencial, y eso es que tiene que vengan personas que en vez de tener la sensibilidad de organizar a su partido en la provincia, venía de un cargo que había perdido para intentar arroparse y seguir medrando. Está donde está, hizo lo que hizo en su partido y nadie le puede ver. Ahora mismo ya no tiene ninguna mano.
¿De qué se siente más orgulloso de lo que ha conseguido usted aquí?
De la labor que se ha hecho con los ayuntamientos y las juntas vecinales, de toda la inversión que se ha hecho. Tú piensa que este año solamente en planes provinciales van 50 millones de euros, cosa que jamás en la vida se había hecho. Crear infraestructuras que permitan vivir dignamente a la gente que reside en nuestros pueblos y, sobre todo, que esa infraestructura vaya dirigida a los servicios. Y otro de los temas más importantes ha sido la conectividad, que aquí se ha trabajado en ella, y que también desde la Dirección General de Telecomunicaciones han metido muchísimos millones. Es la clave del desarrollo de nuestro mundo rural, es imprescindible. Por otro lado, el apoyo que he tenido para todo el desarrollo de los regadíos. Yo he tenido siempre un apoyo muy importante no sólo en el Ministerio, sino también en esta casa, para poder llevar a cabo la modernización de los regadíos de nuestro campo.
También ha tenido usted mucho que ver en la promoción de los productos de León…
El tema de los productos de León es uno de los más importantes que se han hecho, sí. Me siento satisfecho porque todos los que han venido en las últimas legislaturas han continuado con lo que yo inicié. Empecé hace 28 años, cuando estaba de vicepresidente aquí. Y vamos por las 28 ferias.
Volvamos al mundo. Para usted, ¿qué es lo más grave que ocurre en el mundo hoy?
El individualismo que hay en la sociedad. Que cada uno está mirando por su ombligo y hemos perdido todo aquello que era del común, todo aquello que podría de alguna forma facilitarnos las cosas. Vamos hacia un egoísmo y un personalismo total y absoluto.
¿León está condenado a vaciarse?
¿Vaciarse, por qué? ¡Yo creo que no! Es un problema no sólo de León, sino de muchas más ciudades. El problema que tiene León es que no ha tenido un desarrollo industrial. Ahora mismo, lo único que está fijando población es la modernización y la transformación de regadíos. Cuando hay transformación, cuando hay desarrollo económico, no hay esta situación. En todas las zonas que se ha transformado el regadío se sigue fijando población y hay muchísima gente joven. Yo creo que tenemos que empezar a mirarnos el ombligo, ¿qué ha hecho cada uno por salvar León? Yo puedo decir lo que he hecho con los regadíos, con la cooperativa, en el sindicato. Pero, ¿qué han hecho los demás? ¿Alguien ha luchado por defender los intereses de León, alguien en concreto? Yo creo que no.
¿Pero cuál es la solución para esa fuga de talentos que padecemos? ¿Qué se puede hacer por León?
Lo ideal sería hacer un grupo de presión, ni leonesismo, ni no leonesismo, ni León ruge ni nada. Eso de 'León solo' es muy difícil de conseguir, pero sí hay posibilidades de que haya un grupo de presión en la provincia, que luche para sacar estructuras adelante. Es lo que no tenemos… Ahora mismo tenemos tres procuradores dentro de UPL, ¿y qué? Si quien va a decidir todo va a ser las Cortes, y va a ser el PP y Vox, y esos no van a intentar traer absolutamente nada para León, sino todo lo contrario, y eso hay que cambiarlo…
¿Tiene malos recuerdos de UPL, con los que también tarifó no hace mucho?
Me parece que hicieron una putada muy gorda, cuando quedaba un año y todavía teníamos ahí fondos para poder hacer cosas, hacer lo que hicieron… Les obnubiló el resultado de los tres que tenían en las Cortes… Creo que van a tener problemas muy serios porque eso es difícil de mantener, y si hubiesen gobernado podían sacar algo adelante… Ahora, en la oposición, sólo les queda pedir, pero no les queda nada pragmático para solucionar problemas reales.
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¿Cómo ve lo de Vox compartiendo gobierno con el PP en la Junta?
La llegada de Vox, de lo que veo en la zona agrícola, es un cambio total de planteamientos. Yo creo que que ahora mismo hay gente joven que está bastante interesada por todos los problemas que estamos teniendo, y es que se lo están poniendo muy bien, ¿no? Tenemos todo, por ejemplo, del lobo, las consecuencias que ha tenido, tenemos todos los incendios, tenemos todo el tema de la sanidad, tenemos un montón de problemas dentro del mundo rural que no se ve solución por ninguna parte. Y entonces, cuando no hay solución por ninguna parte, este tipo de partidos puede medrar y sacar adelante un montón de votos de la gente que está totalmente desencantada con la situación actual.
¿Ve la ultraderecha como un peligro?
No, yo no veo la ultraderecha como ningún peligro. Pueden tener su cuota de poder, pero nunca van a llegar a gobernar, la gente también es consciente.
Ya están en la Junta, no gobiernan solos pero deciden muchas cosas…
Deciden cosas, por ejemplo, en agricultura, con un consejero que es de Vox y que hoy tiene todo totalmente paralizado todo y no avanza por ningún lado. No nos engañemos, no me preocupan en absoluto.
¿Cree que el campesino es, por naturaleza, de derechas?
Sí, el campesino ahora mismo es por naturaleza de derechas, por una razón, porque siempre se cree que tener algo de poder, que tener algo propio, eso le da, diríamos, opción a ser de derechas y no de izquierdas, porque la izquierda es pobre, ¿no?
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¿Usted de qué pie cojea?
Yo soy de izquierdas, siempre lo he sido.
¿Cuánta servidumbre política debe soportar un sindicato agrario?
Ninguna. En la nueva porganización que estamos planteando, lo primero que les he dicho es que sean totalmente independientes, que no vuelvan a hacer pactos políticos con nadie. Un sindicato agrario como el nuestro tiene que ser totalmente independiente y centrarse en agricultores y ganaderos, y que se olviden de la política, porque la política te acaba llevando al huerto.
¿Cuánto de tópico hay en eso de que el campo despoblado sólo lo podría salvar la mujer?
No lo va a salvar la mujer, ni nadie. El campo se ha despoblado porque no había infraestructuras, la gente se ha ido. Podemos hablar de la enseñanza, podemos hablar de la sanidad y podemos hablar de los servicios. El campo sin servicios y el mundo rural sin servicios, jamás se recuperará. En estos momentos, políticamente hablando, no hay ningún interés en que se recuperen y crear servicios en el mundo rural. ¿Por qué? Porque los servicios de mundo rural tienen que ir acompañados de economía, y si no hay economía no hay nada que rascar, con todo lo que digan. Y el que vayan dos hippies y estén allí dos años, al tercer año se van…
¿De qué hechos o compañías se arrepiente?
Me arrepiento de las compañías que tuve en la UCL, con «torosentado» [Gerardo García Machado], por la situación que vivimos, los problemas graves que hubo, cuando me demostró que no eran personas, que lo único que había allí eran intereses, y que les importaba tres cojones destruir todo lo que habíamos hecho para beneficiarse ellos personalmente. En lo demás, no he tenido grandes problemas.
Esta semana deja su cargo en la Secretaría General de UGAL-UPA después de 43 años al frente del sindicato agrario. Tras más de tres décadas y media en esta casa, en la Diputación, ¿también ha pensado en la jubilación?
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Tiempo al tiempo. Poco a poco, ya veremos…
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