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Llorente convive desde hace dos años con un cáncer de pulmón y ni las sesiones de quimioterapia le han hecho parar: no hay semana en la que no se le vea trabajando. Habla de lo más duro de su enfermedad y de los golpes más ... fuertes que le ha arreado la vida.
Repasemos un poco más su vida, ¿cómo vivió usted la pandemia?
El confinamiento quitó un montón de libertades, tenías una restricciones muy grandes. Pero la gente salió adelante. Los que estamos aquí en la Diputación veníamos todos los días, hubo actividad y estuvimos haciendo cosas importantes. Se veía con miedo, no sabíamos en qué acabaría ese problema tan serio, acojonaba, pero afortunadamente hemos seguido adelante.
¿Fue lo peor que le ha tocado vivir?
Noooo, para nada.
¿Qué ha sido lo peor que le ha ocurrido?
Cuando se murió un hermano de tres años y no supimos de qué, yo tenía nueve. O cuando tuve que vivir con mi madre porque quedó paralítica. O la muerte de mi padre. Lo peor siempre son cosas que te afectan a ti personalmente. Hay un amigo mío que dice que «todos tenemos una cruz, y algunos dos»… Yo no pude estudiar porque me dediqué a la enfermedad de mi madre, y la cuidé toda mi juventud, desde los 15 hasta que tuve 27 años, que murió.
¿En la vida se ha encontrado con muchas personas que le hayan ayudado?
Tengo que decirte que en el mundo sindical y en el mundo politico he tenido buenos amigos y compañeros que siempre me han ayudado, gente que ha creído en mí y me ha apoyado. Si no hubiese tenido el apoyo de mi gente, era imposible. Cuando tienes el problema que tengo yo ahora, al tener un cáncer de pulmón, es cuando puedes ver si te apoya la gente o te rechaza. Y yo he visto apoyo.
¿Cómo rechazo? ¿Ha sentido algún rechazo por tener un cáncer?
No, no, porque no es ninguna enfermedad contagiosa, no, pero ya te ven de otra forma, ya no te ven como una persona que pueda estar ahí, rebosante de salud, y hacer cosas, sino que ya tienes una debilidad, un problema que te impide ser lo que ellos pensaban que podías ser.
En la vida, ¿cómo ha gestionado las decepciones? En lo político, en lo sindical, en lo personal…
Siempre con el apoyo de la familia, es fundamental. Y sobre todo, las decepciones depende del volumen que tengan de mala leche... Si las decepciones que vas teniendo no son fuertes, que te afecten a la salud, puedes superarlas perfectamente. Hay una cosa que tengo clara: cuando hay decepciones grandes en el ser humano, siempre repercuten en la salud. He visto muchos casos…
¿Qué valores que ha intentado transmitir a Vanessa y Héctor, sus dos hijos, para la vida?
Sobre todo, ser honrados. Y que tengan una preparación en su profesión, que sean capaces de defenderse a sí mismos y no dependan nunca de los demás. A los chavales también les he dicho siempre que el cooperativismo, el ayudarse unos a otros, es algo imprescindible para seguir adelante.
Hablaba usted de su enfermedad, un cáncer de pleura que le han detectado hace dos años. Y dos años lleva con tratamiento de quimioterapia. ¿Cómo lo lleva?
El primer momento fue de sorpresa, que yo no había fumado en mi vida ni bebido alcohol. Me dio un día una arritmia, fui hasta el hospital, y un médico me dijo que tenía tres litros y medio de líquido en el pulmón. «Tienes un cáncer de pulmón y no tiene operación», me soltó en seco. Pregunté cuánto me quedaba de vida, porque en mi pueblo a los que recuerdo con cáncer de pulmón o de pancreas les quedaban días, meses… Las cosas ya no son así, hay tratamientos. Empecé a darme quimio y he ido tirando poco a poco. Con la quimio y la inmunoterapia voy saliendo adelante, teniendo casi vida normal. El mayor impacto fue cuando me cambiaron el tratamiento y se me cayó el pelo de la barba… Yo, que siempre he tenido barba, me quedo sin pelo, me quedo sin barba… Sinceramente, es un impacto en la persona muy difícil de superar. Me miraba al espejo y no me reconocía: ¡quién cojones es este tío...! Es un impacto. En la enfermedad, el mayor apoyo es el de tu familia. Ha sido importante seguir en activo. A mí me ha ayudado muchísimo poder seguir con todos los líos que tengo del sindicato, la cooperativa, la política. Veo a algunos en oncología que paran y empiezan a darle vueltas al tarro, y vueltas al tarro, y lo pasan bastante mal…
Y ahí sigue con la quimioterapia…
Tengo tres horas de quimio cada 21 días, y así durante los dos años y dos meses que llevo. Siempre la analítica y las pruebas que me han hecho, todo positivo, no he tenido ningún tipo de problema. Un poco dolor de cabeza, mucho cansancio…
¿Qué ha aprendido en estos dos años de enfermedad?
Aprendes a apreciarte a ti y a tu familia. Todo cambia totalmente, ves a la gente de otra forma. Relativizas todo y aprendes a restar importancia a la mayoría de las cosas.
¿Ha tenido miedo?
Nunca he tenido miedo a nada, quizá eso también me ha ayudado a salir adelante. Con la enfermedad no he tenido miedo. Soy consciente, como tiene que ser todo el mundo, de que la vida es temporal y de que en cualquier momento… Soy consciente de que ahora mismo con el cáncer que tengo en cualquier momento te puede dar un infarto, esto te lo dicen porque es así. Con la cantidad de quimio que me están metiendo, podría ser en cualquier momento. Pero en la vida estamos de paso.
¿Ha disfrutado Matías Llorente de la vida?
Repetiría la vida que he tenido. Es la que yo he elegido, estoy satisfecho.
¿Tiene algún tema pendiente, algún viaje, algopor hacer?
(Risas) Yo ya tengo todo hecho. Ya no tengo ningún viaje pendiente, conozco toda Europa, parte de América, no he tenido ningún tipo de problema…
¿Sueños por cumplir?
De joven, el único sueño que tuve era haber podido hacer Biología y dedicarme un poco a ello. No fue posible, pero bueno.
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